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Crisis de la modernidad organizada. Por Carlos Fernández

“los hombres sin historia son la historia”
Silvio Rodríguez

Introducción

A la modernidad como fenómeno, la entendemos como un periodo encadenado de sucesos que atraviesa por lo menos los últimos cinco siglos. Ahora bien, la modernidad puede tocarse de varias aristas, léase histórico, filosófico, político, artístico, etc. En este caso, abordaremos la modernidad en su concepción histórico-filosófico, para poder tocar el tema central sobre el porqué de la crisis de la modernidad en su figura organizada, aunque sin dejar de vista la política como escenario.

La gran narrativa de la modernidad, en el campo histórico, se centra en la figura del sujeto colectivo. Esta figura genera, en la historia, un dinamismo propio. En el campo filosófico, aparece la figura de Hegel como actor relevante en la modernidad, poniendo como problema principal, la subjetividad. Considerando que esta, explicaría la superioridad del mundo moderno, como también su tendencia a la crisis.

También Habermas hablo sobre la subjetividad en la modernidad; “la expresión subjetividad comporta, sobre todo, cuatro connotaciones: a) individualismo: en el mundo moderno la peculiaridad infinitamente particular puede hacer valer sus pretensiones; b)derecho de crítica: el principio del mundo moderno exige que aquello que cada cual ha de reconocer se le muestre como justificado: c) autonomía de la acción: pertenece al mundo moderno el que queremos salir fiadores de aquello que hacemos; d) finalmente la propia filosofía idealista: Hegel considera como obra de la Edad Moderna el que la filosofía aprehende la idea que se sabe a si misma”[1]

La figura de modernidad sin duda que genera anticuerpos es su utilización crítica relacionada con las teorías que proclaman su muerte. Tal es el caso de la dialéctica negativa de Adorno, la Geneologia de Foucault o la desconstrucción de Derrida. Habermas no tan solo defiende la modernidad, sino que genera ataques hacia las teorías postmodernistas. Estas primeras críticas las expresaría en un ensayo “modernidad frente a postmodernidad” en este ensayo, se plantea la cuestión de si; “la luz de los fracasos del siglo XX, “¿debemos intentar mantener las intenciones de la ilustración, aunque se hayan debilitado, o debemos declarar que el proyecto de la modernidad es una causa perdida?”[2]

Una perspectiva sobre la modernidad, sin duda que nos dará una visión sobre el debate suscitado entre la modernidad v/s postmodernidad. Ciertamente esta discusión estará ligada a los cimientos del programa de la Ilustración, en su continuación con el pensamiento de Hegel y Marx y su convergencia como concepto de mundo y de la historia.

La modernidad como concepto

Giddens define a la modernidad en términos de cuatro instituciones básicas. La primera es el Capitalismo que, como sabemos, se caracteriza por la producción de mercancía, la propiedad privada del capitalismo, el trabajo asalariado no propietario y el sistema de clases derivado de estas características. La segunda es el industrialismo, que implica el uso de fuentes de energía inanimadas y maquinaria para producir bienes. El industrialismo no reduce al lugar de trabajo e influye en varias otras cosas como “el transporte, la comunicación y la vida domestica”[3]

El tercer término Giddens lo visualiza en la capacidad de vigilancia, “La vigilancia se refiere a la supervisión de las actividades de la población súbditas (principal, pero no exclusivamente) en la esfera política.” [4] Como ultimo termino de la modernidad, Giddens identifica al poder militar o el control de los medios de violencia

Dentro de la teoría de la modernidad Giddens identifica aspectos que le dan un dinamismo, el distanciamiento, el desanclaje y la reflexividad. El distanciamiento lo entendemos como la separación del tiempo y el espacio o por lo menos su distanciamiento. El desanclaje, en palabras de Giddens la entendemos como “El despegar de las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y su restructuración en intervalos espacio-temporal indefinidos”[5] por último, la reflexividad. Esta la entendemos de tal forma, que en el mundo moderno, todo está sujeto a la reflexión, incluida esta misma.

Sin duda, y como lo mencionamos en la introducción, no son pocos los teóricos que auguran ya la muerte de la modernidad. Pero, a criterio de Giddens, nos mantenemos en una alta modernidad o una modernidad tardía o en una radical. De esta forma se opone a los que aseveran que entramos en otra etapa o una era postmoderna, pero no rechaza la posibilidad de entrar en un futuro, en el postmodernismo. “Mientras las instituciones de la modernidad duren, no seremos nunca capaces de controlar completamente ni su trayectoria, ni el ritmo del viaje. A su vez, nunca podremos sentirnos completamente seguros porque el terreno por el que corre esta cargados con serias consecuencias”[6]

Crisis de la modernidad organizadas

Para logara tener una visión objetiva de la modernidad organizada, y sobre todo de su crisis o del porque de su crisis. No debe de entenderse las diferencias entre modernidad organizada y modernidad tardía como fenómenos estáticos. Hay que entender que no nos enfrentamos a una repentina desaparición de la sociedad industrial, siendo remplazada esta por la sociedad informacional, más bien, nos enfrentamos ante un período de cambio que fusiona ambas.

En ente proceso social de transformación histórica podemos identificar dos ejes que nos ayudan a ver el problema suscitado. Por un lado, se encuentra el tránsito desde un paradigma productivo (o régimen de acumulación) taylorista-fordista, a uno flexible. En segundo lugar se puede ver el exagerado individualismo que interpretan las sociedades contemporáneas. Con esto se desmarca el individuo de las instituciones y sobre todo del cerco de la sociedad industrial y su vinculación con nuevos escenarios de la modernidad tardía.

Todo lo anterior nos ayuda a visualizar la crisis de la modernidad organizada, pues el proceso de cambio en la forma de organización de la producción, nos dan un primer diagnostico de la crisis antes mencionada.

Para modernizar la sociedad fue necesaria la planificación, la gestión activa y racionalmente de las prácticas sociales. Con esto se apuntaba a uno de los objetivos neurálgicos del Estado-nación; construir las condiciones que puedan permitir un desarrollo pleno. “es el motor de las estrategias de industrialización y desarrollo económico, así como el propulsor de las reformas sociales. Es el estado docente que unifica y homogeniza el país a través de la escuela (y el servicio militar), y el fisco, que representa el país mesocrático. Por sobre todo, la convivencia encuentra en el Estado la simbolización del compromiso de clases sociales y fuerzas políticas. Este universo simbólico-imaginario permite institucionalizar los conflictos, a la vez que representa la progresiva expansión de la democracia”[7]

El capitalismo industrial fortaleció una nueva relación laboral, pues, es en las sociedades de modernidad organizada, en donde el trabajo adquiere un rol de importancia. Es aquí donde se constituye el arriendo del individuo para realizar una tarea puntual. La enajenación del trabajo marco un punto esencial en la crisis de esta sociedad moderna organizada. El trabajo gratificado se transformo en la base de la ciudadanía en las sociedades industriales. En términos económicos, el salario da la razón y pasa a ser el principal ingreso individual, asegurando administradamente la presencia de las personas.

Un espacio sobre el paso de las sociedades de modernidad organizada a sociedades de modernidad tardía, como lo mencionamos anteriormente, tiene directa relación con la transformación del paradigma de producción y acopio implementado durante la posguerra. Es por lo anterior que la crisis del capitalismo industrial gatillaría un efecto generador en la crisis de la modernidad organizada, léase crisis en el Estado-nación, crisis del capitalismo industrial, crisis de la democracia, etc.

Para argumentar en parte el punto anterior, complementaremos con la visión del Estado y también de su crisis. Quien traza entonces los márgenes del proyecto de la modernidad fue el Estado. Pero con el tiempo y sumado a las movilizaciones organizadas de los trabajadores y con la formación de los partidos políticos de masas, la figura de la modernidad lograría un discurso más universal, pues lograría aglutinar a todos los miembros de una sociedad. La integración se logro solo por la acción de sindicatos y como escribimos anteriormente, de los partidos de masas. Sin embargo el proyecto de modernidad sigue generando la misma problemática; la producción y distribución de la riqueza, que sigue repartida de manera desigual. Sin duda que lo anterior, genera una de las crisis fundamentales de la modernidad organizada.

La modernidad, como proyecto de realización de la autonomía, ha sido en realidad un proyecto de sometimiento o construcción de la acción social al que se le ha identificado con la llamada colonización del mundo. Es decir, los medios de reproducción social, tanto material como simbólicos, han sido subordinados a la lógica mercantil y de la dominación política[8] Para contribuir a la realidad, diremos que la modernidad organizada se construyo, desde la visión histórico-político, como la colonización del mundo.

