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Cuando la Institucionalidad se fortalece. Por Hans Schuster

(Del Consejo de la Cultura y las Artes al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio)

En el horizonte cultural de Chile nunca han faltado los desafíos: recuerdo los términos de semana en el Parque Forestal, con la feria de artistas y artesanos de fines de los ‘60 y comienzo de los ‘70, con ese escenario gigante a la espalda de la ex embajada de Estados Unidos, que semana a semana recogía la música, la danza, el teatro, los títeres y las más diversas manifestaciones culturales y la feria que acompañaba el ajetreo cultural, bordeando el Río Mapocho, con artesanos de las más diversas constelaciones, sopladores de vidrio con su horno ardiendo, ceramistas, tejedoras, los stand con pintores de acuarela y óleos de accesible tamaño y precio, escritores y escritoras conversando con el público antes de firmar sus libros y los infaltables niños, niñas y perros correteando.

Luego vendrán los tiempos oscuros, para todos en general, pero los artistas recibieron penalidades más fuertes, algunos asesinatos sigilosos como el de Neruda, otros brutales y salvajes como los de Víctor Jara, y muchos sobrevivientes al exilio, pero la mayoría “aperrando” en el inxilio, hasta hoy, a pesar de la medianía en los esfuerzos, desde la comisión Garretón (durante el Gobierno de Patricio Aylwin), a la Comisión Ivelic (durante el mandato de Eduardo Frei) y hasta la creación del CNCA (en el Gobierno del ex presidente Ricardo Lagos) el año 2003, y en la etapa que fue ingresado el proyecto del nuevo Ministerio, presentado durante el período de Sebastián Piñera, y que, posteriormente, fue despachado como Indicación Sustitutiva por el segundo Gobierno de la Presidenta Bachelet, tras un proceso amplio de participación ciudadana que incluyó una Consulta Indígena (2014-2015), hasta su firma de proclamación, el 4 de octubre, recién pasado.

Tal parece que la institucionalidad cultural apunta a promover y ejercer una gestión pública en cultura basada en el reconocimiento del Estado a la diversidad cultural del país, incluido el reconocimiento a las culturas de los pueblos originarios y comunidades migrantes. El Ministerio se proyecta con la creación de un Consejo Asesor de Pueblos Originarios y con la suma de un representante de las comunidades inmigrantes residentes en el país, al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que aumentará a 17 miembros, con representantes del mundo del Patrimonio. Este aumento se reflejará en los Consejos Regionales, que contarán con 13 miembros en cada una de las regiones, manteniéndose los actuales Tres Consejos Sectoriales: del Libro y la Lectura, del Arte y la Industria Audiovisual y de la Música Nacional, dentro de la Subsecretaría de Las Culturas y Las Artes, que también acogerá a las áreas artísticas, entre ellas, las artes escénicas.

Por otra parte, la DIBAM (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos) y el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), hasta hoy dependientes del Mineduc, pasan a formar parte del nuevo Ministerio a través de la Subsecretaría del Patrimonio Cultural y del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, que contará con un Fondo del Patrimonio.

A pesar de los años, y la sensación amarga de miles de cultores y artistas que ven sus proyectos alejados de la lógica darwiniana de los FONDART, “Aún tenemos arte(s)-gastronomía-arte-sanía ciudadanos” y mantenemos la esperanza de que el Ministerio vendrá a desarrollar con fuerza no sólo el fortalecimiento de la institucionalidad cultural y el de las organizaciones territoriales, sino que, impulsará las políticas sectoriales y pondrá énfasis en las necesidades de distintas poblaciones como son los pueblos originarios, la infancia y juventud, migrantes, entre otros, al establecer como principios orientadores La promoción de la diversidad cultural, La democracia y participación cultural, El patrimonio como bien público, El reconocimiento cultural de los pueblos originarios y La libertad de creación, expresión, protección de derechos laborales y valoración social de creadores y cultores.

Si bien, como diría Neruda, “los de entonces, ya no somos los mismos”, es ahora que entre nosotros debemos ser capaces de volver a reconocer ciudadanía, entre la diversidad de lenguas, culturas y nuevas miradas para la infancia y juventud, que, como siempre, de arte en arte, no pedirá permiso para acrecentar el alma de nuestros sueños, anclados desde la única región que no tiene vista al mar, para que lo nuestro sea siempre humano y hermano en su virtud, como aquello que de vez en cuando, llamamos Chile.

Hans Schuster
Consejero Regional Metropolitano
Coordinador del área de Gestión de las Culturas y Patrimonio
Dirección de Vinculación con el Medio - UCSH

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