Cuando el western italiano hacía la revolución

Expresión de una lucidez política, el “spaghetti western” renovó profundamente un género sin aliento desmitificando la fundación de América. Devenido “Zapata western”, con las revoluciones mexicanas como telón de fondo, le concede el papel más interesante al campesino moreno del sur del Río Grande, que le roba el rol de vedette al héroe yanqui…

Después de la revolución estilística lanzada por Sergio Leone con Por un puñado de dólares, en 1964, el western italiano insistía y se consolidaba, entre parábola política y entretenimiento popular. En 1966, mientras Italia, desgarrada por la brecha de riqueza entre el norte y el sur, festejaba el centenario de su unificación al tiempo que se encamina hacia sus “años de plomo”, la vara con la que se mediría lo que dio en llamarse “Zapata western” aparecía en las pantallas. El Chuncho, dirigida por Damiano Damiani, narra el encuentro, durante la revolución mexicana de 1910, de un jefe de banda, El Chuncho (Gian Maria Volonté), y del yanqui “pie tierno” El Niño (Lou Castel). El segundo presiona al primero para que se comprometa más con la revolución… con el objetivo secreto de poder acercarse y matar a un general revolucionario por orden del inamovible dictador Porfirio Díaz.

Más allá de la referencia a los asesinatos de Emiliano Zapata y de Pancho Villa, el film señala la injerencia estadounidense en América Latina (y en otras partes). Un peón insurgente hace notar que Estados Unidos apoyó la revolución y después la contrarrevolución por propia conveniencia. Ese mismo peón, cuando el terrateniente del lugar le pregunta: “¿Me quieres matar porque soy rico?”, responde: “No, señor, porque nosotros somos pobres, y usted hizo todo para que así sea”. El tono ya está dado. Un paralelismo se transparenta entre la oposición norte-sur en Estados Unidos y en Italia. Como los latinos, los italianos del sur también recibieron su lote de promesas no cumplidas en cuanto al reparto de tierras en manos de los grandes propietarios. La (...)