
La historia de la salud en Chile es un relato de origen. Un origen tan antiguo como la propia existencia humana en un territorio agreste y de difícil dominio. Este rasgo anclado en la sapiencia de sus habitantes también es un acopio de conocimientos que en el transcurso y evolución de su vida ha generado respuestas basadas en la sobrevivencia y el ensayo y el error.
En este transcurso del desarrollo humano -primero para asegurarse una existencia precaria bajo el azote de elementos imponderables y posteriormente para subsistir en la tierra y comenzar a moldear la vida de hoyestas prácticas de cuidado y curación en su sentido primario son resultado de miles de años sistematizando y dando importancia a la reflexión sobre su entorno.
Evidencia hay, y mucha. Lecturas coloniales, rescate antropológico y cultural registrado en piedra, montañas, bosques y desiertos también ha sido recopilado oralmente. A través de rituales en la figura del brujo y siglos después con la de la machi. El curandero encarna la esencia del sanador que une lo terrenal y lo espiritual en la búsqueda del equilibrio y la cura. Este linaje de conocimientos, transmitido de generación en generación, culmina en nuestros tiempos en la figura del médico o doctor, herederos de una tradición milenaria de aliviar la enfermedad.
El desarrollo de esta salud empírica, a menudo mezclada con prácticas espirituales y religiosas, fue fundamental para la proliferación humana sobre la tierra. En el caso particular de Chile, este devenir marcó un hito relevante: a pesar de ser un país de ingresos medios y bajos en el concierto mundial, y no figurar entre las naciones con mayor Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, Chile ostenta hoy una expectativa de vida de 81 años segun un reciente estudio del World Population Review, basado en datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y la ONU.
Un Estado de bienestar
Este índice, entre los más altos a nivel global (Chile es el segundo país con mayor esperanza de vida en el continente después de Canadá (con un 83,1 años), es un testimonio innegable de las políticas de salud pública gestadas a lo largo del siglo pasado. Ellas hicieron suyo el concepto de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la carencia de afecciones o enfermedades”. Esto implicó un cambio sociopolítico trascendental, reconociendo que no solo la medicina curativa es vital, sino que un ambiente de desarrollo social integral –incluyendo vivienda digna, alimentación adecuada, acceso a la cultura y sanidad ambiental– es absolutamente fundamental.
Los inicios de la evolución de la salud pública en Chile, durante los tiempos de la Colonia, estaban anclados en la filantropía y la beneficencia religiosa. La incipiente estructura social campesina y el posterior desarrollo de asentamientos urbanos, sumados a una industrialización incipiente, trajeron consigo graves problemas de salud: carencias, pestes recurrentes, insalubridad generalizada, desnutrición crónica y una bajísima tasa de supervivencia infantil. Era una calamidad que diezmaba la fuerza de trabajo y atentaba contra el desarrollo (…)
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