Revolución tecnológica, producción de energías limpias, energía solar, hidrógeno verde. Escuchamos, desde hace tiempo, hablar de estos temas pero hoy, más que nunca, sentimos que la avalancha se aproxima y que sus características serán absolutamente transformadoras para el mundo y sus habitantes.
Para la ingeniería, estos períodos de cambios ya se han vivido en siglos pasados y han permitido probar las mejores ideas para esos desafíos que, dentro de la historia universal, son percibidas como revoluciones sociales e industriales. Y nuevamente nos toca enfrentar agobiantes irrupciones y consecuencias desconocidas, lo que aumenta la incertidumbre y la desconfianza, tanto en los mercados como en la ciudadanía. Como nunca, la ingeniería debe posicionarse en medio de ambas y proponer soluciones basadas en ciencia y tecnología pero que involucren la componente social, ambiental y económica, para enfrentar los desafíos de los combustibles fósiles, la desertificación, acceso al agua, la desalinización, la automatización y varias aristas más que ya se dejan sentir en diferentes latitudes.
Y en este sentido, la ingeniería siempre ha jugado un papel crucial en la sociedad chilena. A lo largo de los años, el país ha desarrollado un sólido sistema de formación en ingeniería, que ha producido algunos de los ingenieros y empresarios más innovadores de América Latina. La Escuela de Artes y Oficios, la Universidad Técnica del Estado y la Universidad de Santiago son instituciones que han jugado un rol importante en la configuración del panorama de la ingeniería en Chile.
La Escuela de Artes y Oficios, fundada en 1849, fue la primera institución en Chile en ofrecer educación técnica formal en áreas como ingeniería, arquitectura y diseño. Desempeñó un papel fundamental en la construcción de algunos de los proyectos de infraestructura más importantes de Chile, incluido el primer ferrocarril del país. La escuela fue fundamental en el desarrollo de la fuerza laboral de ingeniería del país y en la creación de una cultura de innovación y espíritu empresarial que ha continuado hasta el día de hoy.
En 1947, la Escuela de Artes y Oficios se fusionó con varias otras escuelas técnicas para formar la Universidad Técnica del Estado. Esta nueva institución amplió el alcance de la educación técnica en Chile, ofreciendo títulos en áreas como minería, metalurgia e ingeniería eléctrica. La universidad desempeñó un papel importante en la industrialización del país, creando una generación de ingenieros capaces de construir y operar (…)
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