En kioscos: Abril 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

Columnas y textos sobre Fidel...

Comparto en esta hora amarga de la despedida de Fidel, un texto que escribí a propósito de su cumpleaños 90, hecho para ser publicado en un libro de testimonios de personalidades de todo el mundo, en torno a su figura. Gracias a mis compañeras y amigas Monteserrat Ponsa de Barcelona y Marilia Guimaraes de Río de Janeiro, por el privilegio de convocarme a este regalo colectivo hecho en el mes de agosto al propio comandante...
Francisco Villa

FIDEL DEL ALMA DEL ALMA MÍA

No recuerdo haber escuchado de él por primera vez, simplemente, siempre estuvo… como mi calle, la casa de mis abuelos en la costa, como mis padres o ese muro de estatura y belleza inaudita llamado Los Andes, ese que inunda desde antes de ser, la mirada y el alma de los que hemos arribado a la vida por acá, en este país del sur del Sur, casi cayéndose del mapa.

No era fácil hablar de él, decir su nombre podía ser una razón suficiente para caer en desgracia, mi padre, por esos días, un cotidiano sobreviviente del acoso pinochetista, quizás “sin querer queriendo…”, me enseñó a admirar a escondidas a este personaje que “tan lejos tan cerca…”, se asomaba a la vida mía, por ese tiempo de infancia a la defensiva, entre bandos militares, toques de queda, campos de concentración represión callejera y las emisiones clandestinas de Radio Moscú, que desde la otra mitad de la tierra, pujaba por informarnos con su chirrido metálico de onda corta… “¡¡¡Escucha Chile!!!” nos gritaba desde toda la lejanía del hemisferio norte, contándonos del devenir de la patria maltrecha y que ignorábamos, gracias el cerco de los informativos fachos, pese a que todo o casi todo, pudiera estar sucediendo a nuestro lado…

Sí, soy chileno, no sé si para dicha o pesar, lo admito… y soy parte de aquella generación… la que creció en tiempo nublado, esa que con temor vio como los soldados de la patria quemaban eufóricos, libros “peligrosos” en pilas delirantes… por cierto, se cuenta por ahí… que cayó en la hoguera inquisidora del “ilustre” ejército chileno, un “amenazador” libro, que su solo título hacía temblar los pilares de la decencia de la nación: “Cubismo”… sí, así se titulaba ese libro sospechosamente: “Cubismo…”.

La patria de Martí, me parecía una tierra remota, tan enigmática como Saturno o la Atlántida, ese sitio parecía ser todo lo que mi país no era… claro está, muchos se felicitaban por eso. No sé por qué, pero el niño que fui, tenía sus dudas… ¿Sería Cuba, todo lo satánica que la televisión, la radio y la escuela nos decían que era? Y ese ser que la presidía… ¿Sería efectivamente la encarnación misma del Diablo?

La distancia de los años me permite ver a ese crío atento, lleno de preguntas adultas y cierto halo épico, que lo hacía imaginarse en pleno futuro, en medio de las grandes batallas del Ser Humano, siempre… como todo romántico, del lado de los buenos. Quizás por eso me conmovían las figuras indomables y justicieras, las de palabra afilada, esas que parecían ser la encarnación misma de la dignidad contraatacando en nombre de los ofendidos, desde Barrabás hasta ese hombre que mi padre, quizás: “sin querer queriendo”, me enseñó a admirar a escondidas: Fidel.

Cuando todo parecía medio perdido, cuando los “riqueríos” locales de la América toda, confirmaban día a día su complicidad con el imperio de turno, como siempre, a costa de sus pueblos. Cuando todo intento justiciero, terminaba irremediablemente naufragando en mares de sangre, cadenas perpetuas o destierro, en fin… Cuando el pobrerío esclavo ya no abrigaba más esperanzas, se alzó Fidel Castro en la Historia… y cual cumbre sobre cumbres, desde tamaña estatura, se instaló sin saberlo, sin quererlo quizás, en la esperanza de tantos “benditos insensatos…” repartidos por el orbe, esos que tras tanto navegar a contracorriente, confirmaron que sí era posible, que sí había una chance, que la dignidad tenía vía expedita, gracias a la santa porfía, al coraje y la locura inaudita de Fidel y los suyos. Los cuerdos no engendran nada, sólo los locos hacen historia.

