A diez años de la crisis financiera

Las respuestas a la crisis de 2008 desestabilizaron el orden político y geopolítico. Mientras las derechas liberales se encuentran a la defensiva, las derechas nacionalistas lideran una contrarrevolución cultural. Pero el proyecto económico es el mismo. La mediatización a ultranza de este enfrentamiento busca llevar a los pueblos a elegir uno de los dos males.

Budapest, 23 de mayo de 2018. De chaqueta oscura un poco amplia y camisa violeta abierta sobre una polera, Stephen Bannon se planta frente a una asistencia de intelectuales y notables húngaros. “La mecha que disparó la revolución Trump fue encendida el 15 de septiembre de 2008 a las 9 de la mañana, cuando Lehman Brothers fue obligada a quebrar”. El ex estratega de la Casa Blanca no lo ignora: aquí, la crisis fue particularmente violenta. “Las elites se rescataron a sí mismas. Socializaron por completo el riesgo –continúa este ex vicepresidente del banco Goldman Sachs, cuyas actividades políticas son financiadas por fondos especulativos–. Pero el hombre de la calle, ¿fue rescatado?” Este “socialismo para los ricos” habría provocado en varios puntos del globo una “verdadera revuelta populista. En 2010, Viktor Orbán volvió al poder en Hungría”; fue un “Trump antes de Trump”.

Una década después de la tempestad financiera, el derrumbe económico mundial y la crisis de la deuda pública en Europa desaparecieron de las terminales Bloomberg donde centellean las curvas vitales del capitalismo. Pero su onda de choque amplificó dos grandes desajustes...