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Un marcado deslizamiento hacia la extrema derecha

Golpe de Estado identitario en Israel

Benjamin Netanyahu lo logró. De regreso en el poder desde el 29 de diciembre (ocupó el cargo de jefe de Gobierno de marzo de 2009 a junio de 2021), apoyado por una mayoría de 64 diputados sobre 120, nacionalistas, ultraortodoxos y mesiánicos, ya puede realizar su gran proyecto: instaurar en Israel un nuevo régimen fundado en un nacionalismo judío autoritario, religioso, en ruptura con la visión de la democracia que tenían los padres fundadores del sionismo, Theodor Herzl, Vladimir Zeev Jabotinsky y David Ben Gourion. Si bien la primera etapa fue, en julio de 2018, la adopción por parte de la Knesset de la ley “Israel: Estado-nación del pueblo judío”, un texto muy controvertido ya que es considerada discriminatorio respecto de las minorías árabes y drusas (1), se trata actualmente de restringir el Estado de derecho, reformar la educación nacional, mantener a raya a los dirigentes del sistema de seguridad, aplastar la oposición de izquierda, imponer el nacionalismo judío como identidad nacional, avanzar en la anexión de Cisjordania y continuar con la neutralización de la Autoridad Palestina.

Netanyahu confió la misión de transformar el sistema judicial a Yariv Levin, jurista y diputado, quien, desde su elección en la lista del Likud en 2009, dirige el ataque contra los jueces. El 4 de enero, ni bien fue nombrado ministro de Justicia, presentó su proyecto de “revisión radical” fundado en el principio según el cual el “pueblo” otorga a la mayoría electa la legitimidad para gobernar sola, sin interferencia de los magistrados, quienes, por su parte, no fueron elegidos en las urnas. Así, una cláusula llamada “de elusión” permitirá a 61 diputados anular una decisión de la Corte Suprema que considere inconstitucional una ley. “Una ley votada por la Knesset ya no podrá ser anulada por un juez”, insiste Levin. Además, el colectivo de nombramiento de los miembros de la Corte Suprema debería pasar a estar bajo el control de la mayoría en el poder. Se prevén otras medidas, como la reforma de algunos artículos del Código Penal, lo que debería reducir el número de acusaciones de corrupción en el seno de la clase política. Teóricamente, Netanyahu podría encontrarse nuevamente en la situación de haber nombrado a los jueces que examinarán su recurso de apelación si el proceso por fraude, abuso de confianza y corrupción en curso en su contra culminara en una condena.

Golpe a la democracia

Esther Hayot, presidenta de la Corte Suprema, no se dejó engañar. Dejando por primera vez de lado su prudencia, la más alta magistrada del país condenó firmemente el proyecto de Levin: “Se trata de una ofensiva contra el sistema judicial como si se tratara de un enemigo que hubiera que atacar y controlar. Esta reforma conlleva un golpe mortal a la democracia”. El ministro de Justicia le respondió acusándola de pertenecer “al partido que no se presentó a las elecciones, que se ubica por encima de la Knesset y de las decisiones del pueblo. Su retórica es la de las banderas negras que se alzan durante las manifestaciones. Su llamado está destinado a encender las calles en Israel”.

Por su parte, Aharon Barak, de 86 años, presidente de la Corte Suprema entre 1995 y 2006, al participar en los noticieros de los grandes canales israelíes, lanzó una advertencia solemne (2): “Esta reforma instaura la tiranía por la mayoría y constituye un peligro para la democracia, a la que vacía de todo contenido. Si se aplica, no habrá más que una sola autoridad en el país, ¡la del Primer Ministro!”. Parafraseando la famosa frase del pastor Martin Niemöller sobre la cobardía de los intelectuales durante el ascenso del nazismo en Alemania, Barak aconseja a los israelíes no ponerse en la situación de aquel que respondió: “¡Me da lo mismo, no soy comunista!”, cuando le dijeron: “¡Matan a los comunistas!”. Una periodista del canal 12 le preguntó: “¿Qué sugiere usted al público?”. Respuesta: “Si no logramos un acuerdo, habrá que combatir, en el marco de la ley, por supuesto, pero si hay que manifestarse nuevamente en Balfour... y bueno, ¡que haya manifestaciones en Balfour! No tenemos otro país”. La residencia oficial del Primer Ministro se encuentra en la calle Balfour en Jerusalén.

Avances para la colonización

El debilitamiento de la Corte Suprema, única institución a la cual pueden recurrir los palestinos para defender sus derechos, permitirá vencer los últimos obstáculos judiciales que frenan el desarrollo de la colonización. Veinticuatro horas antes de su investidura, Netanyahu tuiteó las primeras líneas del acuerdo de coalición: “El pueblo judío tiene un derecho exclusivo e inalienable sobre la tierra (...)

Artículo completo: 2 359 palabras.

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Charles Enderlin, enviado especial

Periodista. Autor, entre otras obras, de Au nom du temple. Israël et l’irrésistible ascension du messianisme juif (1967-2013), Seuil, París, 2013.

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