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El 11 de octubre pasado en Nueva York, a la hora del almuerzo, Nicolas Sarkozy ingresó al muy lucrativo circuito de los conferencistas prestigiosos. Las propuestas de ese tipo de prestaciones (cuya remuneración es de unos 115.000 euros), ya estarían afluyendo al despacho del ex presidente de la República Francesa: según la revista L’Express, habría “recibido setenta desde su partida del Elíseo, en mayo pasado” (3-10-12).

¿Será el acceso a la alta función pública una mera etapa dentro de un plan de carrera cuya materialización quedaría señalada por el enriquecimiento personal? Como sea, en estos términos reflexionaba Sarkozy en 2008 respecto a su futuro, cuando no pensaba aspirar a un segundo mandato: “Entonces yo, que en 2012 tendré 57 años, no me voy a presentar. Cuando veo los miles de millones que gana Clinton, ¡voy a llenarme los bolsillos! Hago esto durante cinco años y después me dedico a hacer dinero, como Clinton”.