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“A 93 años del Grito de Córdoba, ahora Ruge Chile” por José Ignacio Ponce

“Los estudiantes de toda América latina, aunque movidos a la lucha por protestas peculiares, de su propia vida, parecen hablar el mismo lenguaje” [i] (José Carlos Maríategui)

“Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten, estamos pisando sobre una revolución.”[ii] (Manifiesto de Córdoba, 1918)

El 21 de Junio de 1918, los estudiantes de la Universidad de Córdoba en Argentina estremecían a todo el continente América con un grito que demandaba el fin a la estructura oligárquica de las instituciones universitarias de ése país y de todo el continente. Este fenómeno estuvo permeado por todas las luchas transformadoras que comenzaba a vivir el mundo. La década de 1910 y 1920, eran los años de la crisis capitalista expresada en la Primera Guerra Mundial, con lo que gran parte de la humanidad comenzó a verse caminando al precipicio. Obviamente, los primeros en caer al infierno eran los sectores populares y medios de la sociedad. Eran los que debían ir a la guerra, los que pasaban hambrunas y los que morían diariamente.

En el contexto de esa crisis mundial, esos mismos condenados de la tierra, serán los que dirán ¡Basta!. El correr de esas décadas, mientras todo parecía derrumbarse, fueron los trabajadores, los campesinos, los estudiantes y sectores medios empobrecidos que impulsaron las más grandes reformas sociales y políticas del siglo XX. Desde América Latina, comandados por Emiliano Zapata emergía la Revolución Mexicana, en Rusia liderados por Lenin los trabajadores y campesinos de ese país apuntaban las armas entregadas por el Zar para la Guerra, contra el propio Zar. Imbuidos de este mundo que trataba de nacer mientras el viejo moría, los estudiantes cordobeses alzaban la voz sosteniendo que “las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara”.[iii]

La lucidez de los universitarios argentinos se demostró en la comprensión del problema de las instituciones en las que se formaba, viendo que en ellas habían llegado a ser “el reflejo de estas sociedades decadentes, que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil”[iv]. Planteando así la necesidad de transformar completamente las Universidades, con fuertes tintes revolucionarios. En base a esto, lucharon por “un gobierno estrictamente democrático y sost(uvieron) que el DEMOS universitario, la soberanía, el derecho de darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes”[v], lo que posibilitaría que desde ese momento “sólo podr(ían) ser maestros en la futura república universitaria los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien”[vi]. Para dilucidar bien el tema, sostuvieron que “la juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de determinadas camarillas”[vii]. Como vemos, los estudiantes veían como principal horizonte de su lucha la democratización de la Universidad para poder extraer los obstáculos que impedían ser instituciones que cumplieran un real rol científico al servicio de la comunidad.

Además de lo dicho, el Manifiesto de Córdoba destacaba: el rol transformador de los jóvenes y el profundo sentido latinoamericanista de su llamado. Veían claramente que la juventud del continente y de Argentina estaba llamada a impulsar cambios y develar los problemas sociales, para ellos “la juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse.”[viii] Asignándose un rol político, sostenían que “La juventud universitaria de Córdoba cree que ha llegado la hora de plantear este grave problema a la consideración del país y de sus hombres representativos”[ix]. Es así, que los estudiantes de Córdoba se concebían como actores del desarrollo social y que podían ayudar a construir una sociedad mejor.

Por otro lado, retomando una larga línea de pensamiento continental, los líderes de este movimiento comprendieron las similitudes de los países latinoamericanos en el marco del sistema mundial y que las causas de los obstáculos para lograr un mayor bienestar social. Es así que desde Córdoba se les decía al resto de los americanos que “recojamos la lección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud a un llamamiento a la lucha suprema por la libertad”[x]. Para terminar, manifestando que “la juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de la América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que se inicia”[xi].Es importante mencionar esto, porque gran parte de quienes generaron este movimiento universitario tanto en Argentina como Cuba, Perú y Chile pasaron a engrosar las filas de movimientos sociales y políticos anticapitalistas durante los años ’20.

Las causas de este enorme movimiento universitario de carácter enormemente rebelde que terminó siendo contintental, fue la creciente pauperización de la vida que vivió gran parte de las sociedades latinoamericanas de la época. Los sectores medios o mesocráticos con expectativas en las universidades para el ascenso social, las vieron coartadas producto de la incapacidad de las instituciones educacionales de reaccionar a la debacle que comenzaba a experimentar el sistema capitalista y que terminó desatándose en 1929. Con ello, quedaron expresadas las contradicciones del mismo sistema económico y la imposibilidad de un sistema educacional democrático, de excelencia y al servicio del desarrollo autónomo de las sociedades latinoamericanas en el marco del capitalismo desigual y dependiente en el cual estaban inmersas. Sin embargo, la lucha por la reforma que se expresó durante casi toda la década del ’20 en muchos países del continente se fusionó con distintos conflictos antioligárquicos y anticapitalistas liberales de esa época, demostrando el impulso que le dieron las luchas universitarias y juveniles a las de obreros y campesinos para poner en cuestión la dominación de las clases en el poder. Aunque las revoluciones en las que terminaron dichos procesos no fueron triunfantes en toda su magnitud, sí lograron enormes cambios, en cuanto avances democratizadores tanto en derechos políticos como sociales, provocando que el Estado tuviera que garantizar muchos de ellos, tales como la educación.

