Octubre de 2019 evidencia el agotamiento de un proceso de construcción de la democracia luego de la noche oscura de la dictadura, donde amplios sectores de la sociedad le habían dado el beneficio de la duda, esperando que las promesas de igualdad y justicia social se hicieran realidad. Treinta años después, la herencia de la dictadura había logrado resistir los cuestionamientos a las jerarquías sociales vigentes, protagonizados por movimientos sociales que se levantaron en búsqueda de un reparto más justo de lo social. Aunque resistía, su déficit de legitimidad había alcanzado un punto crítico. Años de espera para que el paréntesis de la dictadura se cerrara y, así, pudiéramos recuperar el devenir democrático interrumpido con el golpe.
Parte de esta interpretación de la historia política chilena ha sido construida sobre la base de mitos que ya no podemos dar por sentados. No es posible afirmar que la dictadura sea una excepción en la larga tradición democrática chilena, salvo que se desconozcan las decenas de acontecimientos políticos en nuestra historia en que el ejercicio del poder civil ha sido condicionado por intervenciones militares de distinta intensidad, desde golpes de Estado y guerras civiles hasta asonadas golpistas y cruentas represiones a movimientos sociales y de trabajadores. La historia demuestra que septiembre de 1973 no es una excepción en el devenir político de nuestro país, aunque sí lo es el carácter cruel y refundacional de la dictadura.
Por otro lado, la llamada transición a la democracia, iniciada con el plebiscito de 1988, no representa el tránsito desde una forma de organización política y social a otra, el tránsito desde la dictadura a la plena democracia, sino que es el reflejo del pacto político entre las élites gobernantes que le permitió al país salir de la ignominia que significaba la dictadura, pero sin alterar las estructuras de poder y jerarquías sociales impuestas luego del golpe de 1973. Así, el orden social imperante a 1988 siguió vigente, reproduciendo las jerarquías y posiciones de privilegio que se esconden detrás de derechos que las normas constitucionales declaran como universales. Parte importante de los diseños institucionales permitió la reproducción de la segregación social y la exclusión de amplios sectores de la sociedad en clave territorial, de género y de clase. La transición devino en un estado permanente del orden político y social del país, consolidando el carácter restaurativo que tuvo la dictadura en tanto reacción frente al gobierno de la Unidad Popular.
Si el golpe no fue una anomalía en la historia de Chile ni la transición ha sido un verdadero camino inconcluso, entonces ¿qué tipo de excepción se abre con la revuelta de octubre?
Por la fuerza de las armas
Estos dos siglos de (…)
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