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El sentido de la historia (1)

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.

Joaquín Sabina, 1990 (2)

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Tomás Rivas, de la serie Entabladura, Hilo negro C.D.D.
(Acrílico sobre papel), 2024 (Gentileza Galería Madre)

A propósito del fallo del Premio Nacional de Historia, los medios de comunicación informaron el veredicto del jurado y, como suele ocurrir, la noticia provocó comentarios de todo orden. Uno de ellos, planteó que se trataba de una disciplina irrelevante, afirmando que “la historia ya fue, ya está” y que lo verdaderamente importante es el futuro.

Desde un punto de académico se podría desechar este tipo de comentarios, por carecer de sustento, sobre todo historiográfico. Sin embargo, me pareció que valía la pena considerarlo porque no se trata solo de un juicio reiterado y proferido por personas sin educación, sino que por un grupo más amplio.

Este tipo de opinión revela varias cuestiones. Primero, que quizá las y los cultores de este campo de trabajo no solo hemos descuidado a los lectores con poca formación, permitiendo que gente sin la preparación idónea, pero con habilidades narrativas, se lance a la tarea de escribir libros de historia sin las herramientas y sin los conocimientos mínimos; segundo, que hay más gente creyendo que todo campo de saber debe, a la fuerza, tener una utilidad práctica; y, tercero, que el futuro, lo que el comentarista de la noticia consideraba lo verdaderamente importante, aparentemente estaría desconectado del pasado.

¿Qué sentido tiene la historia? ¿para qué hacemos este ejercicio de reconstrucción del pasado, a sabiendas de que no contamos con toda la información, conscientes de que partimos de supuestos en discordia y seguros de que arribaremos a resultados cuya narración es siempre incapaz de capturar la complejidad de lo que procuramos comprender?

Al contrario de la creencia popular, la Historia no está aquí para “no repetir los errores del pasado”. Como afirmó Eric Hobsbawm, “por desgracia, si hay algo que la experiencia histórica les ha enseñado a los historiadores es que, nadie aprende nunca nada de ella” (3). La utilidad relevante de la historia para la sociedad es dar sentido a la propia existencia colectiva y teniendo en cuenta que el recorrido que nos permite comprender nuestro mundo profundamente excede nuestra propia existencia, la de nuestra generación y muchas veces la de nuestros padres e hijos. En consecuencia, la temporalidad histórica implica una complejidad mayor que el mero transcurso del tiempo cronológico, sino que su contexto.

La interacción entre tiempo y contexto nos ofrece un marco de referencia analítico para situar los acontecimientos (objetos de estudio) en un lapso determinado (tensionados por la dinámica de continuidad y cambio). Nuestro propósito es identificar los acontecimientos relevantes, describirlos, explicarlos e interpretarlos a través de las características que su tiempo ha recibido previamente y que también se pone en juego (evaluación) en este mismo ejercicio (…)

Artículo completo: 1 395 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de noviembre 2024
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César Ross

IDEA, USACH.

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