Los hutíes vencen al imperio

Con un arsenal improvisado, los hutíes de Yemen resistieron los bombardeos estadounidenses, derribaron drones militares y forzaron la retirada del portaaviones USS Truman tras meses de una costosa y fallida incursión norteamericana.

Desde que en 2004 surgió como grupo armado para protestar contra la invasión estadounidense a Irak y la ocupación israelí de Palestina, el movimiento hutí es como una espina clavada para Washington, Riad y Tel Aviv. El ataque de Hamas contra Israel, el 7 de octubre de 2023, inauguró una nueva fase de este enfrentamiento. Los rebeldes, que también estaban pasando hambre a causa del bloqueo marítimo saudí (apoyado por Estados Unidos), obstaculizaron el tráfico comercial a través del Mar Rojo en un intento de forzar a Israel y sus aliados a levantar el sitio de la Franja de Gaza. Los hutíes recurrieron a un arsenal improvisado de lanchas, misiles, drones y submarinos no tripulados.

En nombre de la libertad de navegación, la administración de Joseph Biden lanzó una serie de ataques aéreos en Yemen y envió fuerzas navales para reabrir el estrecho de Bab-el-Mandeb. La campaña no tuvo éxito. Dos Navy SEALs (equipos de élite de la Marina estadounidense) se ahogaron mientras intentaban abordar un barco “dhow” hutí, y la tripulación del crucero USS Gettysburg derribó por error un avión de combate F/A-18F Super Hornet que acababa de despegar del USS Harry S. Truman, buque insignia de la Armada de Estados Unidos. Unas semanas más tarde, el portaaviones de propulsión nuclear colisionó con un buque mercante egipcio.

En enero de 2025, Donald Trump designó a los hutíes como “organización terrorista extranjera” e intensificó la guerra iniciada por su predecesor. Reforzó la presencia estadounidense en la región con un nuevo grupo de combate de portaaviones que cuesta 6,5 millones de dólares por día; bombarderos furtivos B-2 que cuestan 90 mil dólares por hora de vuelo, y misiles antibalísticos que cuestan 2,7 millones de dólares por unidad. (…)