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Algunas ideas generales para discutir la calidad de la educación en Chile. Procedencia, estilo y disposiciones de las prácticas actuales del educador (1). Por Bruno Lucero Hernández

Las protestas por la educación han cesado en el 2012, sobre todo a final de año, cuando la arena mediática nos satura con actividades sutilmente múltiples y comercialmente similares. Con este cambio al parecer también ha descendido, en términos reflexivos y analíticos, la preocupación por la problemática de la calidad de la educación. Considerando esta contingencia mediática inversa, tiene aun más sentido científico-político insistir en la mantención de la problemática. Insistir en preguntarse por algunas claves histórico-estructurales que se esconden en la discusión actual por la calidad de la educación. Habría que pensar la nebulosa de la educación, sus generalidades, sus grandes procesos históricos; desmenuzando arqueológicamente la institucionalidad pedagógica, sus nudos mínimos que, como particularidad, muestran algunos gestos de importancia en la vida social general. Este texto se enmarca, junto a otros, en un intento de aporte a la reconstrucción histórica de la institucionalidad pedagógica en Chile, reconstrucción que se hace inevitable si se pretende pensar con rigor la crisis educacional actual.

Para armar un “frankenstein” hay que buscar y ligar los mínimos pedazos de cuerpo, hay que indagar en las minucias históricas, en las prácticas discursivas particulares que, en sus dispersas y múltiples procedencias, nos servirán para crear la totalidad, el problema. Eso sí, la tarea será cumplida siempre y cuando dicho cuerpo evidencie grietas que hagan posible su diseminación, su nuevo proceso de creación.

En este sentido metodológico, pensar el conflicto educacional desde la óptica de los procesos que construyeron el saber docente en Chile entre los años 1973 – 1983 adquiere coherencia, en tanto que la situación actual procede principalmente de las políticas públicas en educación desarrolladas por el gobierno militar de entonces. El docente de hoy, en vocabulario foucaultiano, es un efecto de poder de los dispositivos gubernamentales ejercidos en la población durante la dictadura. Específicamente, la normalización ha la que fue entregado el saber histórico del docente como elemento y condición para responder a la problemática de la desvalorización de este actor en la actualidad.

El sujeto docente, como ser vivo que se adhiere a una disciplina pedagógica, es una construcción histórica que, en parte, ha sido moldeada por el gobierno militar en Chile para transformarse en un instrumento dirigido a la reproducción de unos lineamientos y orientaciones que se instalan como las reglas del juego de la gubernabilidad neoliberal que hoy nos contiene. ¿Qué tipo de sujeto-docente, qué tipo de pedagogo se construye en la relación del ser viviente y los dispositivos racionales de la dictadura en sus procesos de descentralización de la educación? ¿Qué modelo de sujeto docente se pretende en el proceso de descentralización y municipalización de la educación?

Si nos remitimos a la segunda etapa del gobierno militar (2) podemos reconocer, en toda la discursividad del poder central, muchos elementos que nos muestran el tipo de docente que se busca desarrollar. En términos muy generales: un sujeto de obediencia, delimitado jerárquicamente, ejecutor de programas de estudios, que está en todo su proceso de enseñanza sometido a diversas orientaciones, exámenes e instrucciones centralizadas. Si miramos en efecto el reglamento de la “Carrera Docente” del año 1978, sus distinciones en base a rangos, competencias, ascensos y perfeccionamientos, podemos evidenciar claramente esta pretensión del “bando soberano” sobre el sujeto aislado. Por otro lado, las DPE del año 1979 nos entregan más certezas de dicha construcción normativa, específicamente en base a la sumisión que el docente propiamente tal tiene ante las jefaturas de Unidad técnica Pedagógica, Dirección de instituciones educativas y Supervisión de la Provincial de Educación.

El docente que nace de este nuevo proceso de normalización gubernamental es una especie aislada, subyugada a una línea de producción jerárquica inamovible, en negación consigo mismo y los otros en tanto la competitividad evaluativa, estandarizada y meramente resultadista que les impone el modelo neoliberal. Es una figura desvinculada de cualquier organización política participativa que le dé la oportunidad de reconocer su posición cultural y política en la sociedad. Los procesos de despolitización en la educación que se vivieron en el periodo de la dictadura instalaron las bases para levantar una sociedad desideologizada y obediente ante las referencias técnicas y profesionales impuestas por la ciencia neoliberal(3) . Este nuevo formato de saber del docente, obediente al texto técnico y eficiente a las metodologías externas y objetivos estandarizados, encuentra sus posibilidades de existencia en el gran proceso de tecnificación y descentralización de la educación.

Este proceso de descentralización sólo puede ser llevado a cabo gracias a un despliegue sistemático de las orientaciones capilares que expande el poder soberano. Una nueva orientación en red, con micro poderes repartidos por provincias y comunas, es la materialidad que da cabida a dicho cambio.

