Ver Himno (1) es toda una experiencia. En la obscuridad de la sala las imágenes iniciales parecen extraídas de un sueño. Rostros y calles, algunas familiares, otras ajenas, músicos y multitudes. Todo en un doble despliegue de figuras superpuestas en una extraña transparencia. Una bizarra sucesión, a ratos confusa, que toma por sorpresa al ojo, a la cabeza, y al corazón.
Son fragmentos de película encontradas en archivos. No se sabe si esas imágenes fueron intencionalmente superpuestas o si esa fusión fue producto de un error. Pero ello no es importante. Lo importante es que esos distintos momentos, fundidos para siempre en una misma cinta de celuloide, ya no pueden ser separados; y que 50 años después, ese registro opera como una perfecta metáfora visual de nuestra propia memoria y de la inseparable relación del presente con el pasado. De la paradojal actualidad de una canción creada hace medio siglo, y del tiempo que le dio origen.
Una canción que es historia
El compositor Sergio Ortega y el grupo Quilapayún compusieron “El pueblo unido” en 1973, meses antes del derrocamiento del presidente Salvador Allende, electo democráticamente. Fue en esos días decisivos en los que ya se anticipaba el brutal desenlace, cuando se escuchó por primera vez esta canción sobre la invencibilidad de un pueblo unido.
Aun en el Chile bajo dictadura se continuó cantando, y el exilio de cientos de miles de personas la llevó más allá de las fronteras. En la posdictadura, a contrapelo de las conciencias reconciliadas, “El pueblo unido” resurgió en otras voces y nuevas generaciones. Pero quienes la convirtieron en una canción contemporánea —esto es, perteneciente al tiempo que se vivía— fueron los protagonistas de las grandes movilizaciones sociales de la década del 2010 y, a partir de octubre de 2019, los músicos callejeros y las multitudes cantoras surgidas de la revuelta.
La constatación de esa actualidad fue el punto de partida de la investigación y del documental de Martín Farías y Eileen Karmy. En el proceso descubrieron traducciones a 25 idiomas y más de 130 versiones en diversos géneros que incluyen la música docta (como las 36 variaciones para piano de Frederic Rzewski), el rock, el ska, y el punk. La película muestra una parte de esos hallazgos a través de un conjunto de intérpretes, comunidades y organizaciones que han recreado y convertido esta canción en algo propio en lugares tan diversos como Francia, Alemania, Finlandia, Portugal, Japón y Chile.
¿Qué es lo que ha convertido a esta canción en un himno que permanece y en el que distintas (…)
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