El niño que solía ser, fue quedándose en el plomizo Chile de los setenta. Fidel tras casi dos décadas de heroísmo puro, ya había librado las más deslumbrantes batallas junto a su pueblo, las del fusil al hombro y las otras también, esas contra el yugo del analfabetismo, las de la autosustentación productiva, como respuesta al cerco impuesto por el sheriff del mundo, las de la buena salud para su pueblo y esas que a pesar del acoso constante de los poderosos, se había dado maña en librar, socorriendo a otros pueblos, no importando lejanías ni precios… siempre el valor estuvo sobre el precio, por eso y por tanto más… Fidel no es sólo de Cuba, es de todos los ciudadanos de la tierra, que han visto en él, la encarnación misma de la Utopía.

Gran parte de la Latinoamérica de los ochenta, sobrevivía entre pan y circo, a una carnicera suma de dictaduras fascistoides. El joven que ahora yo era, no tardó como tantos otros, en sumarse a la resistencia y entre marchas, huelgas, mitines, enfrentamientos, militancias, canciones y primeros amores, fuimos poetizando la vida: “Si te quiero es porque sos, mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos”.

Yo sabía… tenía la convicción de que Fidel nos ayudaba y no dejaba de ser sobrecogedor, que mi país tan agreste y provinciano, pudiera llamar la atención y la solidaridad de un ser tan universal, cosmopolita y ocupado como Fidel.

“El día incierto en que todos las naciones decidieron jugar a la escondida, Chile pensó que entre más lejos se ocultara, más difícil sería encontrarlo, pero tan lejos se fue, que nunca supo cuándo terminó el juego y ahí se quedó por siempre y para siempre, esperando que alguien lo descubriera…”.

Yo guitarreaba ya, con más voluntad que destreza, cuando en medio de la lucha que me etiquetaba como estudiante rebelde, descubrí el “poderoso poder” de la canción, al servicio de algo justo, así sume mi guitarra a la causa…y sin saber lo definitivo de ese momento me eché a andar el resto de la vida. Mientras tanto, un fantasma recorría el mundo… el fantasma de Fidel… de hecho, se hacía presente espectralmente en el muro de mi dormitorio, a un costado de mi cama, junto a otro espectro amado: el Ché.

Fidel fue encaneciendo… y yo engordando, tras largos años de oficio, la guitarra me hizo salir por vez primera desde mi rincón remoto y junto a mi amor, mi cómplice y todo, llegamos sobrecogidos a La Habana… nos asiló en su casa bella, la encantadora camagüeyana Vera Bueno, junto a sus hijos y sus nietos… Uf!!! Cuánta nostalgia de ellos…

Hoy soy un veterano del canto, pasé de ser una joven promesa de la canción, directamente a ser un viejo maestro, sin conocer la fama ni la gloria, menos el dinero… y Cuba tras tantas visitas, encuentros amigos, compañeros, complicidades y conciertos, incluidos los de celebración de los 80 y 85 años del propio Fidel, terminó siendo para mí, la casa amada en la que no tuve la suerte de nacer. Confieso abiertamente aquí, que siempre que vuelvo al sur desde Cuba, vuelvo menos chileno.

Fidel ya ha subido noventa peldaños de la escala del tiempo y del alma, nadie ha subido tan alto. Nadie puede dudar de su trascendencia, ni siquiera sus más enconados enemigos, y nada… nada podrá superar su tamaño, nada su coraje, el coraje del verdadero David enfrentado a Goliat, más todavía por estos tiempos bizarros, cuando abunda tanto rojo desteñido y farandulero, dándoselas de rojo intenso.

Este Fidel del alma del alma mía, no tiene idea de cuánto le debo… la verdad, es que es bien probable que ni siquiera sepa que existo, sólo los grandes pueden hacer tanto por otros, sin conocerlos directamente… Somos tantos en verdad… y no hablo sólo de recibir valores y el ejemplo épico, somos de algún maravilloso modo, el resultado que de viga en viga, ha podido llegar a ser parte de la arquitectura espléndida que ha levantado este titán. Como yo, mi hijos beben de su manantial… beberán también los hijos de mis hijos, lo sé… porque Fidel ya superó hace largos días, el tiempo y el espacio… y porque conozco a mis hijos… lo digo así, con toda libertad y desprejuicio, porque sé que tras tanto de tanto, nada ha de envanecer al Comandante.

Soy un trabajador del canto y he puesto mi oficio al servicio de una causa, la causa del “todo para todos” con la convicción de que para que a nadie le falte, a nadie le ha de sobrar y esa lucha atávica, tiene en Fidel Castro, a uno de los más deslumbrantes líderes de su historia.

Yo sólo aspiro a poder abrazar algún día ese árbol de barbada juventud, para decirle “por mí y por todos mis compañeros” simplemente… Gracias.

Cuando ni polvo quede de nosotros, seguirá la barba de Fidel abrigando la garganta del que cante por los que no tengan voz. Yo vuelvo por ahora a pulsar la guitarra y a cantar en tanto me anime un soplo de aire, en tanto me quede amor que entregar…en tanto me habite una gota de sangre.

Francisco Villa

Santiago de Chile, julio de 2016.


FIDEL EN EL CORAZON DE LOS REVOLUCIONARIOS CHILENOS. Por Enrique Villanueva

A días de la muerte del Comandante Fidel Castro, la tristeza aun invade el corazón de millones de seres humanos en todo el planeta, pero su obra revolucionaria, que puede ser apoyada, cuestionada, controvertida o como se quiera evaluar, muchas veces por imágenes y versiones intencionadas destinadas a desprestigiarle, esta allí. Con una Cuba parada, digna referente de una soberanía nacional-popular, bloqueada, amenazada pero nunca violentada.

La cuestión radica en como cada cual quiere ver Cuba, pero objetivamente el régimen socialista cubano, con todos sus defectos e imperfecciones, sigue siendo la contraparte del diagnostico latinoamericano crónico de explotación, muertes por desnutrición, por enfermedades curables de millones de adultos y niños, por el desamparo de personas que no pueden jubilar por temor a la pobreza, por la deserción escolar, la drogadicción, la criminalidad, el desempleo y subempleo, la polarización social entre otros.

Un país que sin aspirar a ser perfecto, con todas sus limitaciones, ha dado una larga lección de internacionalismo, cuyas evidencias están al alcance de todos, porque son millones de seres humanos de todo el mundo los que han sido beneficiados por el afecto cubano a lo largo de más de medio siglo. Patria es humanidad decía Martí, constituyendo el concepto de patria que se tiene en Cuba, un pensamiento que en Fidel fluía con fuerza afirmando una y otra vez, que esa era “la flor más hermosa de la Revolución Cubana…que ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad…”

Sus enemigos le cargan “la exportación armada” de la revolución, lo que en gran parte es un mito, pero nunca hablan del aporte real que profesionales cubanos han hecho y hacen de manera desinteresada en todo el mundo. En 57 años de revolución han pasado mas de 80.000 trabajadores de la salud por 39 países del continente africano y en la actualidad, 4.048 profesionales continúan colaborando en 32 países de África, de los cuales 2.269 son médicos.

A nivel mundial y al día de hoy, Cuba colabora en 66 países con 50.731 cooperantes —el 64.6% son mujeres—, entre los que se encuentran 25.412 médicos. Cifras importantes que difícilmente otro país puede mostrar, que demuestran la solidaridad desplegada por Cuba, realizada a pesar del bloqueo criminal impuesto por el Gobierno Norteamericano y que le ha impedido desplegar todas sus capacidades, para alcanzar una mayor felicidad de su pueblo.

Pero este tremendo despliegue internacionalista nunca será reconocido por los enemigos de Cuba, por el contrario, lo que nos venden los medios de comunicación es el discurso de quienes critican a Cuba, de los que se sienten dueños de la verdad política, que pregonan la democracia mientras en el nombre de la libertad de mercado, niegan mas y mas derechos a las personas en sus propios países. Otros, como es el caso de la derecha en Chile, que sin siquiera reconocer su participación en el terrorismo de Estado de Pinochet, de manera directa o indirecta, montan historias y califican al régimen cubano de “tiranía”, o como el “modelo comunista que atenta en contra de las libertades y los derechos humanos”.

Pero la influencia cubana en América Latina es objetiva, porque desde su irrupción en 1959, se constituyó en un duro golpe a la hegemonía económica, política e ideológica de Estados Unidos en Latinoamérica. Lo que le significó a los cubanos, un permanente ataque, desde Estados Unidos, quienes hicieron todos los esfuerzos por neutralizar el proceso revolucionario, intentaron asesinar a sus dirigentes, entre cientos de otras acciones criminales, incluyendo el bloqueo económico vigente hasta hoy.

Cuba se transformó en una alternativa, eso es cierto, primero porque nos mostró un camino distinto, en el cual las libertades de las personas se manifestaban en el logro y materialización de sus derechos, a educarse, a la salud, a la recreación y que todo eso formaba parte de un modelo de justicia social. Una influencia que se fortalecía, y aun se fortalece, en la realidad que viven cada uno de nuestros países, atrapados en procesos de abuso y enriquecimiento de pequeñas elites, en desmedro de la felicidad y bienestar de millones de seres humanos.

En segundo lugar, porque en tales circunstancias, es inevitable que surjan esperanzas de cambio social que, inspiradas en la revolución de Fidel, influya en los movimientos y partidos de izquierda latinoamericana, para asumir una actitud frente a la forma de tomar el poder. Inevitablemente el triunfo de la revolución cubana mostró un camino distinto a la lucha político-electoral, como estrategia para llegar al poder y, para desde allí, llevar a cabo profundas reformas estructurales, como paso previo a la construcción del socialismo. En otras palabras, la solidez política que tomó el curso de la revolución cubana, desde un principio, asumiendo el parámetro del arribo al poder a partir de la lucha armada y su definición socialista, se constituyeron en un referente tangible para la izquierda latinoamericana.

Por lo tanto, ya no se trataba del ejemplo de la URSS y el socialismo en otro continente, bajo condiciones completamente diferentes en términos históricos, políticos y económicos, sino de un acontecimiento en Latinoamérica; una nación con problemas comunes que había hecho una revolución, se había librado de Estados Unidos y que construyó una nueva sociedad.

Todo esto es lo que hace de Cuba un referente y lo seguirá siendo, a pesar de que los profetas políticos, en el caso de Chile, alimentados por la “cultura mercurial“ y desde el fin del socialismo en Europa del Este y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a principios de los noventa, postulan su desaparición. Seguramente ahora, con la muerte del Comandante Fidel, continuarán apostando al fin de la revolución cubana, porque para ellos es la etapa neoliberal del antiguo capitalismo lo que debe reinar en el ámbito mundial.

Pero esas historias dan cuenta que sus autores no conocen Cuba, no dan crédito a que el socialismo cubano se genera a partir de un movimiento revolucionario, en el que participa la mayoría de la sociedad, transformando de raíz las estructuras políticas, económicas y sociales de la dictadura de batista. No saben o no reconocen que no es un proceso impuesto desde afuera ni por una clase burocrática, sino que, el resultado de una amplia participación popular impulsada a partir de un liderazgo forjado en la lucha, reconocido en su propio país y en el mundo y protagonizado fundamentalmente por Fidel Castro y por quienes lo acompañaron en el Movimiento 26 de Julio.

Quienes de una forma u otra fuimos receptores directos del cariño de la revolución cubana, que crecimos políticamente al alero del internacionalismo y quienes se educaron en sus principios, sabemos que en Fidel se plasmó la revolución en sí misma, en su dirección, orientación y fisonomía. Por eso es que para el conjunto del pueblo cubano, al margen de sus cualidades, de su eficacia como dirigente, es ya un símbolo que adquiere un valor fuera de lo humano, fuera de lo cotidiano y estará allí aun después de su dolorosa partida.

Algún día se entenderá que las revoluciones no se exportan ni se copian, solo son referentes que se pueden o no seguir para construir lo propio, tal como decía Fidel, “las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos”. Pero, “Que la revolución es posible, que los pueblos pueden hacerla, que en el mundo contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir el movimiento de liberación de los pueblos”.

Partió Fidel, pero con todo esto nos dejó su legado, una vida plagada de ejemplos, de consecuencia de internacionalismo, lo que para un número significativo de chilenos y chilenas, significó recibir su ayuda solidaria, para vivir con cariño y apoyo su condición de exiliados y para otros, nosotros, digo los Rodriguistas, enfrentar a la tiranía de Pinochet. El FPMR nunca hubiera podido existir sin la visión inclaudicable e internacionalista de Fidel Castro, cuya decisión, que al final se impuso, representó la voluntad de millones de chilenos, hombres y mujeres. Originando una organización político militar, que contó en sus filas con hombres y mujeres que no se doblegaron ante la dictadura y estuvieron dispuestos a entregar sus vidas, aportando como lo hicimos, a la libertad de Chile. Por eso es que tanto para nosotros como para los luchadores sociales de otras latitudes, Cuba fue y será un icono de dignidad, que nos movilizó, en nuestro caso, a comprometernos con la rebelión justa y necesaria en contra de la tiranía criminal en Chile.

Líderes perfectos no existen, modelos perfectos tampoco, pero si lideres revolucionarios consecuentes, visionarios, firmes en sus convicciones, quienes consagran toda su vida al bienestar de su pueblo y Fidel era uno de esos, elevando, por sus obras, su figura política revolucionaria, como la más importante del siglo XX y principio del XXI.

“Los hombres individualmente pueden desaparecer, pero los pueblos perduran. Y este pueblo nuestro, este pueblo revolucionario, este pueblo que trabaja, este pueblo que se prepara, este pueblo que se educa, es algo que tiene vida eterna, algo que tiene vida inmortal, algo en lo cual la obra de cada uno de nosotros, el granito de arena de cada uno de nosotros, se continuará a lo largo de la historia, porque los que vengan detrás seguirán la tradición de su pueblo, como nosotros hemos seguido la tradición de los que empezaron a luchar por la nación cubana hace un siglo…” ( Fidel Castro, 2 de Septiembre de 1960)

Comandante, con la humildad que aprendimos de su tremendo e inmortal ejemplo, hasta siempre...

Enrique Villanueva M.
Ex dirigente Rodriguista


Murió Fidel. ¿Ha muerto el sueño? por Gustavo Gac-Artigas

A primeras horas de la madrugada la noticia me quitó el sueño. Fidel ha muerto.

Bastaron tres palabras para estremecer al mundo, tres palabras llenaron las páginas de los periódicos del mundo entero, tres palabras para desatar las pasiones, la alegría o la tristeza. Definitivamente tres palabras marcaron el final de una vida que no nos dejó indiferentes.

Podemos diferir, y diferir es un derecho, y a veces un deber, sobre el rumbo que tomó la Revolución cubana, sobre los errores cometidos en la persecución de un sueño, la concretización de un ideal, podemos intentar esconder tras la mágica palabra “errores” que resta gravedad a las violaciones de los derechos humanos, los campos en que se encerraron a opositores al régimen, al poeta que silenciaron, al condenado al exilio.

Podemos intentar cerrar los ojos a los avances en el terreno de la medicina, de la educación, en el dar derechos a aquellos cuyos derechos se les había negado durante la dictadura.

Podemos decir tantas cosas, alabar o condenar, repetir y no pensar, podemos hablar del héroe o del tirano, podemos recordar al que nos dio el sueño o al que nos entregó la pesadilla, tantas cosas podemos pensar si miramos en blanco o negro y damos vuelta la página a la historia antes de que ésta nos absuelva.

Y antes de los “errores”, fue el sueño, el de un hombre y de un pueblo que derrocaron a un tirano para instalar la democracia, que en un mundo de blanco y negro separado por una rígida cortina intentó un socialismo caribeño, alegre, despreocupado, menos dogmático, así al menos lo creímos en aquellos años, un hombre que se paró frente a la primera potencia mundial, aquella que estaba acostumbrada a imponer sus designios a sangre y fuego, aquella que invadía y cambiaba presidentes y gobiernos con el poder que le confería y le confiere el voto de las armas.

El hombre mito que creció en bahía Cochinos, que trajo un aire fresco al corazón de Nueva York cuando un joven de incipiente barba y ojos brillando de ideales se paró en las Naciones Unidas, el hombre que abrió las puertas para luego encerrar el pensamiento al llevar, una vez más a pensar sea en blanco, sea en negro, o sea al pensamiento neutro.

Podemos decir tantas cosas, pero hay algo que no podemos negar, el hecho de que una madrugada del mes de noviembre del año 2016, tres palabras remecieron al mundo. Fidel ha muerto y yo trato de ver en qué momento traicionaron mis sueños.

Gustavo Gac-Artigas
Escritor y director de teatro chileno, miembro colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).


Sobre Cuba, la cubanidad y la posibilidad del socialismo en América Latina en la era pos Fidel. Por Marco Silva Cornejo
Mg Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

La muerte de Fidel se incrusta en costado izquierdo de un contingente importante de la izquierda latinoamericana y mundial. Sin duda el ultimo testimonio de un relato moderno que impulso anhelos de transformación global desde la humildad gentil y alegre de la isla. Los aprendizajes obtenidos a lo largo de los más de 60 años de revolución cubana, son consistentes en demostrar que el gran mérito de este proceso, fue entender que desarrollo no implica crecimiento y progreso compulsivo. La cuba de Fidel y la cubanidad desarrollada a lo largo de la revolución de más de medio siglo de socialismo caribeño, permite graficar de manera muy particular que cuando un pueblo asume con claridad y dignidad que el desarrollo no está semantizado culturalmente con el anhelo voraz de consumo; el bienestar y la felicidad encuentran sus vectores de sentido en procesos de integración social y comunitaria, donde los componentes colectivos, la relación con el entorno natural y el principio de optar de manera ética siempre por el bien superior del colectivo por sobre el individual, son los elementos que configuran la identidad de un pueblo.

Fidel, la cubanidad y el socialismo alegre y precario que Cuba nos regala, sin duda son aprendizajes que desde la matriz de desarrollo capitalista cuesta divisar incluso para quienes socializados bajo esta forma de hegemonía tienen una subjetividad de Izquierda. La aparente pobreza de la isla, debe ser entendida como la vocación decisional de un pueblo que opta a lo largo de medio siglo sistemáticamente por sostener y aferrarse a un modelo de desarrollo antagónico a la opulencia y el consumo. Libertad y autodeterminación de todo un pueblo que opta por los ritmos y formas de desarrollo propiciados por el proceso revolucionario, todo ello en el contexto de entender que ausencia de crecimiento económico no es sinónimo de precarización de los procesos culturales, de salud y educativos en la comunidad, muy por el contrario, el proceso cubano se sostiene gracias a la infinita vocación de ilustración continua que la revolución imprimió en el ADN de su pueblo.

Fidel, Cuba y la cubanidad ha logrado sobrevivir ya casi 30 años a la caída de la URSS, pasando el periodo especial, sorteando las olas destructivas del bloqueo del gobierno de Estados Unidos, perdiendo sistemáticamente a todos sus aliados estratégicos, sin embargo pese a las profecías que establecieron fechas de vencimiento y defunción, Fidel y su revolución se sostiene con la alegría de sus rostros gentiles y sus coches viejos, con el ingenio exclusivo de un pueblo que despliega su ritmo y sus recursos para sostener el modo de vida que eligieron, porque el socialismo en Cuba, nos enseña que la precariedad material puede ser encantada.

La posibilidad de volver a pensar la alternativa de socialismo en la Latinoamérica, implica detenerse profundamente a tensionar el concepto de desarrollo que subyace en la organización de la dinámica económica de nuestros países. Es tarea de las izquierdas contemporáneas entender que existe la posibilidad de que el socialismo implique dejar completamente de lado los “beneficios” de la matriz tecnológica-capitalista bajo la que hemos abrazado el concepto de desarrollo a lo largo de la modernidad y posmodernidad. El socialismo que nos enseña la cubanidad de Fidel es sin duda un profundo espejo que tensiona la destructividad de nuestro modo de vida y nos señala de manera explícita que pese a las libertades del consumo individualista y las políticas públicas remediales del daño colateraral que implica el neoliberalismo, nuestras comunidades carecen de un sentido profundo de bienestar, entretanto el malestar, el descontento y la desesperanza se apoderan de ellas. El máximo triunfo de Fidel no ha sido que el modelo en sí mismo perdurara, sino que logro irritar los sentidos de desarrollo de todo un pueblo que hoy canta, baila y llora su partida. Hasta la victoria siempre comandante.


Laudatio a Fidel

Por Alex Ibarra

Te llamas como mi abuelo
más allá del relato
o en el recuerdo compartido
por mi madre.
Ninguno de ustedes está
con nosotros habitan en la memoria.

Muchos te recuerdan en la pobreza cubana
agregan el daño social de la prostitución infantil.
Prostitución y pobreza
acaso no existían?
Dejarán de existir?
Seguro que no sin el proceso de liberación violenta,
que exige una praxis política.
Atentando contra la propiedad
resistiendo a la condena de la sotana que arenga los domingos
irrumpiendo el descanso del pueblo trabajador
que le dan sin cesar con la tentación del consumo.
Pueblo-cuerpo mal tratado y violentado
no abandones el refugio en tu conciencia de clase.

Otros te recordarán con otras significaciones,
que la historia no oculta porque es maestra,
como las madres viudas y las hijas huérfanas
que recuerdan a sus mártires con emoción sobrecogedora.
Educaste a tu pueblo sin temor a la bota del tirano
tu obra humana no escapó de la corrupción.
No es tiempo de lamento
la historia sigue y la liberación también.
Es urgente la utopía hasta la victoria.
Moriste y venciste en la memoria el verde olivo no se desvanece.

Compartir este artículo