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5 de octubre, un triunfo de hace 34 años, que resultó truncado. Por Luis Osorio

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Pensar en la idea que la educación es pieza clave para el bienestar de una sociedad y quienes la componen, resulta algo razonable, como factor de desarrollo para mayorías, es algo sano, mesurado y no violento.

Al contrario de la atención hospitalaria, en que la hotelería se puede obviar, para priorizar el elemento central que es una buena atención, garantizando el hacer frente a los diagnósticos detectados, en educación no sucede lo mismo. De todos modos, sin dejar en la salud, el pasar por alto condiciones de bienestar hospitalaria que puedan incidir en la recuperación. Los ambientes de aprendizaje son esenciales y todo elemento que sume al enriquecimiento de éstos, aporta a la acción docente y al beneficio de los estudiantes. Va más allá que la reparación de los baños, lo esencial es el todo.

En el caso hospitalario, la atención oportuna sin esperas puede incidir en la recuperación o mitigación de los efectos de una patología, dentro de una condición en que los recursos para la atención se encuentren disponibles para todos quienes lo necesiten.

La decisión por la atención médica no es algo que en muchas ocasiones se pueda planear, por provenir de situaciones inesperadas debe enfrentarse con la debida celeridad, aunque sí acciones de medicina preventiva son favorables.

La educación en cambio no es un imprevisto, sino que es la esencia de un derecho adquirido desde el nacer y sobre el cual no debería construirse un sistema compuesto de brechas, sino con tendencia a un espacio común garantizado para todos y todas, independiente de la clase social, para un emparejamiento de la cancha, se trata de lo que da lugar a la exigencia de los deberes provenientes de la entrega de los derechos, bajo una articulación que tenga en cuenta todas las variables que intervienen.

Las autoridades de la nación, en algún momento han decidido por la educación de sus hijos, poniendo en juego parámetros que deben sopesar sobre el tipo de enseñanza a escoger, condiciones brindadas para el aprendizaje y herramientas provistas para el futuro entregadas a las generaciones consanguíneas que les siguen, y saben del costo que ello significa, pero que pueden solventar sin dificultad.

Aquel esquema de la educación pública donde convergían sectores de diferentes clases sociales desapareció y se fue abriendo paso una gran diferenciación entre distintos tipos de establecimientos, a lo cual sucesivamente los gobiernos le hicieron caso omiso y actuaron en forma premeditada en función de sus intereses. Se hace mención con énfasis en esto, porque es la forma de ir construyendo diferencias y desigualdades. Ciertamente en educación se ha omitido en cuestiones fundamentales y se reproduce el sistema a un estilo de retroalimentar una sociedad altamente desigual, con un abanico de tópicos no abordados, a un estilo de instaurar la resistencia al cambio, por motivos económicos y de supremacía del poder. Lo descrito es la partida del análisis, de los 34 años que se cumplen del triunfo del NO, ya que se trata de un hito en que se veía una esperanza con el norte de una transformación social significativa, pero el eje crucial de ese cambio se ignoró, en privilegio de la clase de poder y de algunos que fueron emergiendo en la política.

Siendo que el NO era el resultado de un plebiscito que marcaba expectativas, y supuestas alegrías que estaban por llegar, ello no se hizo realidad, aun disponiendo de los tiempos suficientes para pensar, cambiar, diseñar e implementar un modelo diferente, y una sociedad rigurosamente justa. Pero el NO, también tenía el significado de terminar con la dictadura e instaurar una democracia, que también queda en tela de juicio, por el hecho que la clase política se aferró al modelo por el que se gestó el golpe de estado, modelo planeado-estratégica y doctrinariamente, anticipando su continuidad y con garantías de las fuerzas políticas que se harían cargo de los gobiernos post año 90. Fue el inicio del echar por tierra las expectativas de futuro diferente.

