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Sociedad y Educación

La reescolarización del estudiantado infantil y juvenil

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Ximena Armas, Sin título, 2019

Desde una perspectiva sociológica, actualmente es correcto señalar que las instituciones educativas chilenas, se desenvuelven en una sociedad posindustrial. Prueba de ello, es la centralidad del conocimiento y la tecnología. Un espacio donde la educación, la especialización y la formación continua, diseñan sus planes de estudio, para que el estudiantado acceda a empleos bien remunerados. Es decir, enfatizando en los conocimientos para el uso y para la innovación tecnológica. De esta manera, todo el sistema social nacional, usa un discurso y una práctica, que en nombre de la competitividad, considera al conocimiento y la tecnología, como uno el único motor de desarrollo económico y social para el país. En paralelo, Chile también se ha enfocado en la digitalización y la automatización, otorgándole más centralidad al uso de la tecnología de la información y de la inteligencia artificial, con el propósito de hacer crecer la automatización del trabajo. Pero, el aumento de una educación enfocada en fortalecer las habilidades digitales, reduce la demanda de empleo y de formación en otros sectores productivos, aumentando las desigualdades.

De estos procesos emerge la flexibilización laboral, cambiando las relaciones y condiciones del trabajo salariado; reduciendo el empleo estable y a largo plazo; aumentando los contratos temporales; y estimulando el trabajo por obras y por teletrabajo. Ligado a ello, surge una forma de empleo basado en trabajos esporádicos y muy ligados a las plataformas digitales. A lo anterior, se agrega la profundización del proceso de globalización, impulsado por la interconectividad en tiempo real. De esta manera, la sociedad chilena está interconectada a nivel económico, cultural y político que, entre otras cosas se traduce en una intensificación de los flujos migratorios, generando una sociedad más diversa, pero al mismo tiempo, con más conflictos de integración y de cohesión social. Una prueba de esto último, se observan en las presiones y tensiones que atraviesa las instituciones educativas, para cumplir con las funciones que le exige esta nueva sociedad.

El modelo de desarrollo posindustrial predominante en Chile, ha repercutido en todo el quehacer social y educativo. Por ejemplo, a nivel de la estructura familiar, disminuye la familia tradicional nuclear, aumentan los hogares monoparentales, las uniones no convencionales y una drástica baja de la natalidad (1,16 hijos, según la última cifra oficial de 2025). A la fecha, se advierte un natural cambio en los roles de género y en una alta y creciente participación de la mujer en todos los ámbitos del mercado laboral. En términos culturales y valóricos, se prioriza la autonomía personal, la diversidad y la realización individual. Se enfatiza en el consumo y el estilo de vida, como elementos de identidad. Esto último, apoyado en imágenes de sociedades occidentales más hegemónicas, principalmente la estadounidense. Este estilo posmoderno, impacta en la juventud para dar oportunidades, pero al costo de aumentar la presión por el éxito precoz. Una situación que también se vincula a los malos indicadores (…)

Artículo completo: 1 560 palabras.

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Dante Castillo*, Choukri Ben-Ayed** y Mario Torres**

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