Las enseñanzas del Grito de Córdoba para los universitarios chilenos del siglo XXI.

La importancia de conmemorar este hecho radica en la necesidad de reflexionar sobre las perspectivas del movimiento estudiantil que se desarrolla hoy en nuestro país. Primero, debemos decir que el contexto en el que estamos difiere enormemente al de principios del siglo XX. Sin embargo, debemos retomar que a lo largo de ese mismo siglo y también en la reforma del ’67-’68, los estudiantes jugaron un rol importantísimo en las luchas reivindicativas y democráticas de todos los países del mundo. En efecto, los estudiantes siempre estuvieron en las calles y contra las clases dominantes demandando que se terminara con las desigualdades sociales, propendiendo a una cada vez mayor democratización, de manera pluralista y libertaria. Es más, siempre los universitarios, buscaron ligarse a los sectores populares para apoyar sus reivindicaciones, ya que veían que la solución del problema radicaba en poder superar el sistema capitalista en el que estaban inmersos, entendiendo que en ese contexto los trabajadores jugaban un rol central. Así, se concibió que una educación democrática, de excelencia y al servicio de las comunidades en general no se podían lograr en un sistema donde estuviera controlado por la minoría de la sociedad, sino que por la gran mayoría social, expresada en los sectores populares y medios. Con lo cual, podemos ver que los estudiantes han jugado un rol dinamizador de las luchas sociales, haciéndole ver a los trabajadores el nivel de explotación en el cual están inmersos y que ellos también son parte de un sistema opresor, del cual deben deshacerse.

Por otro lado, no debemos desconocer que las demandas estudiantiles del siglo XXI son diferentes al del XX y que si bien la democratización juega un rol primordial, el raquítico estado de las Ues chilenas provoca que el tema del financiamiento sea otro gran eslabón del problema. Lo último, sólo confirma que en la actualidad más que nunca las Universidades están al servicio del sistema capitalista, superando el mero rol reproductivo de éste y pasado a ser directamente empresas de donde se lucra con ellas. El sistema capitalista ha provocado que los antiguamente valorados funcionarios del área de servicios ahora no sean más que la expresión moderna de la clase trabajadora con precarias condiciones laborales y que sea el futuro de gran cantidad de personas en las Ues, así como los llamados cesantes ilustrados. Todo causado por la enorme inserción de capitales para lucrar con el sueño de las familias de tener un trabajo digno para sus hijos.

Pero lo importante, es que los estudiantes chilenos se han aburrido de ese sistema, han dicho nuevamente ¡BASTA YA!. Cada vez es más fuerte la conciencia de los universitarios por cambiar hasta el fondo el sistema educacional, cuando se plantea la necesidad de darle un nuevo sentido al conjunto de las instituciones. Hoy son estudiantes universitarios y secundarios, como también los profesores los que se unen en esa lucha. Pero también durante la última semana, se sumaron distintos actores del mundo laboral para apoyar y profundizar la demanda de los estudiantes. En efecto, los días 15 y 16 de Junio del 2011 pasaran a la historia por haber marcado dos importantes hitos. El primero, por haber salido más de 20.000 estudiantes, trabajadores del ámbito privado y subcontratados de El Teniente a marchar juntos a la calle en la capital del país. El segundo, por haberse manifestado casi 200 mil personas en toda la nación por un mejor sistema educacional. Esto ratifica al progresiva transversalización de la lucha estudiantil y la enorme trascendencia que están logrando con su estado de ánimo combativo lo cual esta irradiando al conjunto de la sociedad. Con todo, se ha podido dilucidar que la única forma para construir una sociedad mejor en el contexto actual está criticando, proponiendo pero también luchando en las calles.

Después de 93 años, los estudiantes chilenos vuelven a gritar que se necesita un cambio profundo en nuestra sociedad, para despertarla del sueño neoliberal y que sólo se logrará por una lucha conjunta de la ciudadanía, pero que depende fundamentalmente del nivel de unidad que pueda alcanzar los trabajadores con los estudiantes, pero también que puedan manifestar una creciente radicalidad de sus demandas. Por ello, la consigna de RENACIONALIZAR el COBRE para una EDUCACIÓN GRATUITA para todos los CHILENOS, sea la expresión más potente y que pasará a la historia del GRITO chileno del 2011.

Porque ha llegado la hora de Chile,

Ha llegado el momento que los estudiantes deban LUCHAR, UNIR y VENCER.

José Ignacio Ponce López

Taller de Historia Política, Facultad de Humanidades, Universidad de Valparaíso

Miembro del Colectivo Estudiantes Movilizados, Universidad de Valparaíso

NOTAS:

[i] José Carlos Mariátegui. “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”. Biblioteca Amauta, Lima. pp. 122.

[ii] “Manifiesto Limiar de la Refoma Universitaria de 1918” disponible en http://respaldo.fcs.edu.uy/enz/licenciaturas/cicloinicial/optativas/manifesto_reforma_universitaria.pdf. pp. 1

[iii] Ibid. pp. 1

[iv] Ibid. pp. 1

[v] Ibid. pp. 2

[vi] Ibid. pp. 3

[vii] Ibid. pp. 5

[viii] Ibid. pp. 3

[ix] Ibid. pp. 3

[x] Ibid. pp. 6

[xi] Ibid. 6

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