La soberbia y la arrogancia se abrieron paso, desde el poder político que proporciona bienestar para quienes lo conforman, con el pasar de los años siguen vigentes las presiones de influencia, y sienten haber desarrollado aportes al país que no son tales. El ir dejando pendientes, se transformó en costumbre.

¿Es que acaso cuando se ha convivido hasta hoy con la Constitución del 80, hemos alcanzado la democracia?, ¿La permanencia de un modelo económico sin alteraciones, es una muestra de continuidad de la dictadura? ¿Entonces, en qué se sustenta esa frase recurrente que expresa hay que cuidar la democracia? Realmente vivimos una situación de precariedad social, que, acrecentada por otras situaciones, ligadas a ese Chile declarado como un oasis por Piñera, se vive en un deterioro creciente y en que algunos, se niegan a aceptar su responsabilidad en haber llegado al estallido social, no observando la precariedad en las formas de vida, creen haber dejado la huella de una gran obra, y sienten desprecio por sus detractores, por los que hablan de que no eran 30 pesos sino 30 años.

Sabiendo, que ha habido avances en ciertas materias, en la acumulación de años pasa la cuenta de manera irrefutable lo estructural, que mantiene el Estado subsidiario y la diferenciación en aspectos trascendentes de la vida. Hay personajes que observan la evolución con la posibilidad de adquirir un auto, aunque sea con endeudamiento, pero se cierran a mirar las brechas de mayor profundidad con las que se coexiste.

Cuando no se tiene la oportunidad de una buena educación, ello repercute en las posibilidades de abrirse camino para tener condiciones dignas de vida y queda abierta la puerta para satisfacer la necesidad de la mano de obra barata. Eso es lo que ha primado en el país.

Pueden agregarse muchas otras cosas, pero en un nuevo aniversario del triunfo del NO, hay un atraso de dimensiones en relación con lo esperado. Algunos de los soberbios han alcanzado posiciones privilegiadas, predominando la insensibilidad con lo social. Son los ejes doctrinarios de la derecha del 73 los que se encuentran vigentes, y los otros, haciendo referencia así a los no derechistas, no pueden exhibir un proyecto de tipo de sociedad con acercamiento al bienestar de la mayoría, así seguimos marcando el paso y se pasa a ser reactivos del día a día, eludiendo el largo plazo. No está instalada la visión de una hegemonía que trascienda por 50 años más, mientras otros tienen todo perfectamente claro.

Lo trascendental requiere tiempo e ideas claras traducidas en proyectos de largo plazo, con ideas, pensamientos y elaboraciones. No asumiendo inevitablemente el rol de administrador.

Recordando el plebiscito del 1988, en el cual algunos de quienes nos gobiernan tenían una corta edad, no se puede dejar pasar el plebiscito mucho más reciente de hace un mes y un día, con un contundente triunfo del rechazo, que en rigor no podía ser de otra forma.

La derecha que en ocasiones presenta un rostro un tanto moribundo, pero tiene otra componente representada por los poderes fácticos de mayor peso. Mientras algunos andaban con la sensación de que ahora se concretarían esperanzas, ellos desde que llegó al acuerdo por la paz, tenían una línea estratégica trazada y al detalle, podían invertir en una campaña envolvente, sabiendo que al existir el voto obligatorio el asunto no se trataba de ir en la búsqueda de un posible elector, sino que sólo activar a los medios de comunicación en los cuales tienen la propiedad, más la acción soterrada de las instituciones de salud y previsionales. Cuando se va a un puerta a puerta, no todas se abren porque hay territorios que representan riesgos para llegar a ellos. No obstante, la televisión se ha incrustado en muchos hogares y otorga un servicio a la política, no de cualquier signo.

Además, ellos, la derecha, tienen el privilegio del uso descarado de la mentira y el terror.

Por el otro lado, hay una entropía que viene de años, que nunca va a poder tener una presencia masiva en los medios e ingenuamente han construido la figura de la centroizquierda, un sector que no es nada más que el punto medio de un balancín de mayor inclinación hacia la derecha y las fuerzas de poder.

