La hora de defender derechos

Es cierto que aún falta una ronda por el Comité de Expertos constitucionales para revisar las enmiendas que el Consejo hizo al proyecto original de nueva Constitución. Hay quienes apuestan a que en ese momento sería posible corregir el rumbo de este segundo proceso, hegemonizado por la ultraderecha apoyada por la ahora llamada “derecha tradicional”. Pero no hay garantías que eso suceda; por el contrario, con el correr de las semanas y las votaciones se ha ido asentando la idea de que el proyecto que llegará al plebiscito del 17 de diciembre será peor que la Constitución vigente impuesta en 1980 por la dictadura de Augusto Pinochet.

Los augurios sobre un supuesto intento de los ultraderechistas republicanos de moderar el uso de su mayoría obtenida en la elección del 7 de mayo, para con eso mejorar su competitividad en futuras elecciones, no resultaron ciertos. Al revés, el partido de Kast ejerció toda su fuerza y fue imponiendo un catálogo de enmiendas que día a día configuró una Constitución que reafirma el proyecto neoliberal, rediseña el sistema político, desdeña el Estado social de derechos, reprivatiza de provisión de derechos sociales y retrotrae temas que llama “valóricos”, pero que son derechos, a inicios del siglo pasado.

En su aplastante andar, los republicanos arrastraron a Renovación Nacional, la UDI y Evópoli, es decir a aquellas fuerzas que algunos llamaron de “centroderecha”, no sin costos para estos últimos que, presionados hasta por el propio Kast, ven cómo caen en una centrífuga de la que no logran salir. La solitaria voz de la eventual candidata presidencial UDI, Evelyn Matthei, y su advertencia que no jugará su “capital político” en la Constitución elaborada por los republicanos, ha sido la escasa resistencia de ese sector. Porque incluso para grupos de derecha, la propuesta que hace el partido de Kast es intragable. Es solo cuestión de ver aquello que ha sido aprobado en los primeros días:

Una enmienda como la “protección de quien está por (…)