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La misión pública de la televisión y sus desafíos

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Gonzalo Sánchez, Espiral (Led papel vegetal), 2024
(Exposición en Galería La Sala hasta el 30 de septiembre)

En Chile, las comunicaciones fueron entregadas al mercado por la fuerza tras el golpe de Estado de 1973, por el derecho en la Constitución del 1980 y por la autocensura.

Entre los resultados atribuibles a este continuum de decisiones coherente con la estrategia de mercantilización de la sociedad chilena, podemos identificar rápidamente los siguientes.

A nivel estructural, existe una innegable concentración y centralización del sistema de medios, tanto económica como ideológica (Sunkel y Geoffroy, 2001); cuyo modo de financiamiento provoca múltiples presiones directas a los periodistas y trabajadores de las comunicaciones desde los distintos sectores políticos y económicos, más aún en las regiones distintas a la metropolitana (Grassau, Porath, 2021). Por su parte, la jerarquía profesional es reforzada por una política de contrataciones centrada, por un lado, en los “rostros” y, por otro lado, en la precarización. Esta última se puede observar en la cantidad y frecuencia de despidos desde hace 10 años (Lagos, Mellado, 2013), los sueldos bajos -más aún al ingresar al campo laboral-, las jornadas laborales “flexibles”, en los contratos a honorarios, el pluriempleo o el multitasking (Faure, Lagos, 2022). La lista no es exhaustiva, pero clarificadora.

Por su parte, el pluralismo externo está muy bajo en Chile, especialmente si consideramos las líneas editoriales y las fuentes que circulan en el espacio mediático, que son mayoritariamente las élites político económicas y los expertos (Salinas, Stange, Del Valle, Jara, 2016). En tanto, los contenidos (noticias, voces e imágenes) se repiten en un mismo medio, en un mismo grupo mediático o entre los distintos medios (Faure, 2020).

En una sociedad con un proceso de digitalización en pleno desarrollo, la intensificación y la aceleración de la “información sobre información” aumenta la circularidad del flujo de noticias y reduce el pluralismo (Bourdieu, 1996).

Por otra parte, el pluralismo interno del sistema de medios es más preocupante aún si consideramos aspectos como la homogeneidad en las formas, géneros y secciones informativas; o bien la preponderancia de modalidades comunicacionales y de relaciones verticales con las audiencias (Del Valle, 2016). Asimismo, la organización y composición social en las salas de redacción no reflejan el pluralismo sociocultural de la sociedad chilena. En tanto que las rutinas periodísticas son burocráticas (Salinas, Stange, 2015) y los profesionales perciben un pluralismo reducido, por lo menos a nivel estructural (Del Valle, Carreño, 2020).

Este diagnóstico responde a un contexto donde va avanzando la desintermediación, es decir desaparecen los líderes de opinión a nivel grupal, lo cual responde a una ofensiva de las relaciones públicas que priorizan la mediación individual que se codifica según la visibilidad mediática y las métricas. Esta gubernamentalidad algorítmica (Rouvroy, Berns, 2018) profundiza la mixtura entre lo editorial y lo comercial, (…)

Artículo completo: 1 503 palabras.

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Antoine Faure & Carlos del Valle *

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