Crisis del Estado de bienestar

El Estado, como parte de la modernidad organizada, entra en una crisis estructural luego de diversos problemas y cuestionamientos de fondo sobre su rol en la sociedad, entiéndase entonces como garante fiable del sistema. El estado de Bienestar fue constituido bajo las teorías económicas de keynes y entra en su crisis luego de los cuestionamientos de no solo intervencionismos en la acumulación de riqueza, sino también en la distribución de esta misma. Además su cuestionamiento era sobra la generación de esta última, pues con esa lógica el estado elevara su capacidad de acumulación, dejando sin ganancias a las grandes empresas.

Con la crisis del petróleo de 1973 no solo entro en crisis el estado de bienestar, sino también el fordismo. “Si bien el fordismo se desarrollo en el curso del siglo XX, especialmente en Estados Unidos, en la década de 1970 experimento su momento álgido y su decadencia, fundamentalmente por la crisis del petróleo de 1973 y el consiguiente declive de la industria estadounidense del automóvil y el surgimiento de sus competidores japoneses”[9] Esta crisis influyo directamente en la posterior crisis del estado de bienestar. Ahora, bajo la crisis del fordismo, los partidos políticos de masas y los sindicatos se alejan de los intereses de la fuerza del trabajo, lo que gatillo en la vulnerabilidad del estado de bienestar. El subterfugio usado por los que cuestionaban aquel estado, era la ineficiencia de este último. Para corregirlo se plantearon temas que por la atomización sindical, los trabajadores aceptaron a pie juntillos por el temor a la pérdida de su fuente laboral.

Conclusión

Aceptar o no a la modernidad como figura que regule y le diera orden a la vida social en torno al progreso en las distintas dimensiones de la cotidianidad era una discusión permanente de la modernidad organizada. El hecho de aceptarla, significaba mantener lo tradicional y resistirse al cambio. Rechazarla causaba un entendimiento de no querer un cambio revolucionario. “Tanto en la izquierda como en la derecha, definiendo posiciones dentro de ambos campos, se enfrentaban la aceptación y el rechazo de la modernización como historia comandada por el progreso técnico”[10]

No cabe duda que la modernidad organizada se encuentra enfrascada en un dilema de fondo. O permanece en la visión de ser un observador lejano del desarrollo pleno de las personas en todas sus dimensiones. O genera un vuelco a sus inicios, enfocándose nuevamente a la confiabilidad de sus instituciones.

Entre Modernidad organizada y capitalismo encontramos una relación de causa-efecto. La hegemonía de la dimensión económica produjo, sin duda, un dominio superior sobre la vida social, deteriorando condiciones sociales del estado de bienestar.

Para finalizar, diremos que la modernidad organizada no ha dado soluciones a los problemas sociales ni individuales, ni menos colectivos. Para esto es necesario un replanteamiento de la crisis de sus instituciones, pues ya ha quedado más que demostrado que la acumulación del capital (el capitalismo) ha agudizado la crisis del estado proteccionista, desmantelando permanentemente aun más el poco control del estado sobre la construcción de políticas adecuadas para desarrollar el bien común.

No se trata entonces de saltar a una postmodernidad organizada, como una nueva figura, sino más bien, se trata de aceptar las crisis de sus instituciones y reorganizar a la modernidad como instancia que desarrolle bienestar a las personas. Hay que partir nuevamente del inicio, partir de que con la modernidad organizada se puede cambiar el mundo, como se planteo cuando la revolución técnica apenas comenzaba.

[1] Habermas J. El discurso filosófico de la modernidad

[2] Ritzer George. Teoría Sociológica Moderna

[3] Giddens A. Consecuencias de la modernidad

[4] Idem

[5] Idem

[6] Idem

[7] PNUD (2002:61)

[8] Vite Miguel Angel. Globalización y modernidad: una reflexión

[9] George Ritzer. Teoría sociológica moderna

[10] Echeverria Bolivar. Quince tesis sobre modernidad y capitalismo

Por: Carlos Fernández Jopia
Magister en Ciencias Sociales Doctor © Procesos Sociales y Políticos Latinoamericano

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