Archivos, secreto y derechos

Todo archivo tiene sentido no sólo en su perspectiva futura, “para las generaciones venideras” sino también en su actualidad, en su utilidad y uso social en el presente, sea para la investigación judicial o histórica, para producir nuevas obras culturales, o como estímulo para la elaboración y el trabajo de la memoria. Mantener el secreto y las restricciones al libre acceso a la información sobre el pasado reciente es posponer esos procesos. Tal vez, indefinidamente.

Luego de 9 años de mantener bajo secreto los archivos incautados en la Colonia Dignidad, el ministro Jorge Zepeda entregó 407 fichas de víctimas a los sitios de memoria agrupados en la Mesa de Trabajo sobre Colonia Dignidad, y otros 46.308 documentos al Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), manteniendo aún en su poder y bajo secreto, otras piezas que forman parte de ese archivo.

En cada una de esas decisiones el magistrado actuó con discrecionalidad, probablemente en virtud de sus atribuciones, pero el fundamento de sus decisiones para restringir o dar acceso no ha sido conocido. En tanto, el INDH informó que los documentos recibidos estarán disponibles sólo después del análisis a realizar en un “trabajo conjunto” con los sitios de memoria. Según se indicó, ésto requerirá tiempo, aunque no se mencionaron plazos debido a que esta tarea “significa una función más para el INDH”, razón por la cual se solicitaron recursos adicionales…