¿Estarán algunos dirigentes nacionalistas indios buscando exportar a Occidente los conflictos étnicos y religiosos que alientan en su propio país? Los violentos enfrentamientos entre miembros de comunidades hindúes y musulmanas en Leicester (Reino Unido), el pasado 17 de septiembre permiten plantear la pregunta. Según la British Broadcasting Corporation (BBC), más de la mitad de los 200.000 tuits relacionados con los acontecimientos de Leicester podían ser geolocalizados en India. Provenían de usuarios que disponían, cada uno, de varias cuentas, a menudo numerosas (1), y que se presentan como admiradores del hindutva.
Este término, traducido al castellano como “hinduidad”, fue inventado por el dirigente político Veer Savarkar (1883-1966) en 1923 en una obra epónima convertida en uno de los textos programáticos y fundadores del Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), literalmente Asociación de los Voluntarios Nacionales. Este movimiento surgió dos años después a partir del modelo de los Fasces Italianos de Combate de Benito Mussolini. Organizado en milicia y considerado como la casa-madre del nacionalismo hindú contemporáneo, inauguró, a lo largo del siglo XX, filiales en todos los ámbitos (sindicatos, campesinos, obreros, estudiantes, ramas femeninas, editoriales, etc.), tanto en India como en el exterior.
El RSS fue dos veces prohibido en el territorio indio. Primero en 1948, tras el asesinato de Mahatma Gandhi perpetrado por un antiguo simpatizante suyo, y luego en 1975 bajo Indira Gandhi durante un período de estado de emergencia. Los dirigentes decidieron entonces consolidar sus contactos en el seno de la diáspora abriendo filiales en el exterior. En 1976, algunos simpatizantes en el Reino Unido fundaron la Friends of India Society International (FISI), cuyo objetivo original era el de defender la ideología hindutva. La asociación permaneció activa en Gran Bretaña y en Europa continental, particularmente en París.
Fantasma paranoico
En India, el RSS está bien establecido a través del partido que creó, el Bharatiya Janata Party (BJP), literalmente Partido del Pueblo Indio. Uno de sus dirigentes, Narendra Modi, llevó al partido al poder en 2014, y luego fue reelecto por cinco años en 2019. Se identifica con el hindutva, que es ante todo un proyecto político etno nacionalista. No se trata de fe ni de ritos ni de creencias ni de escuelas filosóficas sino de población y de territorio.
En efecto, para sus adeptos, India es un país hindú: todos los hindúes pueden reivindicarse como indios –incluidos aquellos que no viven en el territorio–. Los demás son cuanto más invitados, en el peor de los casos, invasores. Deben por tanto ser identificados, controlados, privados de ciertos derechos, o incluso echados y hasta eliminados (2). Las minorías no-hindúes, es decir principalmente los musulmanes (el 13% de la población) y los cristianos (el 2,3%) son las primeras víctimas de los defensores de esta ideología, así como los dalits, y las poblaciones tribales, a los que hay que sumar las mujeres (incluso hindúes) ni bien se alejan de los principios patriarcales.
Estos nacionalistas denuncian por ejemplo los casamientos mixtos y alertan sobre la “Love Jihad”, una “yihad matrimonial” que apuntaría a convertir a las mujeres hindúes para que su descendencia sea musulmana. Este fantasma paranoico, según el cual una mayoría de la población sería asediada por una minoría principalmente musulmana, se traduce en campañas de denigración y agresiones en su contra.
En el exterior, la diáspora (30 millones de personas en 110 países) le asegura un apoyo político y, sobre todo, un apoyo financiero importante al Sangh Parivar, que reagrupa al conjunto de las organizaciones que se identifican con la hindutva (3). Rápidamente, el RSS comprendió que su expansión necesitaba una adaptación, con el fin de atraer a los expatriados indios, entre los cuales numerosos estudiantes de informática e ingenieros (4). En 1996 lanzó el Global Hindu Electronic Network, GHEN. Muy presentes en las redes sociales, los miembros del RSS también pueden participar en reuniones virtuales.
La periodista india Swati Chaturvedi se introdujo en “el mundo secreto del ejército digital del BJP” y sacó a la luz la existencia de brigadas de trolls, compuestas tanto por seguidores en India y en el exterior como por bots, operando bajo mando del BJP (5). En Francia, en un informe titulado Les Manipulations de l’information : un défi pour nos démocraties (“Las manipulaciones de la información: un desafío para nuestras democracias”), el ministerio de Relaciones Exteriores señaló la presencia de una célula “Tecnologías de la información” en el seno del partido gobernante en India y el uso del acoso en línea a todo individuo que tenga un mensaje (…)
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