Fortalecer el movimiento sindical

En estos tiempos, el movimiento sindical chileno se encuentra frente a una encrucijada histórica; o avanza en la senda de los cambios sociales y de derechos fundamentales del trabajo, esto de la mano de una nueva Constitución, de una legislación laboral moderna y de un diálogo tripartito efectivo, o permanece atrapado en las redes del Plan de José Piñera, que por más de 40 años ha restringido notablemente las posibilidades de mejorar sustantivamente las condiciones económicas y laborales de las y los trabajadores de nuestro país.

Bajo estas circunstancias, vale recordar que distintas fuentes investigativas (Dirección del Trabajo y Fundación Sol, entre otros) coinciden en promediar la existencia de 12.000 organizaciones sindicales con un porcentaje de sindicalización del 21%. Por otra parte, en directa relación con el porcentaje de sindicalización, Chile se encontraría, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) entre los países de América Latina en no alcanzar siquiera el 25% de cobertura de negociación colectiva respecto de la fuerza de trabajo activa.

Lo anterior, demuestra los efectos de un sistema pensado para atomizar la presencia sindical, limitar su influencia social y restringir su capacidad negociadora, por ende, despojarlo de peso político y contractual. En esta lógica, el pensamiento conservador de una parte de la política y de una parte del empresariado chileno considera que los sindicatos son un factor irascible y beligerante en las relaciones laborales, prejuiciado ideológicamente, un mal innecesario, por tanto, prescindible.

Tesis anacrónica

En cambio, la experiencias comparadas en países europeos principalmente Italia, Francia, Alemania, Inglaterra y en América Latina Brasil, Uruguay y Argentina, desmienten categóricamente esta tesis anacrónica y demuestran que la existencia y desarrollo de un movimiento sindical fuerte y representativo, con negociación colectiva de gran cobertura y una praxis permanente de diálogo (...)