No obstante, soltar los poderes en la multiplicidad de lo local, no implica dominar menos, sino mejor. Esta idea es la que desarrolla Foucault con su concepto de gubernamentalidad (4) : el paso de un poder directo y externo a unas estrategias de dominación subjetiva que reposan en los propios individuos. Digámoslo así: los propios seres vivos se hacen cargo de la administración de sus funciones sociales, un autocontrol solapado que descansa en la esperanza relativa de sentirse un sujeto de saber cualificado y mejor que el otro.

Para decirlo en palabras de Giorgio Agamben: “De una parte están los seres vivientes, de la otra los dispositivos en los que el ser vivo queda capturado. El sujeto no es solo ser viviente, es un producto de esta relación del ser viviente y sus dispositivos (el lenguaje, la cultura, la economía, el gobierno, medios de comunicación, procesos educacionales, etc.). El sujeto es lo que se produce en esta relación entre el ser viviente y los dispositivos, es un campo de fuerzas, de disputas, un lugar de política” (5) .

Si el sujeto, entonces, es más que un simple ser viviente, un lugar de constante disputa entre los dispositivos estructurales y los propios seres vivos, cabe preguntarse por la posibilidad que este ser vivo docente tiene respecto del sujeto de saber docente que procede de las pretensiones gubernamentales de la dictadura. ¿Cómo podría encontrarse el profesor actual con esa construcción histórica de sujeto de obediencia que es, a la vez, un extraño y un sí mismo? ¿Cómo pretender que el sujeto docente marcado a fuego, determinado a instrucción y miedo, se reconozca hoy como objeto histórico, como ser viviente transformable, como posibilidad en potencia?

A modo de proyección y propuesta, inevitablemente habría que plantear la problemática de la calidad de la educación en términos científicos, y esto implicaría ni más ni menos que considerarlo como un problema político: pensar en la reapropiación del CPEIP por parte del docente propiamente tal, reorientar esta institución de saber hacia sus objetivos originales de experimentación y multiplicidad de la educación, sin duda sería beneficioso para el mejoramiento de la calidad educativa de nuestro país.

En definitiva, se hace sumamente necesario indagar en estas proyecciones y preguntas si lo que se busca es discutir sobre la calidad de la educación. No obstante, reconocer las procedencias que subyacen en la práctica docente actual y dejar abierta la producción subjetiva del docente respecto de su situación en potencia de saber y de tomar nuevamente la palabra, son la condición previa.

NOTAS:

1) Texto basado en la investigación desarrollada para optar al grado de Magister en Ciencias Sociales, mención Política: “Fórceps para una educación neoliberal en Chile. Descentralización de la enseñanza y procesos de normalización docente”. Bruno Lucero Hernández. Escuela Latinoamericana de Posgrados (ELAP), Universidad ARCIS, año 2012.

2) Se considera en este estudio una periodización tríadica del régimen militar guiada implícitamente por Iván Núñez, extraída de su libro “Evolución de la política educacional del régimen militar” del año 1982. No obstante, desde nuestro punto de vista la distinción en tres momentos es excesiva si lo que se pretende es evidenciar las lógicas que subyacen en el proceder del régimen en relación a las políticas educacionales. Núñez, considera una primera etapa “Desarrollista y de Seguridad” desde 1973 a 1976, una segunda llamada “Mercantilización y Privatización” que va desde 1977 a marzo de 1979 y una tercera etapa “Tecno económica”, que va desde la presentación de las Directivas Presidenciales sobre Educación (DPE) en adelante. En nuestro caso, la periodización consta de dos etapas que, inevitablemente se superponen: La etapa de “Seguridad, ocupación militar y proyección” desde 1973 a 1977, la cual prepara y limpia el camino para una segunda etapa que podríamos llamar como de “Ejecución tecno económica”. Esta segunda etapa comienza con el surgimiento del reglamento para la “Carrera Docente” en 1978, considera las DPE de 1979 y se extiende hasta aproximadamente la finalización del periodo de Municipalización de la Educación en 1983.

3) Con este concepto de ciencia neoliberal, se hace mención a ciertas prácticas científicas estandarizadas, metodológicamente uniformes, de visión univoca y totalitaria en donde prevalece el sentido economicista y numérico en los procesos de investigación social y educativa. Una de las instituciones más importantes en torno a la producción científica en educación en Chile es el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigación Pedagógica (CPEIP). Este nace a finales de los 60’ con una visión claramente académica, investigativa y experimentadora. Cuestión que se desvanece en la segunda parte del gobierno militar, al momento de que el centro es apropiado por los “equipos técnicos” de la dictadura y urge imponer, más que conocer y experimentar, una determinada visión del proceso educativo.

4) Ver M. Foucault, “Seguridad, territorio, población”. Edita FCE. Argentina 2006, pág. 63.

5) Agamben G. en conferencia. UNSAM. Argentina 2005. (http://contemporaneafilosofia.blogspot.com/2011_12_01_archive.html)

Bruno Lucero Hernández.

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