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De Psicoeducación y militancias disciplinares: estrategias para afrontar la brecha, exclusión y segregación generadas por el neoliberalismo. Por Marco Silva Cornejo

A los sentidos empíricos de la Utopía; Pablo y Violeta.

La matriz de desarrollo económico asumido por nuestro país bajo la tutela militar y reafirmado de manera ejemplar por la primera línea de intelectuales y economistas de la nueva mayoría en los gobiernos transicionales. Ha generado un conjunto de impactos en las formas de organización comunitaria y cultural del país, desbordando en una acción hegemónica el campo de lo estrictamente económico. Bajo este prisma, el neoliberalismo no es solo un modo de producción u organización de la producción, sino más bien que este modo de producción particular y tecnológico que es el neoliberalismo es constructor de subjetividades, por tanto impacta directamente en nuestra civilización en las formas y modos de vida de las personas.

Siguiendo a Luria, la actividad realizada por los hombres organiza las formas de representación en su conciencia, en tanto toda la conciencia y representación mental esta mediada por las prácticas y actividades que realizan los sujetos en sus comunidades y entornos productivos (Luria, 1998). Sabemos que el verbo en la era neoliberal es el consumo, que nuestra comunidad ha sintetizado al Mall como el espacio de la plaza, que el sujeto ha cedido paso al individuo hedonista y narcisista, que las tecnologías han devenido en las alteridades predilectas para el ejercicio de la comunicación. Los impactos de todos estos procesos sin duda agudizan la ortopedia social que ha generado la crisis de legitimitad de la clase política hoy subordinada al poder económico y financiero. El neoliberalismo como matriz gobernante a escala planetaria se alimenta de nuestra civilización generando a su paso la cronicidad del riesgo en el devenir de nuestras comunidades, multiplicando la patología social y segregando a los grupos sociales, étnicos, culturales que por condición u opción carecen de accesos a los sistemas de consumo que el modelo oferta para garantizar el sueño de la inclusión en un marco de bienestar donde la máxima de las actividades humanas es el consumo.

La evidencia empírica y teórica, señala con claridad que la exclusión y segregación que generan las condiciones de pobreza en la sociedad de la era neoliberal no presentan una distribución democrática en la población. Son los niños, niñas y adolescentes entre 0 y 20 años los que presentan una mayor prevalencia en el desarrollo bajo estas condiciones, por tanto las limitación en prospectiva del futuro de estas generación son las que se ven amenazados por la falta de oportunidades y la carencia en todas sus dimensiones como experiencia vital de sus vidas.

La relevancia de asumir un posicionamiento crítico para quienes desplegamos nuestro servicio, actividad y compromiso con quienes se encuentran desarrollados bajo condiciones de dificultad, reside en entender que las dinámicas sociales actuales requieren en primer término de algunos elementos que aporta de manera pertinente la Psicoeducación canadiense, resulta fundamental relevar el rol del cotidiano y de la relación entre los interventores y los sujetos de acción. De manera complementaria son los espacios de desarrollo cotidiano del sujeto, su barrio, la pertenencia, los espacios configuradores de los procesos de construcción de identidad y la relación en vivencia educativa compartida, los que determinaran las posibilidades de instalar una intervención que no busque la sumisa incorporación al modelo imperante, sino que muy por el contrario. La intervención psicosocial debe constituirse en una relación al servicio de las necesidades de ese “otro” en dificultad, pero que a su vez logre movilizar nuevas alternativas y posibilidades, impulsando la instalación de valores de convivencia, así como también de lugares de reflexión crítica, para la condición de desarrollo del joven o adolescente como de su entorno y su grupo de pares.

La Psicoeducación, resulta ser un enfoque refrescante y de alta pertinencia aplicada, su valor es que busca sin grandes pretensiones avanzar en procesos de adaptación que estén direccionados a la transformación y el bienestar. Es responsabilidad de las ciencias sociales en su conjunto, asumir disciplinariedades militantes que recojan el Descontento, la Desesperanza y el Desconcierto de nuestras comunidades frente al entreguismo suicidario de los gobernantes y al apetito insaciable del poder económico y financiero. En este contexto de tensiones y posicionamientos es que la intervención psicosocial encuentra una herramienta pertinente y con plasticidad en la Psicoeducación orientando la acción al servicio de la transformación y no de la reproducción.

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