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Liderazgo educativo, violencia escolar y sociedad

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Macarena Jofré, Latidos con filos (detalle), 2024
(Gentileza Galería NAC)

El primer desafío para abordar la violencia escolar consiste en hacer un reconocimiento conceptual que consiste en analizar cómo las instituciones educativas reflejan las desigualdades, tensiones y transformaciones de la sociedad en las que están inmersas. Es necesario analizar cómo las escuelas, liceos y las universidades de nuestro país, lejos de ser unos entes neutrales, se constituyen en un espacio donde se expresan los sistemas de valores, prácticas culturales y desigualdades sociales existentes. Dicho de otra forma, las problemáticas de las escuelas son las expresiones concretas de los conflictos y rasgos de sus sociedades de referencia.

Luego de lo anterior, también es relevante reconocer el potencial que también tienen las instituciones escolares y sus actores, para mitigar las inequidades e influir en los cambios culturales e identitarios de sus sociedades.

No obstante, para que lo microsocial y lo macrosocial se sincronicen para realizar cambios culturales es imperativo contar con liderazgos pertinentes. El liderazgo escolar se define como la capacidad de los líderes educativos (como equipos directivos, docentes y apoderados), para guiar y motivar a una comunidad educativa hacia el logro de objetivos comunes, promoviendo el crecimiento académico, social y emocional de los estudiantes. Lo anterior implica la toma de decisiones estratégicas que beneficien el desarrollo del entorno escolar, la creación de un clima positivo, la colaboración entre los miembros de la comunidad y la mejora continua de la enseñanza y el aprendizaje.

Para enfrentar la violencia que se observa en el sistema educativo, las y los líderes escolares no solo se deben conformar con administrar los recursos y organizar actividades, sino que también deben inspirar y movilizar a otros hacia una visión compartida. Además deben fomentar la innovación, gestionar conflictos de forma constructiva y mantener una comunicación efectiva. Su trabajo se basa en principios éticos y en un compromiso con el desempeño educativo, la equidad y la inclusión. Un liderazgo escolar efectivo contribuye a crear un ambiente en el que todas y todos los estudiantes tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.

Para erradicar la violencia en las escuelas se debe contar con un liderazgo adecuado junto con la claridad para saber que lo que ocurre en las interacciones cotidianas de los actores escolares se vincula directamente con lo que ocurre en su sociedad.

La violencia que a la fecha observamos en nuestros establecimientos educativos se expresan como actos de agresión física, verbal, psicológica o simbólica, que ocurre en el contexto educativo y afecta al estudiantado, docentes, (…)

Artículo completo: 1 334 palabras.

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Dante Castillo* y Mario Torres*

*Investigador PIIE. **Académico UTEM.

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