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Carta a Christine Lagarde Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI)

Señora:

Justo cuando millones de arruinados por las políticas del FMI en Grecia, Portugal, España e Italia se enteraban de su gloriosa subida de sueldo en un 11%, quedando así con ingresos anuales de 323.485 euros, más una contrapartida de 57.912 euros libres de impuestos y de justificación, salvo la exigencia de respeto a “estándares éticos” que nadie sabe en qué consisten, justo en ese momento llegan sus muchachos a España con un rosario de nuevas exigencias salvadoras de la economía española.

Sus emisarios son portadores de esos “estándares éticos”, los mismos que arruinaron a Grecia mediante informes antojadizos, fraudulentos, inexactos y perversos, tal como usted misma reconoció en un informe “confidencial” publicado por The Wall Street Jornal el pasado 5 de junio, en el que de la manera más fría, vil y cobarde, es decir con el lenguaje propio del espolón del capitalismo en su expresión más inhumana, porque eso es precisamente el FMI que usted dirige, aludía a los no previstos daños que la políticas de austeridad impuestas causarían a la economía griega. Hundir un país y pedir aplausos. En eso consisten los “estándares éticos” del FMI.

Y ahora sus muchachos, como los magos de los peores circos, sacan de la chistera una serie de medidas para aumentar aún más el padecimiento y la pobreza de millones de españoles. Bajo el eufemismo de “aumentar la flexibilidad interna” el FMI propone “el uso de nuevos instrumentos para que las empresas se ajusten modificando las condiciones laborales y no mediante despidos”. Los más de seis millones de parados de España le dan las gracias, señora Lagarde, pero no pretenda que también le besen la mano por la indicación de reducir salarios y de pervertir cada vez más la naturaleza de los contratos.

Para “mejorar la competencia o competitividad” el FMI propone y dispone “una ley de unidad de mercado ambiciosa y reducir las barreras regulatorias que impiden el crecimiento de las empresas”. Es decir, menos presencia del Estado, mayores facilidades para la evasión fiscal de los empresarios, menos seguridad laboral, menos prestaciones sociales. Señora, esto se llama capitalismo puro y duro, y nos retrotrae a los tiempos de la acumulación capitalista primitiva que, como usted debe saber, genera contradicciones sociales que solamente se resuelven con revoluciones.

Como novedad a sus imposiciones para “mejorar la competitividad” agregan un “eliminar la indexación de los precios públicos”. Supongo señora, que cuando los genios a su mando inventaron el verbo “indexar” una ola de orgasmos sacudió hasta los cimientos del FMI. Era más simple decir “no sacar a bolsa los precios públicos”, porque usted, los suyos, y los millones de jodidos por sus políticas de dominación imperialistas sabemos que la bolsa no es un reflejo fiel de la economía. La bolsa solamente refleja los niveles de pérdidas y ganancias de los intereses capitalistas que representa. ¿Y cuáles son esos precios públicos? Señora, usted, los suyos y los jodidos sabemos que el FMI está haciendo referencia al valor del conjunto de bienes estatales que conforman, por ejemplo, la infraestructura sanitaria de un Estado. Al “desindexar” estos precios públicos el FMI pretende reducir a cero el valor de todos los hospitales e infraestructura sanitaria de un país, y de esa manera se privatiza la salud, o la educación, para “salvarlas” porque no valen nada.

Sus muchachos, señora Lagarde, sacan de la chistera un “pacto por el empleo” que básicamente consiste en : los empresarios se comprometen a crear empleo a cambio de la aceptación por los sindicatos de una “significativa moderación salarial”. Esto, señora, se llama lisa y llanamente chantaje. O trabajan por menos o no hay trabajo. Pero está bien pensado conforme a las intenciones no dichas por el FMI: si después de congelaciones salariales y de pensiones, de rebajas de salarios y pensiones, de eliminación de los décimo tercer y décimo cuarto sueldo, de subidas del impuesto a los salarios, los sindicatos aceptaran otra “moderación salarial” perderían toda su razón de ser, desaparecerían como organizaciones de clase, y como usted, los suyos, yo y los jodidos sabemos, ése es uno de los grandes objetivos del FMI o Internacional de los Patrones.

Sus muchachos, señora Lagarde, son inagotables, con una frenética obsesión similar a la febril animación sexual que caracterizó a su predecesor en el cargo, Dominique Strauss Kahn, sacan de la chistera joyas como la aprobación de incentivos fiscales a los empresarios, manifestadas en rebajas a la seguridad social –pensiones señora Lagarde- que serían compensadas por incrementos del IVA a medio plazo. Es decir, una vez más todo el peso de las “reformas” caería sobre los ciudadanos, sobre los trabajadores, sobre los más vulnerables.

Y cuando sus muchachos sacan pecho es al afirmar que “ el organismo (FMI) aplaude la propuesta del comité de expertos (del FMI) que prevé pensiones más bajas si no se buscan nuevas vías de ingreso para la seguridad social”. Señora; usted gana casi medio millón de euros al año y a los suyos tampoco les va mal, así que es incomprensible que todavía no entiendan que no se necesita ningún comité de expertos para saber que la única vía de ingresos de la seguridad social se da a través del trabajo, es fruto directo del trabajo. A ese “aplauso” sólo le faltó indicar que se convertirá en ovación en día en que, sin ningún eufemismo identifiquen “las otras vías de ingresos”, y que se llama privatización de los sistemas de pensiones.

Señora, soy uno de tantos que trabaja y paga sus impuestos por una cuestión de solidaridad social. No percibo como es su caso una cantidad nada despreciable de casi sesenta mil euros libres de impuestos como un extra a su defensa cerril del capitalismo en su expresión más feroz. Tampoco cobro una jugosa pensión, como sucede con el inefable “DSK”, y mi “estandar ético” consiste en hacer bien mi trabajo sin explotar a nadie, no como otro de los altos ex directivos del FMI, Rodrigo Rato, cuya experiencia en la organización que usted dirige le sirvió para hundir al mayor banco español, Bankia, y de paso estafar a cientos de miles de pequeños ahorradores que vieron convertidas sus libretas de ahorros en acciones fraudulentas pese a la valoración que hizo de éstas el “index”. Por todo esto tengo autoridad para escribirle esta carta y exigirle que saque a sus muchachos de España, Portugal, Grecia, Italia, que los saque de toda América Latina y de África, pues si no se van voluntariamente y para siempre, los sacaremos a patadas.

Luis Sepúlveda

20 de junio de 2013

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