“La cuestión que abordamos hoy es de importancia histórica”, anunció el senador demócrata Richard Blumenthal al abrir la audiencia de los directivos de cuatro consultoras estadounidenses ante el Comité del Senado sobre Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales, el 6 de febrero pasado. Los senadores estadounidenses tenían particular interés en la implicación de las consultoras McKinsey, Boston Consulting Group (BCG), Teneo y Klein & Company en la estrategia de poder saudita.
El asunto se remonta a junio de 2023, cuando varios artículos en la prensa confirmaron la ambición saudita de invertir masivamente en el deporte estadounidense (compra de clubes, patrocinio de atletas, etcétera) (1). Deseoso de comprender las intenciones de Riad, el Senado ordenó a las cuatro consultoras que suministraran un informe detallado de sus actividades en el organismo correspondiente, que gestiona más de 900.000 millones de dólares. El caso dio un giro político cuando dichas firmas comerciales entraron en conflicto con la justicia saudita, que amenazó a sus empleados con llevarlos a la cárcel si las consultoras facilitaban al Capitolio los documentos que éste solicitaba. En respuesta a la afirmación de los jueces sauditas de que la publicación de los documentos “atentaría contra intereses propios de la seguridad nacional” de su país, el Comité del Senado sobre Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales estadounidense abrió una “investigación sobre la influencia extranjera”: el senador Blumenthal, que inició la investigación, quería entender “en qué los servicios de asesoría prestados por empresas estadounidenses relativos al deporte estadounidense podían tener que ver con la seguridad nacional saudita”.
Agentes extranjeros
A partir del boom petrolero de los años setenta, existieron compañías asesoras con base en Estados Unidos que asistieron al gobierno saudita en su política económica. El Ministerio de Planificación incluso llegó a ser denominado “Ministerio McKinsey”. En 2015, la famosa consultora elaboró un informe titulado “Arabia Saudita después del petróleo”, que pronosticaba la explosión del consumo de energía interno a expensas de las exportaciones de hidrocarburos, poniendo en riesgo la estabilidad del reino. La consultora BCG, por su parte, desempeñó un rol nodal en la elaboración del plan “Visión 2030”, que apuntaba a diversificar la economía para paliar su dependencia de los hidrocarburos (2). Lo mismo se puede decir de la política de influencia: McKinsey participó en la fundación del Centro Saudí de Asociaciones Estratégicas Internacionales (SCISP, por sus siglas en inglés), “cuyo objetivo es mejorar las relaciones entre Arabia Saudita y muchos países del mundo”, mientras que BCG acompañó la candidatura del país para ser sede de la Copa Mundial de Fútbol de 2030.
Cambridge Analytica
Este compromiso por parte de las consultoras empezó a despertar las sospechas de las autoridades estadounidenses tras la muerte de Jamal Khashoggi, periodista del Washington Post y de otros medios, asesinado en la sede del consulado de Arabia Saudita en Estambul en 2018. El hecho dejaba en evidencia que las promesas de apertura del reino no se traducirían en un mayor pluralismo político. Hubo por entonces periodistas que investigaron la cooperación entre los gigantes de la consultoría y el régimen saudita. Walt Bogdanich y Michael Forsythe demostraron particularmente cómo, para minimizar el riesgo de revueltas populares en la estela de la Primavera Árabe, la monarquía había podido conjugar los servicios digitales de Cambridge Analytica –la empresa británica acusada de utilizar los datos personales de los usuarios de Facebook en beneficio de Donald Trump durante la campaña presidencial estadounidense de 2016 (3) –con la experticia de McKinsey–(4).
En 2015, esta consultora entregó a las autoridades de Riad un informe en el que anticipaba la reacción de la opinión pública ante medidas de austeridad. En él, los consultores identificaban por su nombre a ciudadanos sauditas especialmente activos en las redes sociales, a los que se presentaba como susceptibles de despertar un debate sobre las próximas reformas. Uno de estos disidentes, el periodista Khaled Al-Alkami, fue detenido tras la presentación de ese informe. El activista exiliado Omar Abdulaziz, también citado en el informe, se enteró así de que dos de sus hermanos habían sido (…)
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