Conocido en todo el planeta por sus éxitos deportivos, el Fútbol Club Barcelona representa para muchos catalanes un motivo de orgullo y un atributo de su identidad. Pero el “caso Negreira” y las sospechas de corrupción de árbitros sacaron a la luz las derivas de una institución históricamente controlada por la burguesía regional.
Les Corts, domingo 19 de marzo. En este barrio del oeste de Barcelona, decenas de miles de aficionados confluyen en el estadio Camp Nou, donde flamean juntas la bandera azulgrana del Fútbol Club Barcelona (FCB) y la senyera –cuatro franjas rojas horizontales sobre un fondo dorado–, estandarte histórico de Cataluña. Todo menos la bandera de España… Emblema del catalanismo desde hace más de cien años, el “Barça” está a punto de enfrentar a su mayor rival, el Real Madrid, encarnación de la monarquía y del centralismo español despreciados. Este clasico (Clàssic, en catalán), que enfrenta a los dos principales clubes, representa mucho más que un partido de fútbol: “Sabemos, evidentemente, que desde los años 1920, el FC Barcelona es el representante simbólico del ejército sin armas de Cataluña, y que el Real Madrid fue una legión conquistadora en manos de la propaganda franquista”, resumía el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán (1). Al asumir las funciones de presidente del FCB en 1968, Narcis de Carreras pronunció una frase que se convirtió en el lema del club: “El FC Barcelona es más que un club” (“més que un club”, en catalán).
Pegado al Camp Nou, el museo del FCB expone a quien quiera esta identidad tanto deportiva como regionalista. Inscrita en letras gigantescas en las butacas del estadio, la fórmula se repite en todas partes: bajo la armada de logos de los patrocinadores, o sobre un fresco que celebra los triunfos deportivos del Barça. No es seguro que los visitantes, hinchas o turistas le presten mucha atención. Sus flashes crepitan alrededor del espacio dedicado a los siete “Balones de Oro” de Lionel Messi, el mayor jugador de la historia del club, y ante la vitrina que exhibe los cinco prestigiosos trofeos de la Liga de Campeones obtenidos por el FCB. Unas pantallas gigantes exaltan los goles “legendarios”, fotos de jugadores victoriosos celebrando: sinónimo de dominio deportivo y financiero a escala mundial, el período 2008-2015 es evocado con grandilocuencia.
Estadio más grande de Europa, el Camp Nou estuvo repleto para este clásico, con 95.745 espectadores. Unas obras de renovación impidieron alcanzar su capacidad máxima de 100.000 espectadores. El “ejército” catalán entona el himno del Barça: “Somos la gente azulgrana. No importa si venimos del sur o del norte […], una bandera nos hermana” (“Som la gent blau-grana. Tant se val d’on venim si del sud o del nord [...], una bandera ens agermana.”). Desde el comienzo del partido, los hinchas aplauden fervientemente el juego de los locales y silban enérgicamente las acciones de los visitantes. El resultado termina favoreciendo a los del Barcelona, que ganan 2 a 1. Eufóricos, algunos hinchas del FCB dirigen cantos irónicos al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, “¿Dónde está Florentino?, ¿dónde está?”. Unos días antes, el club madrileño se había presentado como actor civil en un caso de desembolso de dinero por parte del Barça a un ex vicepresidente del comité arbitral español. Se trata del “caso Negreira”, por el nombre del árbitro acusado, José María Enríquez Negreira, del que se sospecha que recibió más de 7 millones de euros de parte del club entre 2001 y 2018.
Acusado de corrupción, el FC Barcelona contraataca por la vía de su presidente, Joan Laporta, durante una conferencia de prensa, el 17 de abril. Al denunciar lo que considera “el ataque más feroz de toda la historia del club, uno de los símbolos de la identidad catalana”, recuerda la connivencia del Real Madrid con el régimen franquista (1939-1975): “Hablamos de una entidad que históricamente ha tenido una estrecha relación con el poder político, económico y deportivo”.
