El golpe civil militar de septiembre de 1973 se origina en la conspiración de la derecha nacional y del empresariado chileno. Un hecho que además fue estimulado por el gobierno de los Estados Unidos y su política de seguridad nacional a cargo de su Secretario de Estado, Henry Kissinger, un político nacido en Baviera que también jugó un papel determinante en la intervención de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Chile.
Los holgados recursos financieros y humanos proporcionados por el Departamento de Estado y la CIA, contribuyeron significativamente para apoyar las acciones golpistas incluyendo a varios gremios chilenos, tal como se evidenció en el caso de los camioneros. Esta intervención creó, desde el primer día de gobierno del presidente Allende, las bases para sembrar el caos que se requería para justificar la intervención de las Fuerzas Armadas.
A 50 años del bombardeo planificado y ejecutado por la Fuerza Área del general Gustavo Leigh, las evidencias históricas también dan cuenta de varios elementos tácticos que se conjugaron para proporcionar una base de legitimidad al Golpe del 11 de septiembre. Entre ellos están: las disputas entre los partidos de la Unidad Popular, la infidelidad de algunos seguidores de Salvador Allende, la infiltración de ciertas organizaciones sociales y la actitud obsecuente de la Democracia Cristiana. Es así como estos elementos sirvieron al complot y la desestabilización de un gobierno surgido de una elección democrática.
En este contexto, el golpe civil militar tuvo por objetivo poner fin a un gobierno de izquierda que se propuso implementar profundos cambios políticos, sociales, culturales y económicos. En esta lista se encuentra la profundización de la Reforma Agraria, la recuperación de la minería del cobre, la reforma educacional y una discusión por una reforma constitucional en que los derechos de la ciudadanía se garantizaran.
Hoy, al rememorar los 50 años del Golpe, se constata que nuestra sociedad aún se rige por la Constitución del 80 impulsada por Pinochet y enmendada en algunos aspectos, por los gobiernos de la larga “transición” a la esperada “plena democracia”. Al mismo tiempo, el modelo económico sigue estimulando la concentración de capital de una forma escandalosa. De hecho, según los persistentes datos internacionales, Chile sigue ubicado dentro de los (…)
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