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Mark Twain, Virginia Woolf, Charlotte Brontë…

¿Quién odia a Jane Austen?

Desde la primera publicación de la escritora inglesa Jane Austen a comienzos del siglo XIX a esta parte su éxito ha sido imparable y no deja de crecer en adaptaciones y fanáticos. ¿Es válido criticarla por su visión del mundo extremadamente burguesa o su falta de cuestionamiento al orden moral imperante?
“Cuando se tiene necesidad de odiar a alguien, uno jamás se queda sin razones”.
Jane Austen, Lady Susan

Jane Austen nació en 1775 en Hampshire, Inglaterra, y murió cuarenta y un años más tarde, en 1817, en el mismo condado. Aquellos que hayan vivido en una cueva hasta hoy se enterarán aquí de que fue una novelista.

La vida de Jane Austen es fácil de resumir: transcurre exclusivamente en el seno de una familia unida de la pequeña nobleza rural. En ese entorno rústico, modesto e intelectual, disfruta de una buena educación, pero vive con lo justo desde el primero al último día. Y no se casa, lo que le deja tiempo para elaborar una obra consagrada al arte de elegir un esposo. En ese discreto florecimiento literario, se destacan las novelas Sensatez y sentimientos, publicada en 1811, Orgullo y prejuicio, en 1813, Mansfield Park, en 1814 y Emma, en 1816, las cuales conocen un cierto éxito de ventas y le reportan 631 libras esterlinas, ni un solo centavo más. Otras dos novelas, La abadía de Northanger y Persuasión, fueron publicadas en forma póstuma en 1818. Y Sanditon, comenzada en enero de 1817, permanece inconclusa.

La obra de Jane Austen ha recibido una gran cantidad de calificativos, algunos de los cuales se repiten más que otros: “dominio del discurso indirecto libre”, “realismo social” y “humor feroz”. Si una larga sucesión de novelas sentimentales ha seducido durante mucho tiempo al público, ella se presenta como una crítica de esa tradición en clave irónica. Ella constituye un puente que conducirá al movimiento conocido con el nombre de realismo literario. Los encantos de su escritura son numerosos… Sobre este tema cedo la palabra a Virginia Woolf, en El lector común (1925, L’Arche, París, 2004): “El ingenio de Jane Austen sólo es comparable con la perfección de su gusto. En ella, un idiota es un idiota, un esnob es un esnob porque se aleja del modelo de la razón y el sentido común que ella tiene en la cabeza y que nos transmite sin equívocos, aun cuando nos haga reír. Jamás un novelista ha dado pruebas de un sentido tan irreprochable de los valores humanos”.

Cada una de sus novelas sigue la misma trama: múltiples contrariedades a propósito del amor, del dinero, del estatus social, hasta el casamiento final. Porque todo termina siempre en un casamiento. Pero vayamos más allá de este patrón simplista. La ensayista Sheryl Craig afirma: “En estas novelas, los personajes hacen lo que deseamos todos: tienen confianza en sí mismos y resisten a aquellos que los desprecian” (1). Si bien no es del todo seguro que insinúe una posición política radical (2), sin duda aboga por un individualismo sutil pero firme como modo de emancipación femenina. Ante todo, ella expone una condición humana y no sólo femenina, asfixiada por los problemas económicos. Y aconseja tener el coraje de no casarse solo por el dinero. La pobreza es el infierno, pero pasar la vida en mala compañía es otro.

Éxito imparable

Su reputación literaria sigue siendo moderada pero halagadora en vida. Más de cincuenta años después de su muerte, su sobrino James Edward Austen-Leigh publica Memorias de Jane Austen (Editorial Richard Bentley and Son, 1869). Es un suceso sensacional: el “janeitismo”, ese “fanatismo idólatra, quizás un poco vergonzoso, sentido por ‘Jane’ y por cada (…)

Artículo completo: 1 898 palabras.

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Catherine Dufour

Escritora.

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