Desde antes de la apertura oficial del canal de Panamá en 1914 Estados Unidos manifestaba su intención de controlar ese paso, fundamental para unir sus dos costas. Desde entonces lo controló directamente hasta los tratados de Carter con Torrijos que modificaron el régimen. Sin embargo, su injerencia sigue siendo determinante y sus contornos y alcances hoy son parte de la disputa geopolítica con China.

“La política de este país es la de un canal estadounidense bajo control estadounidense: Estados Unidos no puede consentir en ceder este control a un país europeo”. Esta declaración no tiene como autor a Donald Trump en 2025, sino a otro inquilino de la Casa Blanca, Rutherford Hayes (1877-1881), que se dirigió así al Congreso en 1880. Poco antes, Ferdinand de Lesseps, presidente de la Compañía Universal del Canal Interoceánico, había intentado convencer a Estados Unidos de que invirtiera en su proyecto de construir un canal a nivel –es decir, sin esclusas como en Suez, lo que resultó imposible– que atravesara el istmo de Panamá. “Nuestro poder naval se duplicará, siempre que no cometamos la locura de buscar una garantía internacional o de dejar que otras potencias intervengan en esta empresa puramente estadounidense”, agregó Theodore Roosevelt (1901- 1909) algunos años antes de la apertura del canal, en 1914. En este campo, la política de Washington siempre fue la misma que para un canal estadounidense, construido y gestionado por estadounidenses en territorio estadounidense.
Desde el final de la guerra con México en 1848, Estados Unidos controló toda la costa de California sobre el océano Pacífico. Le siguieron Oregón y después las costas de Alaska tras la adquisición de ese territorio a Rusia en 1867. La población californiana tuvo un enorme crecimiento demográfico con la fiebre del oro que comenzó en 1848. Sin embargo, la ruta terrestre para alcanzar el Pacífico seguía siendo larga y particularmente peligrosa. La ruta marítima que daba la vuelta al Cabo de Hornos, de 11.300 kilómetros de largo, no resultaba muy atractiva. La primera línea ferroviaria permitió llegar a la costa oeste recién a partir de 1870.
Cruzar el istmo centroamericano en su sección más angosta fue objeto de múltiples estudios. Poco a poco se fueron implementando soluciones para reducir a más de la mitad la distancia del largo periplo por el sur. A mediados del siglo XIX, los barcos de la Accessory Transit Company, una empresa creada por Cornelius Vanderbilt, franquearon el istmo por Nicaragua remontando el río San Juan y después el lago Nicaragua. La expedición terminó con unos quince kilómetros a caballo a través del istmo de Rivas antes de llegar al Pacífico. La ruta era relativamente fácil y estaba menos infestada de malaria y fiebre amarilla que el pasaje por Panamá. El Congreso de Estados Unidos le dio su aval, pero gradualmente se terminó imponiendo la ruta por Panamá para los flujos migratorios con la creación del Panamá Railroad en 1855.
La construcción de un canal interoceánico era más delicada por razones logísticas, pero también jurídicas. Dado que la obra tenía que extenderse por el territorio de un Estado soberano, era éste el que tenía que definir su régimen jurídico. El Canal de Suez había resultado de una iniciativa francesa en territorio egipcio, y El Cairo había aceptado en la Convención de Constantinopla de 1888 garantizar su neutralidad tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz. La perspectiva de un canal interoceánico en el istmo centroamericano planteaba dos cuestiones: ¿quién lo controlaría y cuál sería su estatuto?
La estrategia de Washington
Para Estados Unidos, la dimensión estratégica de la obra era innegable. Preocupado por las ambiciones del Reino Unido en la región, Washington firmó con Londres en 1850 el Tratado Bulwer Clayton, que ponía cualquier proyecto de canal, tanto si se construía en Nicaragua como en Panamá, bajo el patrocinio conjunto de los dos países. Sería una ruta neutral, sin fortificaciones, con igualdad de trato para ambos países. Sin embargo, Estados Unidos lamentó haber concedido este derecho de supervisión a Londres en lo que consideraba su propio patio trasero. Después de la guerra hispano- estadounidense de 1898, Estados Unidos se convirtió en una potencia de primer orden no sólo en la zona del Caribe sino también en el (…)
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