
Sobrevino la acusación por notable abandono de deberes para tres miembros de la Corte Suprema: Ángela Vivanco, Sergio Muñoz y Jean Pierre Matus, lo que ha culminado con la acusación constitucional en la Cámara de Diputados de los tres y su destitución en el Senado de Vivanco y Muñoz, donde el empate político entre derecha e izquierda se manifiesta claramente, dada la gravedad de los hechos imputados a ella comparados a la menor gravedad de los a él atribuidos y la salvada de Matus, cercano a la izquierda y ex socialista, todo lo cual muestra, a las claras, que la más alta instancia de la justicia está, además de gravemente corrompida, altamente politizada.
Ahora el caso de Manuel Monsalve, en el que la máxima autoridad de la lucha contra el crimen organizado, el Subsecretario del Interior, jefe directo de las policías en el gobierno, es acusado de violación por una de sus subalternas. Para decirlo en términos coloquiales, esto último es un “espectáculo lamentable”, para él, para el gobierno y la política, pero, para ella es el horror como víctima. Pues bien, vivimos en la sociedad del espectáculo (Guy Delbord), donde lo real no es lo que acontece, sino lo que se muestra puesto al día (aggiornamento) como lo real. El aggiornamento no es simplemente una nueva aproximación a lo real, sino que un mejor acercamiento al poder, que de suyo es un hecho muy real.
El poder que, en breve, es la práctica de decidir sobre los asuntos públicos mediante la imposición de la voluntad, ya sea por medio la persuasión colectiva en procesos de debate y decisión conjunta, las elecciones, o es la imposición de la voluntad mediante el empleo de la violencia, que es el uso del dolor para doblegar la voluntad del otro e imponerla. El poder personalizado en sus orígenes históricos recae y se concentra en el jefe militar para conducir la defensa de la comunidad, dirigir sus obras comunes, instaurar y aplicar las normas de convivencia: el poder ejecutivo (el rey), el parlamento para hacer la ley, así como, la judicatura para aplicarla.
Más democracia
Para enfrentar la actual grave crisis, casi terminal, de la política se ha postulado que la misma no se resuelve con menos democracia, sino que, con más democracia, no se trataría de la tentación de la convocatoria populista por una autoridad única que resuelva todos los problemas políticos, sociales, económicos y culturales o valóricos, aunque eso implique la restricción o supresión de los derechos democráticos, incluidos los derechos humanos, el modelo es Bukele, presidente de El Salvador constitucionalmente electo, como lo son Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua.
Uno de los componentes esenciales de la lucha contra la delincuencia organizada y la delincuencia común es la probidad en la aplicación de justicia, tanto o más importante que la calidad de las leyes mismas. Bien es sabido, o es de suponer, que si hay corrupción de la justicia en democracia ésta es más grave aún en los regímenes políticos autoritarios, estos (…)
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