Hoy la salud es un problema para los y las chilenas. La salud privada es cara y discrimina a los enfermos, atiende al 13% de la población más sana y rica. La salud pública cubre al 82% de la población y casi completamente a las personas con mayor riesgo de enfermar: adultos mayores, enfermos crónicos y personas en situación discapacidad. Tiene problemas importantes de acceso, especialmente a las especialidades, lo que se transforma en listas de espera interminables.
El actual gobierno y parlamentarios han buscado mejorar o solucionar estos problemas con legislaciones como: la Ley Corta de Isapre que mejora también el Fonasa; proyectos hoy en el congreso para terminar con las declaraciones de salud y la discriminación en el sistema privado; fortalecer el Fonasa; incidir en las listas de espera y el sistema público de salud, etc.
Sin embargo, lo más relevante que está sucediendo en salud no ha requerido seguir un camino legislativo, es el inicio hace más de 2 años de la “Estrategia de Atención Primaria Universal”, poco conocida hasta ahora. Se trata de ampliar y mejorar la atención primaria para todos y todas.
Para entenderlo, vale la pena revisar algo de la historia de la salud en Chile.
A comienzos del siglo XX, la salud del pueblo era un desastre. La esperanza de vida era de 30 años y morían más de 300 de cada 1000 niños que nacían. A propósito de las pésimas condiciones de vida y de trabajo aparece la llamada “cuestión social” con manifestaciones y huelgas que, si bien reprimidas con dureza e incluso matanzas, permite abrir un espacio de legislación por lo derechos laborales y de salud (Illanes, 1993)
Participación social
Se establece el código sanitario, el Seguro Obrero, la ley de enfermedades preventivas y se inician policlínicos ambulatorios, que hoy llamaríamos de Atención Primaria. En 1952 nace el Servicio Nacional de Salud que agrupa establecimientos dispersos. La creación del SNS, entidad centralizada, desconcentrada en zonas territoriales, cada una con poblaciones a cargo, es según Goic, el evento más importante de la primera parte del siglo XX (Goic, 2015). Permitió una visión integrada de las necesidades sanitarias desde el punto de vista social y de condiciones de vida con una atención médica con visión tanto individual como poblacional. Se empiezan a abordar determinantes de salud como el agua potable, el alcantarillado y la educación de las personas. En salud nacen los programas preventivos y de promoción de salud y se estructura la Atención Primaria con una fuerte participación social. Son relevantes el programa infantil con controles de salud y vacunaciones masivas, la lucha contra la desnutrición; el programa maternal con atención de parto por profesionales matronas a lo largo del país así como la entrega gratuita de anticonceptivos. Ello, sumado a las mejoras de las condiciones económico sociales ha permitido un enorme salto en los indicadores sanitarios del país, con descenso dramático de la mortalidad general e infantil (Lopez Jaña 2021), llegando la esperanza de vida a 81,2 años para 2023 y la mortalidad infantil a menos de 6 por cada 1000 niños nacidos vivos.
Podemos señalar que la atención primaria (APS) ha sido y es una Política de Estado, incluso en dictadura se mantuvo su presupuesto aun cuando en todo el Sistema Público disminuyó dramáticamente. Se transfirió su administración a los municipios (con Alcaldes designados) y se mantuvieron la gran mayoría de los programas preventivos lo que, a juicio de Razcinsky permitió que pese a la pobreza de los años 80, no se incrementara la mortalidad infantil y se mantuviera la baja en la desnutrición (Razcinsky 1984). A la vuelta de la democracia, se rearticuló la APS como base del Sistema Público, manteniendo la administración municipal, coordinada y financiada por el Ministerio de Salud (Fonasa)
Tenemos poca conciencia que la población de cada pedacito de nuestro territorio tiene a un equipo de salud a cargo que responde tanto a la administración del gobierno local, como a las políticas sanitarias país. Todo ello ha sido y es relevante a la hora de las frecuentes emergencias que sufrimos en el país. Hoy más de 100.000 funcionarios trabajan en APS, entre médicos, enfermeras, matronas, kinesiólogos, psicólogos, trabajadores sociales, químicos, nutricionistas, técnicos paramédicos y otros, en (…)
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