La partición del Raj británico en 1947 dio origen a dos hermanos enemigos: India y Pakistán. La guerra latente entre las dos potencias condujo regularmente a intercambios de disparos en la región fronteriza de Cachemira. Una bendición para las fuerzas nacionalistas a ambos lados de la frontera; una amenaza para el planeta, dado que los dos Estados poseen armas nucleares.

El martes 6 de mayo de 2025, India disparó al menos nueve misiles sobre el territorio pakistaní. Pretendía responder al atentado de Pahalgam, en Cachemira, que produjo veintiocho muertos, entre ellos veintisiete turistas indios, el 22 de abril. Al bautizar “Sindoor” a su operación militar, por el nombre del polvo bermellón que el marido hindú pone en la frente de su esposa el día de su casamiento, Nueva Delhi se enrola en una visión tradicional de la mujer, reducida a su estatus marital, so pretexto de defender a las viudas de las víctimas, únicamente hombres.
El gobierno indio afirma que su operación apuntó solamente a infraestructuras terroristas; Islamabad contesta que le costó la vida a más de veinticinco civiles, lo cual parece haber sido confirmado por los primeros informes, a su vez cuestionados. Pakistán proclama haber derribado cinco aviones de caza indios; en las redes sociales, una avalancha de mensajes se jacta de la superioridad de los Chengdu J-10 “Dragón vigoroso” chinos, con los cuales se proveyó Islamabad, frente a los Rafale y Mirage 2000 franceses que equipan al ejército indio (1).
Se trata del quinto enfrentamiento militar entre los dos vecinos, poseedores de armas nucleares, desde la partición del Raj y la creación de las dos naciones, en 1947. Pero es la primera vez desde la guerra de 1971 que las operaciones alcanzan zonas por fuera de la región disputada de Cachemira. Los misiles indios golpearon Muridke y Bahawalpur, en el centro y el sur del Punyab, respectivamente, dos regiones conocidas por albergar al Lashkar-e-Taiba (LeT), un grupo islamista pakistaní señalado como “organización terrorista” por Naciones Unidas y que Nueva Delhi acusa de haber coordinado el ataque del 22 de abril con el apoyo de Islamabad. Por lo tanto, la decisión india viola un límite tácito del conflicto latente entre las dos capitales. Pakistán –donde el ejército está a la cabeza de un gobierno impopular– también rompió con su tradicional moderación, ya que apuntó a bases, depósitos de misiles y defensas aéreas indias con la ayuda de misiles tierra-tierra. El 9 de mayo, el temor de una escalada del conflicto condujo a las grandes capitales a intervenir para negociar un cese el fuego.
Este sólo podrá ser duradero si los dos países logran desenredar el embrollo de las dinámicas del conflicto –entre ellas, la cuestión de los respectivos estatus de Cachemira y de Baluchistán, una provincia secesionista en el seno de Pakistán, el futuro de la red hidrográfica del río Indo y la aspiración de los ciudadanos de ambos países a un futuro menos sombrío–.
El atentado de Pahalgam fue reivindicado por el Frente de Resistencia, un grupo islamista afiliado al LeT cuyo origen se remonta al 2019. Ese año, el gobierno indio, dirigido por el Bharatiya Janata Party (BJP), derogó el artículo 370 de la Constitución, que otorgaba un estatus especial al Estado de Jammu y Cachemira, garantizándole una autonomía formal y la capacidad de formular leyes de considerable importancia (2). Le siguió un período de dos años durante el cual Nueva Delhi puso a la región bajo toque de queda y bloqueó todas las comunicaciones. En tales condiciones, el perfil de los combatientes autonomistas cachemiros evolucionó rápidamente, y las organizaciones de izquierda, tales como el Frente de Liberación de Jammu y Cachemira (JKLF), que criticaban a la vez a India y a Pakistán por la ocupación de Cachemira, fueron reemplazadas por formaciones más abiertamente islamistas, y pro pakistaníes.
Apagar el incendio
Un mes antes del atentado de Pahalgam, el 11 de marzo de 2025, militantes del Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA, por sus siglas en inglés), desviaron el tren Jaffar Express con más de quinientos pasajeros a bordo, entre ellos, miembros del ejército. El atentado produjo al menos sesenta y cuatro muertos, según el ejército pakistaní, entre ellos treinta y tres miembros de la guerrilla. El BLA apuntó también contra infraestructuras vinculadas con el corredor económico que tiene como objetivo conectar la región de Xinjiang con el puerto bajo control chino de (…)
Texto completo en la edición impresa del mes de junio 2025
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl