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Discurso de Camila Vallejo en el Cambio de Mando FECh 2011-2012

Es difícil hacer el balance del presente año de nuestra federación, el solo hecho de sentarse y evaluar, repasar los contenidos, lo hecho y lo olvidado, son ejercicios que requieren de tiempo y tranquilidad, dos elementos que hasta el momento no hemos tenido y que dificultan los análisis a la hora de repasar el año transcurrido.

A esto hay que sumarle la profundidad y alcance que tuvo el movimiento social por la educación, ya que, al contrario de lo que se ha querido presentar, no abarcó tan solo lo meramente estudiantil ni tampoco se contuvo en las paredes de nuestra universidad, por el contrario, detonamos un movimiento que sacudió al país, contagió al continente y puso los ojos del mundo sobre nosotros y nuestros resultados, por lo que hacer un balance de la FECh que tan solo abarque a la FECh no es sensato ni tampoco corresponde a la realidad de nuestra gestión.

De todas maneras, para partir quisiera agradecer a todas y todos quienes han sido parte fundamental en la construcción de este proceso. A los funcionarios de la FECh por su compromiso y trabajo intachable durante el año, por su paciencia y lealtad a la organización, a pesar de lo difícil que es trabajar con estudiantes todo el día, cuando aún ellos no entienden a cabalidad las condiciones del mundo laboral. A ellos les debemos nuestro más sincero respeto y el compromiso por hacer de su trabajo un valor a cuidar y resguardar. Sin lugar a dudas, a mi familia y a Julio, que gracias a su incondicional apoyo, amor y entrega pude desempeñar gran parte de mi trabajo en la FECh, incluso en los momentos más difíciles.

A los funcionarios de la Casa Central que nos acompañaron en la toma y ayudaron a cuidar la Casa de Bello. A los académicos que se pusieron la camiseta y que desde oscuros laboratorios, bibliotecas y oficinas sacaron una voz que hace mucho tiempo no se hacía escuchar en nuestra universidad.

A los que se involucraron activamente y no sólo de palabra, a los que madrugaron por tener que preparar el trabajo del paro del día siguiente, a los se mojaron en las manifestaciones, a los que bailaron, actuaron y crearon por este movimiento.

A los secundarios por su capacidad de entrega y valentía, a los estudiantes de instituciones privadas que lograron renovar los aires de este movimiento, a los profesores por trabajar codo a codo con los estudiantes pese a los constantes ataques recibidos, a los pobladores que nos acompañaron en los cacerolazos, las barricadas y las asambleas territoriales, a los trabajadores de la educación y de otros ámbitos que hicieron tremendos esfuerzos por solidarizar y acompañarnos en las movilizaciones y muchas veces también en las discusiones.

En fin, a todas y todos quienes desde sus diferentes frentes de acción, aportaron pequeñas y grandes cosas a este movimiento. Y no quisiera dejar de lado a los que no están presentes, para compartir este importantísimo proceso, pero que, sin lugar a dudas, han sido grandes referentes de la historia, sin los cuales no habríamos tenido capacidad política, teórica, moral e histórica de poder levantar y conducir este movimiento. Hablo de Marx, de Lenin, de Recabarren, de Violeta, Víctor, Gladys, de Lucho Corvalán, de Gramsci, de Allende y tantos otros a los cuales les debemos esto y mucho más y que van siempre a nuestro lado en esta larga marcha.

En segundo lugar, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones que nacen de la experiencia, de las vivencias básicas que este 2011 dejó estampadas en nosotros, hoy tenemos la más profunda convicción de que la fuerza erigida a partir del movimiento debe constituirse como una verdadera posibilidad de transformación social en Chile, debe significar un cambio en la vida de nuestro pueblo y debe constituirse en un ejemplo de lucha para todos los pueblos del mundo en su camino por conquistar más democracia, más justicia social y protección de nuestros derechos fundamentales frente a los embates y colonizaciones del mercado.

Tengo la más plena seguridad de que para todas y todos ustedes, este año ha significado uno de los más importantes procesos de maduración y desarrollo tanto personal como político. Este es un año en el que todos hemos aprendido, por lo tanto todos hemos ganado. A algunos les tocó aprender cayendo duramente, a otros les tocó aprender que lo hecho en el pasado tiene valor en el presente y se configura como determinante para el futuro, a otros les tocó aprender que no se podía mantener por siempre al pueblo engañado y desmovilizado.

En definitiva, este es un año en que sin duda Chile ganó y eso es motivo de orgullo para los estudiantes de nuestra casa de estudios, hoy día podemos decir con más fuerza y autoridad que la Chile es de todos los chilenos, hoy podemos mirar sin vergüenza al país y decirle: esta es tu Universidad y desde ella luchamos por un Chile nuevo, desde ella luchamos porque en sus aulas vuelvan a caber los hijos de todo tu pueblo, hijos de buena familia no bastan para nuestros sueños.

Debemos decir también, que durante este proceso tuvimos aciertos y errores, alegrías, frustraciones, encuentros y desencuentros, incertidumbres y certezas, en definitiva, un sin fin de experiencias que, sin duda alguna, estarán siendo en estos momentos revisados en el fuero interno de cada uno, para constituirse posteriormente en el conjunto de elementos que servirán para la proyección de un mejor escenario político en los años venideros.

Y digo esto, porque entendiendo que cada cual de manera individual o colectiva habrá hecho o estará haciendo este análisis, proceso al cual me gustaría poder aportar algunos elementos.

A esto quiero comenzar señalando, que iniciamos este período con mucha claridad respecto al rol que debíamos jugar los estudiantes y la comunidad universitaria en general, en el proceso de transformación y democratización no solo de nuestra universidad, sino que también en el conjunto del modelo educacional, cuestión que señalábamos como un paso estratégico en la dirección de hacer avanzar nuestra sociedad hacia un modo de vida más justo, democrático y libertario.

Comprendíamos con claridad las razones del por qué en Chile se inició un proceso de desmantelamiento de la educación pública y a la vez entendíamos la importancia fundamental que tenía la configuración de ello con el resultado de la obra total del modelo neoliberal que otrora nos heredaran a sangre y fuego. Asumimos que no teníamos razones para soportar y seguir soportando las condiciones impuestas de un modelo por el cual nadie nos había preguntado y es entonces que decidimos salir a la calle una vez más, pero ya nuestro despliegue, nuestro discurso y nuestro convencimiento se encontraban fuertemente armados, ya no era solo cosa de niños, ya no era cuestión de tiempo.

Entendimos que antes de hacer educación había que pensar la educación, que antes de hablar de calidad debíamos discutir entorno a ella y no aceptar un concepto impuesto y aprendimos sobre todo a no caer en el vicio de elaborar y demandar reformas que no tuviesen coherencia política con la sociedad a la cual aspirábamos vivir y legar a nuestro pueblo.

Cuando hablábamos de cambios estructurales al modelo, hablábamos de construir un sistema educacional que pudiese contribuir a superar la odiosa condición de inequidad, segregación, exclusión y marginalidad con que aún dominan a nuestro pueblo. Que permitiese por vía de la democratización del conocimiento, en cuanto a su acceso, su apropiación y su generación, desarrollar una plaza contrahegemónica a los principios y reproducciones materiales del modelo mercantilista, catalizador de las más profundas desigualdades e injusticias de nuestra sociedad.

Este año pudimos también experimentar muy felizmente, uno de los momentos de mayor debate y participación en nuestros espacios universitarios, fenómeno materializado en los distintos claustros triestamentales y en encuentros que no sólo lograron demostrar que tenemos un gran potencial para la construcción de comunidad universitaria, sino que demostraron también que esa construcción es posible, que podemos elaborar propuestas y dar una señal al país de que lo público se evidencia en estos esfuerzos incomprables por el dinero. Ahora nuestro principal desafío será potenciarlos y hacer que lo que emane de esos espacios de integración pueda constituirse en patrimonio de la sociedad y en verdaderas herramientas de transformación para nuestro pueblo. Todo esto exige una mayor participación de toda la sociedad chilena en el cuidado y cumplimiento de sus fines.

Quiero también destacar, la necesidad que tenemos como país de avanzar hacia un cambio de paradigma en la forma de hacer universidad, la Chile ya no es la misma de antes, en cierta medida y de cierta forma, hemos cambiado de lenguaje y seremos todos nosotros, estudiantes, funcionarios, académicos y autoridades, los responsables de conducir a nuestra Universidad hacia una ruptura del statu quo y el orden actual existente. Debemos hacerla avanzar hacia la construcción de nuevos espacios de encuentro, donde se puedan analizar y poner en cuestión las más diversas formas de vida y posturas político-ideológicas; donde la diversidad debe pasar de la teoría a la práctica cotidiana y se logre la interacción intelectual y humana que nos permitirá ir abordando la complejidad de las problemáticas actuales y futuras de nuestra sociedad.

La verdad es que Chile toma cada vez mayor conciencia de que necesitamos dar pasos decididos en la construcción de un sistema de educación que termine con el progresivo cercenamiento de la identidad y diversidad cultural presentes en nuestro país, que abandone la repetición de consignas, la ejecución de órdenes y la identificación de los estudiantes y académicos con la búsqueda del logro individual, la aceptación de las reglas del mercado, el conformismo y la desmemoria, para cambiarlos por un espíritu de unidad en la pluralidad, por una nueva disposición a educar al conjunto del pueblo, cuyo fin sea su emancipación moral, intelectual y material. Para esto, nos ha resultado indispensable la toma de conciencia de que la educación debe ser entendida como un derecho universal y una inversión social y no como un bien de consumo como algunos nos han pretendido hacer creer.

Sin embargo, compañeras y compañeros, es importante tener claridad de que no podemos caer en el mismo error de los movimientos reformistas de nuestra historia. Si bien entendemos la vigencia de las demandas contra la segmentación del conocimiento y las concepciones tecnocráticas y autoritarias de la enseñanza y reeditamos las propuestas a favor de la autonomía universitaria, el pluralismo, la libertad de cátedra, la participación de los estudiantes y trabajadores en la dirección de los establecimientos, no podemos creer que ésta sea la única vía para fundar una nueva sociedad.

La tradición liberal iluminista que nos hace creer que el conocimiento es o será LA principal riqueza de Chile y, que la reforma universitaria, o de la educación en general basta para lograr la emancipación de nuestro país a través de la cultura, es algo que aunque coherente y noble, carece de sustento material.

La revolución social no es antes que nada ni tan solo una reforma intelectual y moral, sino que por sobre todo, es una transformación radical en las relaciones de poder político y de acumulación económicas vigentes en nuestra sociedad.

Nadie podría negar que un pueblo culto es menos vulnerable a la dominación y al sometimiento, sin embargo, esa democratización y acceso a la cultura no se obtienen de manera gratuita por parte de los dominados, por el contrario, se arranca con convicción y energía de la mesa del festín de los poderosos.

Cómo lograr esas conquistas debe ser una de las principales interrogantes en estos momentos y una de las mayores tareas pendientes que deja este movimiento. No es menor que después de 7 meses de movilización, durante las cuales logramos legitimar nuestras demandas y representar a más de un 80% de la población, no hayamos logrado avances en términos de nuestras propuestas y nuestras reivindicaciones más sentidas. No cabe duda que a estas alturas del año, cuando ya es compartido que el movimiento logra dar el salto cualitativo desde la demanda gremial-corporativa a una demanda estructural y de carácter político, las mayorías que salen a las calles ya no son sólo mayorías endeudadas, sino que son mayorías guiadas por la más profunda necesidad de contraponer a la avaricia y la soberbia del sistema, la dignidad de los seres humanos y la recuperación de sus derechos.

Efectivamente no es sólo una consigna decir que Chile cambió, en cada esquina y en cada calle vemos cómo Chile va perdiendo el miedo, cómo la gente vuelve a creer en la posibilidad de los cambios y en la acción colectiva como forma necesaria para alcanzarlos. Atrás queda el pueblo callado y domesticado, acostumbrado al conformismo y al individualismo, incapaz de levantar la voz ante la injusticia y los abusos, por el contrario, la gente sale con alegría a las calles a recuperar la esperanza perdida, sale a decir con fuerza: ¡ya basta de desigualdad, basta de lucrar con nuestros derechos fundamentales y basta de esta pírrica democracia de los consensos! Sin duda que este movimiento ha logrado evidenciar con mayor fuerza las falencias del sistema, lo cual ha significado un cambio cultural en nuestro país y, aunque embrionario aún, nos permite abrirnos a la posibilidad de avanzar hacia un estado mayor de concientización y de lucha social.

Este año, también ha quedado demostrado que con un gobierno de derecha los avances sociales a favor del pueblo son un imposible, el sistema político presidencialista logra que el ejecutivo tenga la sartén por el mango y puedan hacer y deshacer según como le venga en gana.

Por otra parte, las consecuencias del binominalismo se hacen sentir con fuerza en el parlamento, configurando mayorías opuestas a la ciudadanía y dejando un margen de acción muy estrecho para fuerzas sociales y políticas contrarias al dictamen de los poderosos. Alterar este orden, también es una tarea pendiente de nuestro movimiento, ya que las consecuencias de ello se harán sentir con fuerza en proyectos de ley que ya están siendo tramitados en el parlamento, tales como el proyecto de desmunicipalización, Superintendencia, Ley de Universidades Estatales, Democratización, Fin al Lucro, entre otros, los cuales de no mediar una acción política y social poderosa y eficaz por nuestra parte, serán arreglados al gusto de unos pocos y para el desmedro de millones, tal como se han venido haciendo las cosas en nuestro país a lo largo de estos últimos treinta años.

Y he aquí un punto de maduración importante que hemos adquirido con este movimiento: nuestro principal problema no es de recursos, es de democracia. La reproducción del poder político sobre sí mismo con independencia de la inclusión y participación de las grandes mayorías ciudadanas ha hecho a nuestra democracia perder valor y a nuestros ciudadanos perder interés por ella. Lo que ayer fue un profundo anhelo de generaciones enteras que entregaron su vida por obtenerla, hoy es solo un mal recuerdo por el que no vale la pena ni siquiera interesarse.

La clase política contra la cual algunos creen luchar, no es más que el reflejo del ordenamiento del poder existente en nuestra sociedad, para nosotros no existe “la clase política”, existen las clases sociales, donde se inscriben dominados y dominadores, explotadores y explotados. No podemos seguir aceptando el uso de un concepto vago y poco definido, que viene por sobre todo a atenuar y confundir el centro de las preocupaciones que como pueblo debemos tener para superar el actual esquema de dominación existente en nuestro país.

Es a esos sectores a los que hay que desplazar de la toma de decisiones, a quienes gozan de la acumulación de capital, sumado a la acumulación de poder político, comunicacional y cultural. A los que hoy toman decisiones por nosotros y no nos permiten participar directamente en la construcción de nuestro propio futuro. Ellos son la geometría del poder que se constituye como la gran mordaza a los avances del pueblo chileno en materia de derechos y reivindicaciones y es contra sus privilegios por lo que luchamos.

Por lo mismo, es que no entendemos como aceptable la renuncia a la disputa de espacios de representación dentro de la institucionalidad política, no podemos negarnos a subvertir la correlación de fuerzas al interior de esta espuria institucionalidad burguesa, muy por el contrario, ello debe constituirse en uno de los pasos fundamentales que este movimiento logre dar, no el único, pero sin lugar a dudas debemos trasladar la mayoría de las calles al interior del parlamento y el aparato del Estado, y que vuelvan a ser los trabajadores, pobladores y estudiantes quienes manejen las riendas de su propio futuro, participando, sin otros intermediarios, en la elaboración de las leyes y normas que nos devuelvan nuestros derechos.

Hoy, producto de la histórica movilización desencadenada en nuestro país, hemos logrado provocar fisuras y resquebrajar la construcción hegemónica neoliberal dominante, instalada hace ya más de treinta años por la dictadura. Sin embargo, esta aún no está derrotada, tiene fisuras y está agotada, pero nada indica que no pueda recomponerse sobre sus propias fuerzas, como históricamente lo ha hecho y vuelvan por tanto, nuevamente las fuerzas neoliberales y reaccionarias a ganar poder para reestablecer su hegemonía e incluso blindarla. Existe una crisis de legitimidad del neoliberalismo, eso está claro, ahora de nosotros y de las fuerzas democráticas depende avanzar con convicción y fuerza para derrotar a la maquinaria vil que ya no se puede seguir sosteniendo.

La fuerza y presión democratizadora que están generando los actuales movimientos y organizaciones sociales ya no son sólo en demanda de reformas sectoriales al modelo, sino que por sobre todo, son para hacer avanzar al país hacia la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, ahí está el desafío estratégico de nuestro movimiento.

No quiero terminar, sin antes enunciar algunos de los desafíos que como país tenemos pendientes.

Chile debe avanzar hacia un modelo de sociedad que sustituya el principio de la competencia por el de la cooperación, que sustituya al individualismo por la solidaridad y la acción colectiva, a los bienes privados por los públicos, que permita la socialización de las fuerzas productivas y el reparto equitativo del trabajo común, el reconocimiento efectivo del derecho de cada persona a vivir plenamente su vida intelectual y moral. Se requiere urgente renovar la vida pública para recomponer el tejido social, ensanchar los cimientos de la justicia, y construir una nueva geografía del poder, donde no se permitan más abusos ni explotaciones.

Las esperanzas del pueblo están en todos nosotros, y los estudiantes, los demócratas y la izquierda chilena no pueden desconocer el nuevo escenario en el cual estamos inmersos, menos todavía repetir viejas recetas que con la experiencia histórica ya se han visto fracasadas. Debemos ser capaces de fijar un nuevo horizonte para nuestro desarrollo, un nuevo camino por el cual transite nuestro modelo de sociedad y nuestra democracia, necesitamos un nuevo marco en el cual todos por igual tengamos los mismos derechos y las mismas libertades.

Para finalizar, quiero decir que lo que viene es tanto o más importante que lo pasado, quizás el próximo año no haya movilizaciones tan masivas como las de este, pero ello no será excusa para que la lucha no se intensifique. Quiero darle mis saludos a Gabriel, decirle que cuenta con todo mi apoyo en este año de gestión que le tocará vivir, que pese a los inventos mediáticos y diferencias de pasillo que pretenden instalarnos, ambos sabemos que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa y que puede esperar de nosotros, los comunistas, todo el apoyo y la lealtad en esta enorme lucha que juntos enfrentamos, que tal como hace cien años, seguiremos estando firmes junto a los trabajadores y el pueblo, articulando la lucha social en sus más diversas formas, para así proyectar una alternativa de democracia real para todos los chilenos.

La primavera promete nuevos frutos, dependerá de todos nosotros, cuán dulces puedan ser.

Camila Vallejo, 19 de diciembre de 2011


Discours de changement de mandat FECH 2011-2012

Difficile cette année de faire un bilan de notre fédération, le simple fait de s’asseoir et d’évaluer, examiner les contenus, ce qui a été fait et oublié, sont des exercices qui nécessitent du temps et de calme, deux éléments que, jusqu’ici, nous n’avons pas eu et qui entravent le temps d’analyse pour examiner l’année qui vient de s’écouler.

À cela, il faut ajouter la profondeur et la portée qu’a eue le mouvement social pour l’éducation, parce que, contrairement à ce qui a été présenté, il n’a pas couvert que le monde étudiant, ni s’est contenu dans les murs de notre université. Au contraire, nous avons déclenché un mouvement qui a secoué le pays, a contaminé le continent et a rivé les yeux du monde sur nous, et sur nos résultats. Donc, faire le bilan de la FECh (Federación de estudiantes universidad de Chile, la fédération étudiante principale du Chili) qui n’inclus que la FECh n’est pas approprié et ne correspond pas à réalité de notre gestion.

Toutefois, pour commencer, je voudrais remercier tous ceux qui ont joué un rôle dans la construction de ce processus. Aux fonctionnaires de la FECh pour leur engagement et travail sans faille au cours de l’année, pour leur patience et leur loyauté envers l’organisation, en dépit de combien il est difficile de travailler avec des étudiants tous les jours, quand bien même ils ne comprennent pas pleinement les conditions du monde travail.

Nous leur devons notre plus profond respect et engagement pour faire de leur travail une valeur à soigner et à protéger. Sans aucun doute, à ma famille et à Julio, grâce à son inconditionnel soutien, amour et dévouement, j’ai pu développer une grande partie de mon travail à la FECh, même dans les moments les plus difficiles.

Aux fonctionnaires du siège central qui nous ont rejoint et aidé prendre soin de la Casa de Bello. Aux universitaires qui ont été courageux et qui depuis des sombres laboratoires, bibliothèques et bureaux ont levé leur voix dans notre université, qui ne s’était fait entendre depuis bien longtemps.

A ceux qui se sont engagé activement et pas seulement en paroles, qui se sont levé tôt pour avoir à préparer la grève du lendemain, qui ont été mouillés dans les manifestations, ceux qui ont dansé, joué et créé pour ce mouvement.

Aux étudiants du secondaire pour leur capacité à se donner et à leur bravoure, aux étudiants des institutions privées qui ont réussi à renouveler l’air de ce mouvement, aux enseignants qui ont travaillé en étroite collaboration avec les étudiants malgré les attaques incessantes reçues. Aux habitants des quartiers populaires qui nous ont rejoints dans les cacerolazos (ndlt : chahut de mécontentement en tapant sur des casseroles), les barricades et les assemblées territoriales, au personnel de l’éducation et autres domaines qui ont fait des efforts acharnés pour montrer leur solidarité et participer aux mobilisations et souvent dans les discussions.

Enfin, à tous ceux qui depuis leurs différents fronts d’action, ont contribué à ce mouvement avec des petites et grandes choses.

Et je ne voudrais pas laisser de côté ceux qui ne sont plus présents pour partager cet important processus, mais qui, sans aucun doute, sont de grandes références de l’histoire, sans laquelle nous n’aurions pas eu la capacité politique, théorique, morale et historique de soulever et de diriger ce mouvement.

Je fais référence ici de Marx, de Lénine, de Luis Emilio Recabarren, de Violeta Parra, de Victor Jara, de Gladys Marín, de Luis Corvalan, de Gramsci, de Salvador Allende et beaucoup d’autres à qui nous devons cela et beaucoup plus, ils sont toujours à nos côtés dans cette longue marche.

Deuxièmement, je voudrais partager avec vous quelques réflexions qui sont nés de l’expérience, du vécu fondamental qui a laissé ce 2011 gravé sur nous. Nous avons aujourd’hui l’intime conviction que la force érigée à partir de ce mouvement doit devenir une possibilité réelle de la transformation sociale au Chili. Cela doit signifier un changement dans la vie de notre peuple et doit devenir un exemple de lutte pour tous les peuples du monde dans leur quête pour plus de démocratie, de justice sociale et de la protection de nos droits fondamentaux, face à l’assaut et la colonisation par le marché.

J’ai pleine confiance que pour vous tous cette année s’est traduite par l’un des plus importants processus de maturation et de développement à la fois personnellement et politiquement. C’est une année où nous avons tous appris, donc où nous avons tous gagné.

Certaines personnes ont dû apprendre à tomber très durement, d’autres ont dû apprendre que le passé as de la valeur dans le présent et se configure comme un facteur déterminant pour l’avenir, d’autres ont appris que l’on ne pouvait pas maintenir le peuple éternellement trompé et démobilisé.

En bref, c’est une année où le Chili a clairement gagné, et c’est une source de fierté pour les étudiants de notre université, nous pouvons dire aujourd’hui avec plus de force et d’autorité que le Chili appartient à tous les Chiliens. Nous pouvons aujourd’hui regarder sans honte le pays et lui dire : voici ton université et de-là nous luttons pour un nouveau Chili, de-là nous luttons pour que dans ses auditoires puissent prendre place les enfants de ton peuple, les fils de bonnes familles ne sont pas suffisants pour nos rêves.

Nous disons aussi que durant ce processus nous avons eu des réussites et des échecs, des joies, des frustrations et des désaccords, des incertitudes et des certitudes, en bref, des expériences infinies, qui sans doute, sont maintenant examinés dans le for intérieur de chacun, pour devenir plus tard un ensemble d’éléments qui serviront à projeter un meilleur paysage politique pour les années à venir.

Et je dis cela parce que nous comprenons que chacun, individuellement ou collectivement, ont fait ou vont faire cette analyse, un processus auquel je tiens à ajouter quelques éléments.

A cela, je commencerai par dire, que nous avons commencé cette période avec une grande clarté sur le rôle que nous jouons les étudiants et la communauté universitaire en général, dans le processus de transformation et de démocratisation non seulement de notre université, mais aussi à travers l’ensemble du modèle éducatif, question que nous avons souligné comme une étape stratégique dans le sens de faire avancer notre société vers un mode de vie plus juste, démocratique et libertaire.

Nous comprenions avec clarté les raisons pour lesquelles au Chili a commencé un processus de démantèlement de l’éducation publique et aussi nous avons compris l’importance fondamentale de cette configuration comme le résultat de l’œuvre totale du modèle néolibéral qu’autre fois nous avons hérité par le sang et le feu.

Nous assumons que nous n’avions aucune raison de supporter et de continuer à endurer les conditions imposées par un modèle pour lequel personne ne nous a consulté et c’est ensuite que nous avons décidé de sortir dans la rue à nouveau. Mais depuis notre déploiement, notre discours et nos convictions étaient lourdement armés, ce n’était plus un jeu d’enfant, ce n’était plus une question de temps.

Nous avons compris qu’avant de faire l’éducation il fallait penser l’éducation, qu’avant de parler de la qualité, nous devions discuter de ce sujet et ne pas accepter un concept imposé. Nous avons appris surtout à ne pas tomber dans le vice d’élaborer et de demander des réformes qui n’aient pas de cohérence politique avec la société à laquelle nous aspirons à vivre et à léguer à notre peuple.

Quand nous parlions des changements structurels du modèle, nous parlions de la construction d’un système éducatif qui pourrait nous aider à surmonter la condition hideuse de l’inégalité, de la ségrégation, d’exclusion et de marginalité qui dominent encore notre peuple. Que cela puisse permettre par la voie de la démocratisation du savoir, quant à l’accès, de son appropriation et de sa génération, de développer une place contre-hégémonique, envers les principes et reproduction des matériaux du modèle mercantiliste, catalyseur des inégalités et des injustices les plus profondes de notre société.

Cette année, heureusement nous avons aussi pu expérimenter l’un des plus grands moments de discussion et de participation dans nos espaces universitaires. Ce phénomène s’est concrétisé dans les différents cloîtres et dans les rencontres qui non seulement été en mesure de montrer que nous avons un grand potentiel pour la construction de la communauté universitaire, mais il a également montré que cette construction est possible, que nous pouvons faire des propositions et donner un signal au pays et dire que le public est évident dans tous ces efforts qui ne peuvent être acheté par l’argent.

Maintenant, notre principal défi sera de les renforcer et de faire que ce qui émane de ces espaces d’intégration peuvent devenir un patrimoine de la société et de vrais outils de transformation pour notre peuple. Tout cela exige une plus grande participation de la société chilienne dans les soins et dans l’accomplissement de ses fins.

Je souligne également la nécessité que nous avons en tant que pays, d’aller vers un changement de paradigme dans la façon de faire l’université, et l’université du Chili n’est plus la même qu’avant. Dans une certaine mesure et dans certain sens, nous avons changé notre langage et nous serons tous nous, étudiants, fonctionnaires, universitaires et autorités, les responsables de conduire notre université vers une rupture du statu-quo et de l’ordre actuel existant.

Nous devons la faire progresser vers la construction espaces de rencontre, où peuvent être analysés et remis en question les formes les plus diverses de la vie et des postures politico-idéologiques ; où la diversité doit passer de la théorie à la pratique quotidienne et obtienne l’interaction intellectuelle est humaine qui va nous permettre de répondre à la complexité des problèmes actuels et futurs de notre société.

La vérité est que, le Chili, chaque jour prends conscience qu’il faut prendre des mesures décisives dans la construction d’un système éducatif qui termine avec l’amputation progressive de l’identité et de la diversité culturelle présente dans notre pays. Qu’il abandonne la reproduction de slogans, l’exécution des ordres et l’identification des étudiants et des universitaires à la quête de la réussite individuelle, de l’acceptation des règles du marché, le conformisme et l’oubli… En échange d’un esprit d’unité dans la diversité, avec une nouvelle disposition pour éduquer l’ensemble du peuple dont le but est l’émancipation morale, intellectuelle et matérielle.

Pour cela, il nous a semblé essentiel la prise de conscience que l’éducation doit être comprise comme un droit universel et un investissement social et non comme une marchandise comme certains ont essayé de nous le faire croire.

Mais, camarades, il est important d’être clair que nous ne devons pas tomber dans la même erreur d’autres mouvements de réforme dans notre histoire.

Bien que nous comprenions la validité des revendications contre la segmentation des connaissances et des conceptions technocratiques et autoritaires de l’enseignement, nous insistons en faveur des propositions pour l’autonomie des universités, le pluralisme, la liberté académique, la participation d’étudiants et de travailleurs dans le gestion des bâtiments. Nous ne pouvons pas croire que ce soit la seule façon d’établir une nouvelle société.

La tradition libérale des Lumières qui nous fait croire que la connaissance est ou sera "LA" principale richesse du Chili et, que la réforme universitaire, ou d’éducation en générale est suffisant pour réaliser l’émancipation de notre pays grâce à la culture générale, c’est quelque chose que, bien que cohérente et noble, n’a aucun appui matériel.

La révolution sociale n’est pas seulement une réforme intellectuelle et morale, mais par-dessus tout, c’est un changement radical dans les relations de pouvoir politique, et d’accumulation de la force économique de notre société.

Personne ne peut nier que les gens cultivés sont moins vulnérables à la domination et à la soumission, toutefois, la démocratisation et l’accès culturel, les dominés ne l’obtiennent pas gratuitement, au contraire, il se prends avec conviction et énergie au banquet des puissants.

Comment réussir ces conquêtes qui doivent être l’une des questions principales en ce moment et une tâche majeure de ce mouvement. Pas moins de sept mois de mobilisation, au cours de laquelle nous avons légitimé nos demandes et avons représenté plus de 80% de la population, nous n’avons fait aucun progrès en termes de nos propositions et de nos revendications les plus sincères.

Il n’y a plus de doute qu’à cette époque de l’année, alors que le mouvement confirme son saut qualitatif depuis la demande corporative jusqu’à une demande structurelle et politique, les majorités qui sont descendus dans les rues ne sont plus une majorité d’endettés mais sont plutôt des majorités guidées par le besoin profond de s’opposer à la cupidité et l’arrogance du système, de la dignité des êtres humains et le rétablissement de leurs droits.

En effet, ce n’est pas juste un slogan : le Chili a changé, à chaque coin, à chaque rue, nous voyons comment le Chili est en train de perdre sa peur, comment les gens reviennent à croire à la possibilité de changements et dans l’action collective comme forme nécessaire pour les atteindre.

Ce peuple muet et domestiqué, habitué au conformisme et à l’individualisme, incapable d’élever sa voix contre l’injustice et les abus est bien loin, en revanche, les gens sortent avec joie dans les rues pour restaurer l’espoir perdu. Il clame avec force : Assez d’inégalités ! Assez de profit sur nos droits fondamentaux et assez de cette démocratie de consensus à la Pyrrhus !

Nul doute que notre mouvement a réussi à mettre en évidence les lacunes du système, ce qui a entraîné un changement culturel dans notre pays et, bien qu’encore embryonnaire, nous permet d’ouvrir la possibilité d’aller vers un plus grand état de conscience et de lutte sociale.

Cette année a également été démontrée qu’avec un gouvernement de droite, les avancées sociales pour le peuple est une impossibilité, le système politique présidentiel réussi à que l’exécutif prenne le dessus et peuvent ainsi faire et défaire selon leur envies.

Par ailleurs, les conséquences de la loi binomiale est fortement ressenti dans le parlement, formant des majorités opposées à la population et laissant une marge très étroite à l’action des forces sociales et politiques contraires à l’opinion des puissants.

Changer cet ordre, est aussi une tâche en attente pour notre mouvement, parce que les conséquences se feront sentir fortement dans les projets de loi qui sont déjà en attente au Parlement. Par exemple, le projet de desminicipalizacion (ndlt : permettre aux établissements éducatifs de ne plus dépendre de la commune où ils se situent), de surintendant, loi sur les universités d’État, la démocratisation, la fin du profit, entre autres. En cas d’absence d’une puissante action politique et sociale et efficace de notre part, ces lois seront organisés au goût d’une minorité et au détriment de millions, comme ils l’ont fait dans notre pays au cours de ces trente dernières années.

Et voici un point important de maturité que nous avons acquise dans ce mouvement, notre principal problème ne sont pas les ressources, c’est la démocratie.

La reproduction du pouvoir politique sur lui-même indépendamment de l’inclusion et de la participation de la grande majorité des citoyens a fait perdre la valeur de notre démocratie et à nos citoyens de s’en désintéresser. Ce qui hier était un profond désir de générations entières qui ont donné leur vies pour l’obtenir n’est plus aujourd’hui qu’un mauvais souvenir pour lequel il ne vaut même pas la peine de s’y intéresser.

La classe politique contre laquelle certains croient lutter n’est que le reflet du système de pouvoir existant dans notre société, pour nous il n’y a pas de « classe politique », il y a des classes sociales, où s’inscrivent les dominés et les dominants, les exploiteurs et les exploités.

Nous ne pouvons pas continuer à accepter l’utilisation d’un concept vague et mal défini, qui vient avant tout diminuer et confondre le centre des préoccupations que nous, en tant que peuple devons surmonter le schéma actuel de domination existant dans notre pays. Il faut déplacer la prise de décision de ces secteurs qui jouissent de l’accumulation du capital, associée à l’accumulation du pouvoir politique, communicationnel et culturel. Ceux qui aujourd’hui prennent les décisions pour nous et ne nous permettent pas directement la construction de notre propre avenir. Ils sont la géométrie du pouvoir qui est constitué comme un bâillon sur les progrès du peuple Chilien en matière des droits et des revendications, c’est contre leurs privilèges que nous nous luttons.

Pour cette raison, il n’est pas acceptable de renoncer à la quête de ces espaces de représentation au sein des institutions politiques. Nous ne pouvons nous refuser de renverser le rapport des forces au sein de ce faux institutionnalisme bourgeois. Au contraire, cela devrait devenir l’une des étapes fondamentales que le mouvement doit atteindre, non pas l’unique, mais nous devons certainement amener la majorité des rues à l’intérieur du parlement et de l’appareil d’État, et que les travailleurs, habitants des quartiers populaires et étudiants puissent prendre les rennes de leur propre avenir, en participant, sans autres intermédiaires, dans la rédaction des lois et des règlements qui nous donnent nos droits en retour.

Aujourd’hui, grâce à la mobilisation historique déclenchée dans notre pays, nous avons réussi à faire apparaître des crevasses et des fissures dans la construction néolibérale dominante hégémonique, installés depuis plus de trente ans de dictature. Toutefois, celle-ci n’est pas encore vaincue, elle a des fissures et elle est épuisée, mais rien n’indique qu’elle puissent se recomposer avec leurs propres forces, comme historiquement, cela a déjà été fait et reviennent donc, à nouveau les forces néolibérales et réactionnaires afin d’accéder au pouvoir pour rétablir son hégémonie et même de la blinder.

Il y a une crise de légitimité du néolibéralisme, c’est clair, maintenant il dépend de nous et les forces démocratiques d’avancer avec conviction et force pour vaincre l’ignoble machinerie qui ne peut plus continuer à se soutenir.

La force et la pression de démocratisation qui génère les mouvements et les organisations sociales ne sont plus seulement en demande de réformes sectorielles au modèle, mais par-dessus tout, veulent faire avancer le pays vers la construction d’une société plus juste et égalitaire, voilà le défi stratégique de notre mouvement.

Je ne peux pas conclure, sans indiquer quelques-uns des défis que nous avons, en tant que pays, en attente.

Le Chili doit évoluer vers un modèle de société qui remplace le principe de la concurrence par celle de la coopération, remplacer l’individualisme par la solidarité et l’action collective, la propriété privée par le public, permettant la socialisation des forces productives et le partage équitable du travail commun, la reconnaissance effective du droit des individus à vivre pleinement sa vie intellectuelle et morale.

Il est urgent de renouveler la vie publique pour reconstruire le tissu social, d’élargir les fondements de la justice, et de construire une nouvelle géographie du pouvoir, qui ne permette plus les abus ou l’exploitation.

Les espoirs du peuple sont en chacun de nous, les étudiants et les démocrates chiliens, la gauche chilienne ne peut ignorer le nouveau scénario dans lequel nous sommes engagés, et encore moins répéter les vieilles recettes dont l’expérience historique nous dit qu’elles ont été infructueuses.

Nous devons être capables de définir un nouvel horizon pour notre développement, un nouveau chemin par lequel notre modèle de société et notre démocratie va circuler. Nous avons besoin d’un nouveau cadre dans lequel tous pareils, avons les mêmes droits et les mêmes libertés.

Enfin, je dirais que ce qui vient est tout aussi ou plus important que le passé, peut-être que l’année prochaine il n’y ait pas de manifestations massives comme cette année, mais cela ne sera pas une excuse pour ne pas intensifier les combats.

Je voudrais donner mes salutations à Gabriel Boric, et lui dire qu’il a tout mon soutien en cette année de gestion qu’il devra vivre, que, malgré les inventions des médias et des rumeurs de coulisses qui veulent installer des différences entre nous, nous savons tous les deux qu’il y a beaucoup plus de choses qui nous unissent que des choses qui nous séparent. Il peut compter sur nous, les communistes, tout le soutien et la loyauté dans cette lutte formidable que nous devons relever ensembles, comme il y a cent ans, nous serons ferme auprès des travailleurs et du peuple, en articulant la lutte sociale dans ses diverses formes, afin de projeter une alternative démocratique réelle pour tous les Chiliens.

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