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Nueva Ruta de la Seda en Sudamérica

El desembarco de China en Perú

El megapuerto de Chancay inaugura una nueva etapa de expansión china en América del Sur y genera tensiones con Estados Unidos por su potencial estratégico.

En lo alto del acantilado, el susurro del oleaje oceánico se mezcla con el zumbido metálico de una obra titánica que se eleva a poca distancia. Es en la bahía de Chancay, ciudad a ochenta kilómetros al norte de Lima, donde la empresa peruana Volcan Compañía Minera concibió, en 2013, la idea de establecer los cimientos de un megapuerto que conectara de manera directa a América del Sur con Asia, más específicamente con China, principal socio comercial de todos los países de la región. El sitio no fue elegido al azar. Las aguas profundas del lugar permiten recibir portacontenedores que transportan hasta 18.000 TEU (equivalentes a 6,10 metros). Además, su ubicación permite trazar una línea recta perfecta de 17.000 kilómetros hasta Shanghai. En veintitrés días –es decir, doce menos que antes– ya se puede vislumbrar el epicentro del comercio mundial. Un ahorro de tiempo y de costos logísticos (20% menos por travesía) que impacta en el precio de las mercancías. Las rutas preexistentes obligaban a los transportistas de Sudamérica a llegar a China a través de los nodos portuarios de Manzanillo, en México, o de Long Beach, en California.

Las ambiciones

En 2019, las ambiciones de Volcan se redimensionaron cuando la empresa andina se asoció con la naviera estatal china Cosco Shipping Ports. La cuarta compañía marítima más grande del mundo que domina el transporte de contenedores en el Pacífico. Los nuevos socios crearon un consorcio mixto –Cosco Shipping Ports Chancay– encargado de la expansión del proyecto. El gigante chino tiene una participación del 60%. La empresa invirtió 1.300 millones de dólares para poner en marcha la construcción de la obra. Por su parte, Volcan se endeudó con bancos chinos por un monto de 975 millones de dólares y escindió sus actividades portuarias en una empresa autónoma (1).

La obra se extiende sobre una superficie de 141 hectáreas y es una de las infraestructuras más grandes en las que ha invertido la República Popular China en América Latina. Una vez finalizada, la terminal portuaria recibirá buques de 24.000 TEU por una inversión total anunciada de 3.500 millones de dólares. Se prevé que hasta tres millones de contenedores transiten por sus instalaciones cada año. Gracias a su ubicación estratégica, el puerto está destinado a convertirse en un centro logístico del comercio entre los países de la región y la segunda potencia económica mundial. En términos de valor, el comercio entre Pekín y el subcontinente latinoamericano ha crecido exponencialmente desde principios de siglo: de 18.000 millones de dólares en 2002 a 500.000 millones en 2024 (2). Brasil confía en el potencial del proyecto. En 2024, el gobierno de Lula anunció la creación de cinco nuevas “rutas de integración y desarrollo sudamericanas” (3). Así se retoman las ambiciones de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) de los años 2000, cuyo objetivo era financiar un vasto programa de infraestructuras regionales comunes.

El puerto de Chancay está a punto de convertirse en la puerta de entrada para la nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative, BRI) (4). Veintiún países de la región (luego del retiro de Panamá, anunciado tras la presión ejercida por la administración de Donald Trump) forman parte de (…)

Artículo completo: 1 718 palabras.

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Romain Migus

Periodista, fundador del sitio de información sobre América Latina Les Deux Rives (les2rives.info).

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