“Todavía cantamos, todavía pedimos. Todavía soñamos, todavía esperamos. A pesar de los golpes Que asestó en nuestras vidas El ingenio del odio Desterrando al olvido A nuestros seres queridos”.... cantaba Víctor Heredia.
Algunos no habían nacido y otros dejamos la juventud para vivir estos 50 años que nos recuerdan a tropezones los brutales golpes de la dictadura, las luchas para derribarla y de los altibajos de una democracia que, con esperanza y convicción, a pesar de los años, nos alienta a seguir. Seguimos.
La instalación de la dictadura fue feroz con apresados, asesinatos, persecuciones, torturas y desapariciones a los opositores al régimen; así como relegaciones, exoneraciones y exilios a sus dirigentes políticos, sociales y sindicales.
En lo político se pusieron fuera de la ley los partidos políticos, se destruyeron los registros electorales, la libertad de prensa fue abolida, las universidades intervenidas a través de rectores delegados, se cerró el parlamento, se instaló un régimen de Estado subsidiario con una extremada mercantilización de la economía a través del libre mercado. Se privatizaron las empresas públicas, se crearon las A.F.P. en previsión y las ISAPRES en salud, se subsidió la educación y se licitaron los caminos y se concesionó la infraestructura de las obras públicas del país.
En lo laboral y sindical
El cambio también fue radical respecto de la libertad sindical, el Plan Laboral de José Piñera abolió y restringió fuertemente la negociación colectiva y el derecho a huelga. Anteriormente la Junta Militar instaurada, vulneró la estabilidad laboral, canceló la personería jurídica de la CUT, más tarde y a través de la Constitución Política de 1980, actual, suprimió la negociación colectiva ramal, dejándola sólo a nivel de empresas, prohibió el derecho a la huelga del sector público y municipal, y derogó el derecho a postular al parlamento de los dirigentes sindicales.
Todo este marco fue el caldo de cultivo para el agrupamiento y reorganización del movimiento social y sindical en el país.
Tanto en sectores sindicales representados por el Comando de Trabajadores y el Grupo de los 10, en las universidades por los jóvenes y estudiantes liderados por la FECH, las Mujeres por la Vida, a través de dirigentas y dirigentes de pobladores, agrupaciones y federaciones de profesionales y ciudadanía en general que inician movilizaciones la década del 80.
Es así que en febrero del año 1982, es asesinado Tucapel Jiménez Alfaro, por un comando del ejército, ejecutado por el mayor Herrera Jiménez, hoy preso en Punta Peuco, junto a altos oficiales de la época, crimen que organizaron y planificaron a través de la cúpula de la DINE (Dirección Nacional de Inteligencia del Ejército). Tucapel fue uno de los principales mártires, ejecutado, degollado y ultimado en su taxi, en el sector despoblado denominado El Noviciado. Él había sido nominado vocero del Comando de Trabajadores encabezado por Manuel Bustos y del Grupo de los 10 coordinado por Eduardo Ríos, cuando organizaban un gran Paro Nacional de trabajadores en marzo de 1982. Tucapel es asesinado el 25 de febrero de 1982, ya había fallecido en enero de ese mismo año, Eduardo Frei Montalva, muerto sospechosamente.
El ocultamiento y la impunidad de la acción de la justicia fue encabezada por el juez Valenzuela Patiño, quien tuvo la causa inmovilizada sin acciones ni diligencias, por más de 17 años. Y que la ANEF y la familia (…)
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