Fantasma del franquismo
A modo de respuesta, el “Real” respondió al estigma franquista con un video titulado “¿Cuál fue el equipo del régimen?”, subido a su cuenta de Twitter. El adversario catalán es presentado como un secuaz del caudillo español. Distinguido en tres ocasiones por el Barça, Francisco Franco salvó al club catalán de la quiebra tres veces afirma una voz en off con imágenes de archivo y recortes de diarios de la época de fondo. La conclusión presenta incluso a los madridistas como víctimas del franquismo. Una aseveración puramente fantasiosa si se considera cómo el Real Madrid se benefició de sus relaciones con los dignatarios del régimen. Como prueba de que los fantasmas de la dictadura siguen atormentando a España, una semana después de este cruce de acusaciones memoriales, se exhumaban los restos de José Antonio Primo de Rivera. Fundador de la Falange Española, un partido de inspiración “fascista” devenido en partido único en 1939, estaba enterrado en la cripta del Valle de los Caídos, la basílica funeraria de la que también se extrajeron los restos de Franco en 2019, para ser llevados a un simple cementerio.
Indignado por el montaje tendencioso del Real Madrid, el gobierno de la Generalidad –la Generalitat reúne al Parlamento, el Gobierno y al Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña– lo calificó de “ofensa e insulto para todas las personas que sufrieron el franquismo, como el presidente del FC Barcelona, Josep Suñol” (2). Este diputado de la Izquierda Republicana de Cataluña (Esquerra republicana de Catalunya –ERC–, que actualmente dirige la Generalidad), presidía el Barça desde hacía un año cuando los nacionalistas lo arrestaron y fusilaron al comienzo de la Guerra Civil Española, el 6 de agosto de 1936.
Desde el régimen militar del general Miguel Primo de Rivera –en el poder desde 1923 hasta 1930 y padre de José Antonio–, el Barça se había convertido en un “vector subterráneo, pero explícito de la consciencia catalana”, explica el historiador Benoît Pellistrandi (3). Madrid ordenó el cierre del club durante seis meses en 1925, después de que unos hinchas del Barcelona silbaran el himno español durante un partido amistoso contra la tripulación de un navío británico (4). El fin de la Segunda República española (1931-1939) estuvo a punto de costarle la vida al FCB. Tras haber considerado su disolución, los franquistas descatalanizaron al club, colocándolo bajo la tutela de la Federación Española de Fútbol hasta 1946. El Barça pagó su militancia a favor del Estatuto de autonomía de Cataluña, otorgado en 1932. Como Primo de Rivera antes que él, Franco prohibió el estandarte y la lengua catalana en el espacio público. El Camp Nou se convirtió en una suerte de aldea atrincherada. “Durante los partidos contra el Real Madrid, los hinchas del Barça manifestaban su orgullo de representar la catalanidad. Las autoridades lo permitían, aduciendo el carácter supuestamente apolítico del deporte”, recuerda Xavier Antich, presidente de una organización no gubernamental dedicada a la defensa de la cultura y de la lengua catalanas. Omnium Cultural, que debió funcionar en la clandestinidad desde Francia durante la dictadura franquista, se presenta en la actualidad como la entidad catalanista más influyente… junto al Barça. Sin embargo, en términos de celebridad, el FCB aplasta a sus competidores. ¡El 18 de junio de 2021, el club anunció que había superado la barrera de 400 millones de suscriptores en las distintas redes sociales!
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Las grandes instituciones catalanas se pelean por esta influencia. “Institución privada de prestigio, el Barça transmite una imagen moderna de Cataluña”, afirma Francesc Xavier Vila, secretario de Política Lingüística en la Generalidad. El govern (“Gobierno”) cuenta con el club para promover el catalán, en el marco de su “Pacto Nacional por la Lengua”. Esta reputación del FCB compensaría parcialmente la ausencia de un aparato de Estado, perjudicial para la valorización turística de Cataluña, según Narcis (…)
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