
Hace diez años, Rusia contaba con gran cantidad de migrantes. Ahora, los ciudadanos originarios de los países limítrofes buscan nuevos destinos. El fervor nacionalista, provocado por la guerra y el atentado islámico de Crocus City Hall en marzo de 2024, se tradujo en leyes restrictivas y en una persecución de los trabajadores ilegales, al punto de castigar a la propia economía de guerra, privándola de mano de obra.
Mientras su complejo militar industrial funciona a pleno régimen, Rusia padece una grave escasez de mano de obra estimada en 5 millones de personas (6,8% de su población activa) (1). Por el déficit de nacimientos que conoció en la década de 1990, el país carece de trabajadores jóvenes. Así fue como perdió, desde el año 2020, de 2 a 3 millones de trabajadores activos por la pandemia de Covid-19, la movilización del ejército y el exilio de los opositores a la guerra (2). Por otra parte, los sectores civiles de la economía sufren la transferencia de trabajadores hacia el sector armamentístico.
En las últimas décadas, Rusia compensaba sus dificultades demográficas con la inmigración. Con una cantidad de trabajadores extranjeros en su territorio que iba de 7 a 8 millones de trabajadores en 2013, se clasificaba, según las Naciones Unidas, en el segundo puesto de un ranking mundial de países que más migrantes recibían. Hoy cuenta con tres veces menos (3). Con el transcurso del tiempo, el abanico de los países de los que estos migrantes provenían se fue restringiendo a medida que la cantidad de personas que hablaba ruso en los Estado postsoviéticos iba disminuyendo, y que esas economías se reorientaban hacia el mercado europeo. Por ejemplo, desde 2014 los trabajadores provenientes de Moldavia pasaron de 700.000 a 80.000 (4). En 2024, cerca de 90% de los trabajadores inmigrantes eran originarios de uno de estos tres países: Uzbekistán, Tayikistán o Kirguistán. En la década de 2010, las autoridades llevaron adelante una reforma que permitió legalizar a gran parte de ellos. Sin embargo, según la Confederación del Trabajo de Rusia (CTR), una de las dos mayores centrales sindicales del país, a la mayoría se le negó el acceso a la educación, a una cobertura médica y al régimen de jubilaciones. Si esa medida redujo el costo de la mano de obra para las empresas, también redujo la motivación de las personas para ir a trabajar a Rusia, particularmente de los trabajadores más calificados. Al mismo tiempo, con una tasa de mortalidad que es 1,5 veces superior a la de la natalidad, la población sigue envejeciendo a gran velocidad.
Luz verde para la xenofobia
Tres millones de inmigrantes abandonaron Rusia después de las dos oleadas de devaluación del rublo en 2015, a principios de 2022 y en tiempos de la pandemia. Estas pérdidas no pudieron ser compensadas, en particular por la propia necesidad de mano de obra de los países de origen de los migrantes. En Uzbekistán, el mayor país de Asia central, la economía crece a una tasa de aproximadamente 6% por año. Mientras que (…)
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