Con respecto al aspecto normativo es importante recordar que ha habido avances. En primer lugar, el femicidio estaba regido por la ley de violencia intrafamiliar, que sólo consideraba que había femicidio cuando el acto había sido cometido por la pareja o expareja (Ley 21.013, 2017). En cambio, la Ley actual de femicidio (Ley 21.212, 2020), amplía el delito a cualquier asesinato de una mujer donde haya existido motivos de odio, menosprecio o abuso por causa de género, sin importar la relación o cercanía del asesino con su víctima, sin embargo, no considera todavía el suicidio por causa de violencia de género (Brito, Basualto y Posada, 2021a). Por su parte, la Ley 21.675, promulgada el 3 de enero del 2024, denominada ley integral de violencia, refiere a “establecer medidas para prevenir, sancionar y erradicar la violencia en contra de las mujeres, en razón del género” (BCN News mundo, 2024, s.p). Esta ley considera que es “violencia de género cualquier acción u omisión que cause muerte, daño o sufrimiento a la mujer en razón de su género, donde quiera que ocurra, ya sea en el ámbito público o privado; o una amenaza de ello” (Ley 21.675BCN, 2024, art. 5). Es necesario aclarar que el concepto femicidio, en su momento, se utilizó para denominar el delito realizado por la pareja varón con el propósito de ejercer dominio sobre la mujer; es por este motivo que Lagarde (2006), levanta el concepto de feminicidio el cual tiene un alcance más amplio pues concierne matar a una mujer por el sólo hecho de ser mujer. La legislación chilena ha asumido el alcance del concepto de feminicidio aunque ha optado por usar la terminología de femicidio. En el presente escrito, “se opta por una definición que considera estas dimensiones, pues concibe el femicidio como un terrorismo patriarcal que causa la muerte de una mujer por razones de sexo-género o femenifobia” (Brito, Basualto y Posada, 2021d, p.59).
Ahora bien, el lema de la RED, el machismo mata, es una advertencia y una denuncia que debe movilizar al Estado, a las instituciones y a la sociedad civil a la aplicación de las leyes existentes para su efectividad y declarar penas ejemplares. Sin embargo, los hechos evidencian que esto no sucede con el rigor que merece la pérdida de vida de mujeres en manos del patriarcado y el machismo imperante en todos los espacios y contextos: laborales, familiares, territoriales, educativos y relaciones sexo-afectiva.
De esta manera, la violencia contra la mujer se vuelve en una realidad que está inserta en las estructuras y se reproduce en todos los espacios de la vida social. Actualmente, “las mujeres son víctimas de los abusos multidimensionales que ataca sus cuerpos, mente e inteligencia, generándose un desconcierto y perplejidad ante la naturalización histórica de la violencia, lentitud de los procesos judiciales y bajas penalidades” (Brito, Basualto y Posada, 2021b, p. 26)
Casos de alta gravedad
En las últimas semanas la opinión pública ha debatido ampliamente las denuncia por violación de dos personajes públicos, poderosos en diferentes esferas de nuestra sociedad, uno del mundo de la política y otro del ámbito del deporte de alta competencia a nivel mundial. Lo gravísimo es que las evidencias en los hechos investigados apuntan a las figuras legales de más alta gravedad en términos de delito sexual, es decir, la violación, cuya ocurrencia ha estado acompañada de otros ilícitos para su consumación, como la utilización de estupefacientes, drogas o alcohol, que mediante la alteración de conciencia y pérdida de voluntad facilitan la perpetración de este delito atentatorio de la dignidad y de la vida de las mujeres. Ciertamente la violación en si ya es un modo de violentar los cuerpos y las decisiones de las mujeres, minimizando la libertad y voluntad deliberativa, pero además utilizar otras medidas ilícitas, que pongan en duda el consentimiento, voluntad y conciencia, frente a los hechos ante la opinión pública es acompañar la violación física de una violación social.
Afirmamos lo anterior porque la violación también es una forma de femicidio. Muere una mujer en su corporeidad, muere el amor, muere la confianza, muere su ser...recuperarse de un hecho de tales magnitudes es muy complejo. El temor que vuelva a ocurrir en ella o en su círculo más cercano como hijas, sobrinas, nietas y amigas, es recurrente; por ello una mujer que ha experimentado la violación no solo muere ella, sino también mueren otras mujeres. Estos hechos se constituyen en antesala de la desvalorización y despojo de la dignidad, de la calidad humana de las mujeres. El paso posterior es transitar de este femicidio psicológico, físico y social que es la violación al siguiente paso que es el femicidio de exterminación y muerte. Estos hechos emblemáticos como los que hemos sido testigos en estos días son ejemplos (…)
Texto completo en la edición impresa del mes de noviembre 2024
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl