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El objetivo de los movimientos sociales

Dar vida a la revolución

“No nos sirve, en lo absoluto, construir movimiento estudiantil o popular por construirlo, sin darle una orientación política que justifique su existencia”. Fuerza Universitaria Rebelde.

Si no comprendemos que un movimiento debe contener lineamientos políticos para lograr su desarrollo y conseguir sus objetivos, muy difícil puede ser que realmente salgamos de la lógica que confunde a la “movilización” con el movimiento.

Nos encontramos sin duda en un amplio marco de debacle ideológico y teórico que fustiga en gran medida las intenciones de ciertas agrupaciones y/o sujetos por emprender procesos de construcción que apunten a devolver la política al lugar que jamás debió haber abandonado: los espacios organizativos del conjunto social, espacios como las asambleas vecinales, sindicales o estudiantiles. Estamos reconstruyendo la perspectiva colectiva de cómo debemos enfrentar los conflictos mediante la propuesta de cambios políticos que logren germinar desde los propios espacios sociales y no de un locuaz “peticionismo” a la institucionalidad del Estado.

Comprender a un movimiento social como un “fertilizante” para conglomerados partidistas que desean acumular fuerzas electorales, es una aberración que se ha vuelto costumbre para aparatos, que no hacen más que replicar la lógica instalada en la dictadura neoliberal, que separa lo social de lo político y que mediante la destrucción del tejido social despoja al sujeto de sus herramientas transformadoras, desarmándolo teóricamente y regulando sus espacios de conflicto con el capital. Se configura así un complejo conjunto de leyes y mecanismos burocráticos que cercenan al sujeto colectivo para un proceso de acumulación de fuerzas que le permita emprender su rol histórico dentro de un conflicto de clases cada vez más evidente.

Sujeto y conciencia

Hoy los partidos políticos que fanfarronean en el parlamento disfrutan con el monopolio institucional, hacen el hipócrita llamado a “participar” dentro de su juego para “cambiar las cosas” sabiendo que jamás se ha cambiado un paradigma institucional opresor utilizando las propias herramientas de opresión institucionales. Esto es pensar que el mero establecimiento de un gobierno representativo puede mediar y resolver los conflictos de intereses de clase que se basan en fundamentos mucho más profundos y que deben ser abordados al calor de la reconstitución de la organización popular.

Cuando hablamos de reconstituir la organización popular estamos en la línea de lo que ya varios han manifestado: “Más poder para la gente, no más Estado ni más mercado” y hoy el poder para la gente no se traduce en justas “ciudadanistas”, porque “lo ciudadano” se ve entrampado justamente en el ritmo de las lógicas que lo (...)

Artículo completo: 1 382 palabras.

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Recaredo Gálvez

Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción.

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