Entre China y Estados Unidos, entre Rusia y Francia, Guinea, gran país minero, se encuentra en el cruce de intereses contradictorios. Esta situación ofrece márgenes de maniobra a las autoridades de transición, que son aprovechados para reprimir a los opositores sin comprometerse en la organización de las elecciones.
“No podemos ser el segundo productor [mundial] de bauxita y rebajarnos ante la comunidad internacional” (1), lanzó, bravucón, Morissanda Kouyaté, el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de transición guineano, durante una sesión de preguntas ante el Parlamento el pasado 26 de abril. El Comité Nacional de Reconciliación y Desarrollo (CNRD) –la junta dirigida por el coronel Mamadi Doumbouya desde el golpe de Estado del 5 de septiembre de 2021– no parece tener apuro por organizar las elecciones, oficialmente previstas para el 2024 para devolver el poder a los civiles. Desde hace dos años, los golpistas de Conakri no hicieron casi ningún gesto en ese sentido. Más aun cuando sufren pocas presiones internacionales, a diferencia de sus homólogos del Sahel (2).
Aliados de China
¿Cómo explicar semejante diferencia de trato? Contrariamente a los militares que tomaron el Estado en Bamako, Uagadugú y Niamey, la junta guineana optó por mantener relaciones equilibradas con las grandes potencias, lo que le valió cierta clemencia de parte de la “comunidad internacional” y en particular de Estados Unidos y de Francia. Dispone para ello de una ventaja importante: la riqueza de su subsuelo. Desde hace décadas, la bauxita y, más recientemente, el hierro guineanos atraen a empresas tanto estadounidenses como rusas o chinas. Francia, por su parte, quiere evitar perder un aliado más en la subregión tras sus recientes reveses en el Sahel.
Cada una de las potencias parece estar satisfecha con ese statu quo, mientras que la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) dispone de pocos medios de presión sobre Guinea. En efecto, a diferencia de Burkina Faso, Mali y Níger, Guinea acuña su propia moneda, goza de un litoral marítimo y de ingresos públicos significativos gracias a su sector minero, que la hacen poco vulnerable a sanciones económicas y financieras subregionales.
Guinea es una parte importante de la geoeconomía de Pekín. El presidente derrocado Alpha Condé (2010-2021) era un aliado valioso para China, y esta no dejó de felicitarlo por su reelección, muy cuestionada, para un tercer mandato en 2020. Bajo su régimen, los intereses económicos chinos estuvieron bien atendidos. Conakri participa en las Rutas de la Seda desde 2018. En el rubro de la bauxita, el consorcio Sociedad Minera de Boké (SMB), creado en 2014 y del cual es accionista Hongqiao, gigante mundial chino del aluminio, experimentó un crecimiento fulminante (3). Su producción rápidamente superó la de la histórica Compañía de Bauxitas de Guinea (CBG), fundada por la Aluminium Company of America (Alcoa) y otras empresas en los años 1960. Además, nos recuerda Amadou Bah, director ejecutivo de la organización no gubernamental (ONG) Action Mines, “China firmó en 2017 un acuerdo estratégico con Guinea. Debe otorgarle, en veinte años, 20 mil millones de dólares de préstamos para construir infraestructura –rutas, puertos y universidades–. Esos préstamos están respaldados por recursos naturales, y tres empresas chinas que operan en el rubro de la bauxita deben reembolsarlos” (4).
Proyecto estratégico
Tras sus éxitos con la bauxita, Pekín tiene el ojo puesto en el monte Simandou, considerado el mayor yacimiento de hierro no explotado del mundo. “El convenio de base acababa de ser firmado. Con el golpe de Estado, China podía temer una reconsideración de esos dos acuerdos, pero el coronel Mamadi Doumbouya declaró rápidamente que él respetaría todas los convenios, lo que generó tranquilidad”, prosigue Bah. El sitio está dividido en cuatro bloques. Dos pertenecen a la empresa conjunta Simfer, que reúne a la anglo-australiana Rio Tinto y a la empresa pública china Chinalco; dos, a Winning Consortium Simandou (WCS), compuesta por las mismas empresas que la SMB. Desde que el CNRD está al mando del país, China reforzó aun más su (…)
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