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Inteligencia Artificial Generativa: Del Rincón del Vago a ChatGPT

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Raimundo Edwards, Oráculo (Spray y pintura acrílica sobre tela), 2019-2023
(Gentileza Collectio-collectio - www.raimundoedwards.cl)

¿Se ha puesto a pensar en todo lo que se puede llegar a hacer usando los sistemas de Inteligencia Artificial Generativa (IAG)? ¿Y se ha preguntado también por el valor de realizar un trabajo original? Las IAG llegaron a nuestras vidas para ser ayudas, aliadas, pero ¿sabemos en realidad lo que estamos cediendo si las usamos para pensar por nosotros?

Sucede que en la actualidad le insertan el agregado Inteligencia Artificial (IA) a todo . Me preocupa cuando se relaciona con actividades de educación que se refieren por ejemplo a la planificación de una sesión de clases o asignatura, sobre un tema específico. O cuando se relaciona con la entrega de un trabajo que requiere una producción de ideas originales. Por ejemplo, una tesis.

Abundan los talleres sobre la utilidad de las IAG en que nuevos expertos dan “tips” sobre el uso de variadas herramientas disponibles para la utilización de ellas: Gemini, Claude 3, Bing Copilot, Llama, Perplexity, por nombrar algunas.

En los talleres explican que un “Prompt“ es una instrucción, pregunta o un texto que se utiliza para interactuar con sistemas de IAG. Luego viene el uso que se les puede dar.

Los riesgos de pensar que se puede hacer esto con precisión absoluta son bastante elocuentes. Hay que realizar muy buenas preguntas (“prompts”) al sistema de IAG que se elija y quien lidera las producciones a desarrollar debe ser una persona bien informada.

El año pasado se me ocurrió pedirle a Chatgpt que comprobara la convergencia de una serie geométrica y indicando el valor de convergencia. Quería saber si esta IAG era capaz de hacer un cálculo que podría hacer una persona licenciada en matemática de una universidad seria.

El resultado fue que el sistema de IAG inventó el valor de convergencia a partir de una ecuación cuadrática cuyas soluciones no eran las correctas y descartó valores erróneos para luego concluir que la solución era una raíz. Esto se podría interpretar como que el sistema sufrió algún tipo de alucinación. El problema es que una persona que confía a ciegas en el sistema de IAG se lo cree. Esto les sucede a aquellos jóvenes que ven en Chatgpt, por ejemplo, la solución a sus problemas (de matemática).

Resulta desmoralizante observar que existan jóvenes que imaginen que pueden burlar el sistema creyendo que el profesorado no puede distinguir entre una respuesta humana de una de Chatgpt.

Aquí aparecen los desafíos éticos que supone entregar la creatividad a los sistemas de IAG y adjudicarse el mérito. Como escritora de columnas en diferentes medios desde hace años, nadie podría cuestionar que mis columnas son de mi puño y letra, o que tengo experiencia con la pluma. Pero llamaría la atención o sorprendería mucho, si mi producción de columnas de manera súbita comenzara a darse a diario y en ruso.

La tentación es grande para (…)

Artículo completo: 1 532 palabras.

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Claudia Vargas Díaz

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