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Quinto país más poblado del mundo y única potencia nuclear del mundo musulmán

En Pakistán, el regreso del ruido de botas

Al caer el día, pequeños grupos de manifestantes convergen hacia la avenida Shahrah-e-Faisal, la arteria principal de Karachi, capital económica y financiera de Pakistán. Mientras algunos están equipados con cañas de bambú y parecen resueltos a enfrentarse con las fuerzas del orden, otros vinieron en familia y hay un número importante de mujeres entre la multitud, que está muy caldeada.

Algunas horas antes, en la mañana del 9 de mayo de 2023, el ex primer ministro Imran Khan fue interrogado en Islamabad en el marco de una investigación por presuntos hechos de corrupción. Su arresto arrojó a sus partidarios a la calle e inmediatamente estalló la violencia en las grandes ciudades del país. En Karachi, los manifestantes con los que hablamos dicen estar indignados por el complot urdido en contra de su defensor, el único capaz, según ellos, de enderezar el país y librarlo de la corrupción. Entre dos ráfagas de gas lacrimógeno, los seguidores de su partido, Pakistan Tehrik-e-Insaf (Movimiento para la Justicia de Pakistán - PTI), entonan eslóganes antimilitaristas que no dejan duda acerca de su lectura de los acontecimientos: “¡Detrás de los uniformes se esconden los verdaderos terroristas!”. De hecho, los más determinados apuntan a la residencia del comandante del cuerpo del Ejército, símbolo del poder militar en la ciudad.

Apuntan hacia el ejército

Si bien en Karachi las fuerzas policiales hacen fracasar este proyecto, no ocurre lo mismo en Punyab, la provincia más poblada y la más próspera del país, además de ser el principal semillero de reclutamiento del ejército. En Rawalpindi, tercera mayor ciudad del país, partidarios del PTI atacan el cuartel general del Ejército (el General Headquarters - GHQ), mientras que en Lahore invaden la residencia del Corps Commander, que vandalizan antes de incendiar. La censura prohíbe que los canales de televisión difundan imágenes de los disturbios, pero éstas circulan ampliamente en las redes sociales, antes de que su acceso sea bloqueado.

Jamás, en la agitada historia del país, el ejército había sido apuntado de manera tan directa y, durante los días siguientes, el temor a que la situación se desmadre invade a todo el mundo. Se cree que Imran Khan conserva apoyos en el seno del ejército y abundan los rumores de motín, alimentando escenarios de guerra civil. Quinto país más poblado del mundo y única potencia nuclear del mundo musulmán, Pakistán parece estar al borde del abismo.

La crisis de mayo, si bien hizo tambalear a la institución más poderosa del país, dio lugar a una restauración autoritaria de cariz militar. Durante los meses siguientes, la policía multiplicó las incursiones contra los dirigentes del PTI. Aquellas y aquellos que rechacen alejarse de Khan son encarcelados. Tras ser liberado bajo fianza, el ex campeón de cricket convertido en político es nuevamente encarcelado el 5 de agosto y condenado a tres años de cárcel por haber revendido regalos oficiales con fines de enriquecimiento personal. Al prohibirle postularse a cualquier mandato electoral por cinco años, esta condena le impide al líder del PTI que sigue siendo la personalidad política más popular del país– presentarse en las próximas elecciones.

Inicialmente previstas para el mes de noviembre de 2023, éstas se pospusieron con fecha indeterminada. La Asamblea Nacional se disolvió en los plazos previstos y un gobierno de transición entró en funciones el 17 de agosto. Sin embargo, la Comisión Electoral entabló un proceso de “re-delimitación” de cientos de circunscripciones electorales, con el riesgo de retrasar el escrutinio por varios meses –tiempo para que el ejército negocie una salida de la crisis con los adversarios del PTI, que probablemente excluirá al partido de Khan del poder en los años venideros–. Anunciado para el 21 de octubre, el regreso de Nawaz Sharif hermano mayor del jefe de gobierno saliente, que durante mucho tiempo mantuvo una fría relación con el ejército y está exiliado en Londres desde 2019– podría significar un paso importante en las negociaciones.

Líderes fuertes

Esta recomposición de la escena política paquistaní tiene un aire de déjà-vu. Desde el derrocamiento de Zulfikar Ali Bhutto por el general Muhammad Zia-ul-Haq en 1977, varios líderes políticos con fuertes personalidades – Benzair Bhutto (1988-1990, 1993-1996), Nawaz Sharif (1990-1993, 1997-1999, 2013-2017) y, a su vez, Khan (2018-2022)– intentaron imponerse frente al ejército. Convencidos de contar con el apoyo de la población, se enfrentaron al aparato estatal –el ejército y sus servicios de inteligencia–, pero también al Poder Judicial. De manera sistemática, salieron perdedores de esta prueba de fuerza y terminaron tras las rejas o exiliados, con la prohibición de postularse a un cargo político. Cada vez, el conflicto se cristaliza en torno a la elección del jefe del (…)

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Laurent Gayer

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