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Declaración

En estos días se ha debatido acerca de la tarea que compete al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Se trata de un diálogo que le hace bien a la cultura pública. Con todo, algunos malos entendidos acerca de la tarea del Museo, cuyo directorio integramos, nos obliga a declarar lo que sigue:

1. La tarea del Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos es promover una conciencia pública acerca de las violaciones masivas, sistemáticas y prolongadas a esos derechos acaecidas entre el 11 de Septiembre de 1973 y el 11 de Marzo de 1990, que es el período cubierto por las investigaciones de la Comisión de Verdad y Reconciliación, cuyos resultados se conocen como el Informe Rettig;

2. Esa toma de conciencia que el Museo promueve no tiene un propósito político, sino moral: transformar el respeto a los derechos humanos en un imperativo categórico de nuestra convivencia, es decir, en un deber de todos y cuyo cumplimiento ninguna circunstancia podría atenuar o debilitar;

3. La tarea del Museo, en consecuencia, no es historiográfica ni jurídica. Su propósito no es entregar información acerca de las causas que condujeron a esas violaciones o contextualizarlas, ni, tampoco, formular imputaciones individuales de responsabilidad, sino promover la idea que, con prescindencia de las circunstancias, ese tipo de hechos no deben ocurrir nunca más en nuestro país;

4. El Museo confía que sus actividades y muestras -que cuentan con apoyo estatal atendido el interés público de sus actividades- interpelen a la ciudadanía y, por esa vía, promuevan en nuestra esfera pública un debate y un diálogo reflexivo acerca del respeto de los derechos humanos.

5. Por último, invitamos a todos nuestros compatriotas a visitar el Museo y a formarse por sí mismos un parecer acerca de si cumple el objeto para el cual fue creado.

María Luisa Sepúlveda, Presidenta Directorio

María Eugenia Rojas, Secretaria

Arturo Fontaine, Tesorero

Gastón Gómez

Milan Ivelic

Fernando Montes

Claudio Nash

Enrique Palet

Carlos Peña

Daniel Platovsky

Margarita Romero

Marcia Scantlebury

Agustín Squella

Carolina Tohá

Directorio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos

SANTIAGO, 27 DE JUNIO 2012


Asedio al Museo de la Memoria. por Miguel Lawner

El Mercurio ha puesto sus páginas a disposición de una sospechosa ofensiva dirigida contra el Museo de la Memoria. En su edición del día 22 de junio, el historiador Sergio Villalobos publica una dura crítica donde afirma que la creación del Museo “ha sido una continuidad de disparates”, agregando más adelante:

“En el mencionado "museo", para poder entenderlo, falta la política y la situación social del país desde varias décadas anteriores y, muy especialmente, la destrucción de la ética pública, los abusos, engaños y desmanes del gobierno de la Unidad Popular. Sólo teniendo en cuenta esos hechos, se puede comprender la reacción general del país y el movimiento militar. No se trata de ocultar los excesos oficiales, sino buscar la explicación de por qué ocurrieron.”

El 23 de junio se incorporó a esta ofensiva Margarita Krebs, actual directora de la DIBAM, a quién El Mercurio le concede una extensa columna en la sección cartas al director, donde coincide con el señor Villalobos al sostener “A la luz de la contingencia que vivimos hoy, sería una gran contribución que el Museo explicara los hechos anteriores al golpe, pues pondría una nota de atención sobre los límites, la necesidad de cuidar las formas, y los procedimientos democráticos.”

La humanidad está hoy consciente del holocausto cometido por el régimen nazi desde que asumió el gobierno de Alemania el año 1933, hasta el fin de la segunda guerra mundial en 1945.

Muchos museos se han construido en el mundo a fin de dar a conocer las acciones criminales cometidas por dicho régimen, con la finalidad de evitar su repetición y educar a las nuevas generaciones en la preservación y el respeto a derechos fundamentales del ser humano.

Tal es el caso del Museo Estadounidense del Holocausto, construido en Washington DC, como consecuencia del informe presentado en 1979 por la Comisión Nacional del Holocausto que presidió Jimmy Carter También el Museo del Holocausto en Jerusalem, la Torre del Holocausto en Berlín y el más reciente Museo del Holocausto también en Berlín, levantado simbólicamente en un terreno próximo al bunker donde se refugió Hitler en sus últimos días.

En ninguno de estos museos, se pretendió explicar el contexto político social de la época para justificar las atrocidades cometidas por los nazis. Conforme a la argumentación sostenida por los detractores de nuestro Museo, quienes diseñaron tales centros estarían tergiversando la verdad al ignorar las enormes debilidades de la República de Weimer: la hiperinflación que llevó al colapso de la moneda alemana, la cesantía que afectó a 5 millones de alemanes, el desabastecimiento, la violencia cotidiana desatada –dicho sea de paso por las propias huestes de las SS- emuladas más tarde en Chile por las criollas bandas de Patria y Libertad, todo lo cual pavimentó el acceso de Hitler al poder.

¡No señor Villalobos y señora Krebs!

Nada puede justificar el haber incinerado a 6 millones de judíos, así como no hay ningún contexto o causa que pueda justificar la sistemática violación a los Derechos Humanos cometidas por la dictadura militar en Chile.

Ningún error o supuesta violación de la legalidad puede justificar la desaparición de miles de compatriotas. Nada puede justificar su sepultación clandestina, la posterior inhumación de sus restos, ya sea para ser dinamitados o para ser arrojados a las profundidades del mar con un riel de ferrocarril atado a sus cuerpos.

Nada puede justificar los terribles tormentos aplicados a decenas de miles de compatriotas. Nada puede justificar la existencia de centenares de centros clandestinos de detención y tortura, extendidos a lo largo de todo el país. Nada puede justificar que se haya construido en Isla Dawson un campo de concentración al modelo de Auchwitz.

Nada puede justificar el exilio forzoso de miles de familias separadas para siempre de sus raíces.

Nada puede justificar las universidades intervenidas, etc,etc,etc...

No menos grave es el hecho que a estas alturas de la vida, con tantos y tan irrefutables testimonios conocidos en los procesos llevados a cabo por nuestro Poder Judicial, el señor Villalobos, a quién el Estado de Chile le concedió el Premio Nacional de Historia, califique como excesos oficiales las monstruosas violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura.

Está claro que la defensa de los Derechos Humanos es una tarea permanente.

Nuestra obligación es poner atajo a quienes ayer cerraron sus ojos respecto a lo que ocurría delante de ellos y hoy pretenden construir un país desprovisto de su memoria.

Miguel Lawner 24. 06. 2012.

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