La política es algo interesante, por cuanto representa un espacio de pensamiento y desarrollo de ideas, pero no es lo mismo la institucionalidad política, distante de la ciudadanía, y que acapara la partida de un nuevo proceso constituyente, no con la idea de una Constitución como un texto del cual insistían debe ser la “casa de todos”, sino la verdadera intención es que cuente en su origen con el beneplácito de unos pocos, aunque sea un trazado de la convivencia de toda la ciudadanía, está última en su conjunto no tiene importancia.

La mirada la tendrán puesta en los ex presidentes de la república y su aceptación a una nueva Constitución, o a esos expertos certificados que se deben estar formando de manera acelerada, en el significado de una convivencia que perdure por medio siglo más. Son los rasgos de lo absurdo que ha pasado entre el 5 de octubre de 1988 y la misma fecha del año 2022. Por último, resulta imposible en medio de algo muy difuso que no debería ser así después de tantos años, observar al gobierno actual. Un comienzo con grandes esperanzas traducidas en la presencia de una propuesta de jóvenes que aspiraban llegar al gobierno en conjunto con una fuerza política de más de 100 años, que podía representar un punto de inflexión trascendente.

Sin embargo, se fueron sucediendo hechos que sería muy extensos de exponer, pero lo más latente es el rol fundamental del elector que permite que un presidente llegué a gobernar y lo hace teniendo al frente la opción de una coalición diferenciada de esa trayectoria de 30 años, lo cual es muy determinante al momento de elegir. Pero a poco andar, se le abren las puertas a una segunda coalición proveniente de esos años extensos que han pasado y que no asumieron en sus respectivos momentos los cambios sustanciales, son los autores del presente.

Se viene así el paso atrás y se retroalimentan las desconfianzas, pudiéndose inferir por dónde irán los 50 años que vienen, y el repliegue táctico de los que ya no estarán en esa época, hablando del 2023 al 2073. La historia tiene una fisura que no se ha logrado reparar, el acto simbólico o de añoranzas no es suficiente, y el tiempo para revertir una carga pesada expiró, se desperdiciaron 34 años o triunfaron los que aspiraban un país con las características actuales. De este artículo es perfectamente claro lo que habría que hacer si realmente se quiere transformar, y también lo que se debe hacer para seguir operando con la misma lógica.

Los sueños de años se transforman en desilusión y las ganas de seguir, pero con un trazado por armar y partiendo de lo que por años se omitió. No hay tolerancia, cuando caras conocidas del pasado se vuelven a parar como si fueran monos porfiados, que no entienden lo que ha pasado en el país, e irrumpen como si hubieran ganado una elección. La unidad no resulta cuando sólo se centra la mirada en un corto plazo desde un programa de gobierno, y no se ha tenido la capacidad de promover un gran proyecto social de largo alcance. Son 34 años de carencia total de un pensamiento transformador y la misma cantidad de tiempo con los resabios de la dictadura y en otros planos, las deudas de más de 500 años, siempre estamos más atrás desde donde deberíamos estar. Otros se las arreglan para escalar y mantenerse en el poder, que les otorga una seguridad garantizada de presente y futuro, distante de una vocación de servicio.

Entonces, ¿hay o no hay un proyecto diferente para los próximos 50 años? Por el momento no hubo triunfo del NO y estamos a la espera de la alegría, una sociedad con esperanzas frustradas. Un sector político que ha sido triunfador y opresor, otros son lobos con piel de oveja.

Estamos más distantes de una patria justa, con una dosis de rabia y un estallido social que se puede repetir. La historia moderna parte el año 73, y nos ha pasado la cuenta hasta el día de hoy, no lo merecíamos. Las víctimas de los derechos humanos, no han encontrado una reparación que se asemejara a los ideales por los que dieron sus vidas, ha primado el doble estándar y una cuota de traición.

5 de octubre de 2022

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