Hoy la desigualdad económica esprácticamente similar a la de cien años atrás (Chancel et al, 2022). En el año 1820, el 10% más rico de la población mundial tenía ingresos 18 veces más altos que la mitad de la población. En el año 1910 (hace cien años aprox.) esta diferencia aumentó a 41 veces y en el año 2020, la diferencia fue de 38 veces. En otras palabras, si bien hoy hay más riqueza que hace cien años atrás, desde un punto de vista económico, seguimos viviendo en tiempos imperiales. En esta columna, proponemos cinco perspectivas para entender la complejidad de esta situación.
Primero, en estos tiempos imperiales las herencias son fundamentales. A nivel global, el 36% de la riqueza de los multimillonarios es heredada (Oxfam, 2025). De hecho, la herencia explica en gran parte por qué hay más personas jóvenes multimillonarias que en el pasado. En el año 2025, por ejemplo, todos los nuevos multimillonarios menores de 30 años (excepto dos), alcanzaron este lugar porque heredaron su riqueza. El más joven de estos herederos (de 19 años) es el hijo del dueño de una farmacéutica alemana Hunter-Hart, 2025).
A propósito del peso de las herencias, no es coincidencia que haya aparecido una nueva ocupación (la de los wealth managers) que reúne a un ejército de profesionales muy bien pagados que trabaja para los súper ricos en una industria de defensa de su riqueza. Es una nueva ocupación compuesta por contadores, abogados, inversores, mediadores de conflictos familiares, todos en uno, y que pueden ser contratados de forma individual o en grupo (en una family office). Estos profesionales inventan diversas fórmulas para, por ejemplo, mover el patrimonio a países con nula o baja tributación o para diseminar el patrimonio en un sinfín de empresas, evadiendo impuestos y el escrutinio público (Harrington, 2016). Un asesor en Chile explica en los siguientes términos la complejidad del negocio: “¿qué hace la gente?, compra todo a través de las empresas… tienen una fábrica, arriba de esas, ellos no son los socios directos, sino que tienen una sociedad de inversión, y después puede haber otra sociedad, y esa sociedad de inversión hace retiro de su sociedad de abajo; no has pagado impuestos, o sea pagó la de abajo el impuesto de primera categoría, el 20%. Después, los retiros entre empresas no pagan impuestos, entonces qué hace la empresa, compra una casa, y vive el socio” (Atria y Hernández, 2019, p.219).
Segundo, en estos tiempos imperiales la concentración de mercados es rampante. Uno de los ejemplos más dramáticos se relaciona con la alimentación. En el año 1997, diez empresas controlaban el 40% del mercado mundial de semillas. Al año 2020, esa cuota de 40% está controlada por sólo dos empresas (Shand et al., 2022, p.16). Como sabemos, el costo de la concentracióna es altísimo. Por ejemplo, empresas de la industria agro aprovecharon el alza de los precios de los alimentos inducidos por la pandemia para mantenerlos altos en el tiempo. Esto, a su vez, redundó en más inflación (Oxfam, 2024, p.27).
El negocio previsional chileno es otro ejemplo que ilustra muy bien los altos costos de las tendencias monopólicas. El sistema de capitalización individual se ancló en una narrativa de libertad y competencia, invitando a empresas y sindicatos a crear sus propias AFPs, pero ya sabemos la historia. Hoy el mercado está concentrado en siete AFPs y compañías de seguros de vida transnacionales son dueñas de cinco de ellas. La estrategia de las licitaciones de carteras y stock de afiliados celebrada por las comisiones de expertos, precisamente se fundamenta en la necesidad de inyectar más competencia al sistema para bajar los precios de las comisiones que se cobran por administración y gestión de inversión (Fundación SOL, 2023). Pero, como el poder económico siempre se cristaliza en poder político, compañías de seguros de vida transnacionales con millonarias utilidades y sin una pizca de vergüenza, apenas pueden se apuran en declarar que más competencia en el negocio previsional chileno “crea ventajas injustas” en detrimento de inversores estadounidenses (Marusic, 2025). Es la lógica colonial vestida con nuevos ropajes.
Tercero, en estos tiempos donde la pobreza por ingresos afecta al 44% de la humanidad (Banco Mundial, 2024), se suman políticas que han debilitado al Estado como garante de derechos fundamentales.
Las políticas de tributación progresivas (es decir, las que impulsan que personas con más ingresos contribuyan más en el pago de impuestos) van en retirada hasta el punto que en países como Francia, Italia y Holanda las personas billonarias tienen una tasa relativa de impuestos menor que el 50% más pobre (Zucman, 2024). Chile no se queda atrás. De acuerdo con un informe elaborado por el Ministerio de Hacienda (2022), la carga tributaria de la persona promedio del 0,01% de mayores ingresos en Chile (que corresponde a 1.315 contribuyentes) es de (…)
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