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EL ENRARECIDO CLIMA POLÍTICO por Ángel Saldomando

Una percepción a estas alturas inocultable está en marcha, la tolerancia y la legitimidad del modelo de sociedad vigente en Chile está resquebrajándose ruidosamente.

El presidente Piñera ha definido el clima político del país como “enrarecido” y ha añadido como contexto explicativo la formula “el país está bien la política está mal” Los conglomerados políticos, tanto la alianza como la concertación, se han hecho eco y están buscando cada uno a su modo responder a lo que ya perciben claramente como una sacudida de la rama en la que están sentados desde hace mucho tiempo.

Se veía venir

Desde hace cuatro años se veían los signos anunciadores de la expresión del malestar acumulado en la sociedad chilena. En 2009 y 2010 los signos se convirtieron en realidad a través de una amplia y diversa movilización social reivindicativa que tocó a más de 12 sectores de actividad y que cerró 2010 con la movilización general de empleados públicos.

En 2011 en pocos meses, desde la protesta de Magallanes, la sorprendente movilización contra el proyecto HydroAysén, la segunda gran movilización estudiantil en 4 años y la protesta de los subcontratistas mineros, se han agregado elementos de corrosión de la legitimidad del modelo en casi todas sus áreas, en que el caso de la Polar es la guinda de la torta. La gente tiene ya suficiente evidencia acumulada sobre la minoría de ganadores del modelo y pocas expectativas sobre su posibilidad de enmendarlo si no hay cambios de fondo. Esta situación refleja modificaciones importantes en el estado de la sociedad y en las lecturas que se hacen sobre ella.

A diferencia del pasado en que dominaba una percepción de fatalismo acerca de la perennidad del modelo social heredado de la dictadura, sostenido por la concertación, ahora crece la convicción no solo de la necesidad, sino que también de la posibilidad, de modificarlo. Este cambio de expectativas en parte importante de la sociedad, muestra que la pasividad inducida políticamente por la intimidación y el chantage de la estabilidad, ha comenzado a debilitarse. Se vuelve ahora una afirmación común el que no ya estamos presos de la relación dictadura democracia, ni de la estabilidad de la transición versus naufragio de ella.

La gente está ahora exigiendo y esperando que se materialicen los supuestos frutos del exitoso país en que viven y que sólo les llegan con cuenta gotas y por medio de la verdadera inmolación que significa el endeudamiento perverso que le proponen las empresas.

La necesidad de equilibrar la balanza y de redistribuir, conlleva la exigencia de mas justicia, igualdad y democracia por la que se expresan también, nuevas demandas de sociedad y de ciudadanía. El país se repolitiza en torno a ello y el nuevo ciclo de historia se abre con su nuevos contenidos.

La dictadura hizo lo imposible por terminar con la historia de Chile y sus movilizaciones sociales las que cíclicamente renovaban el objetivo de tener un país más justo. 17 años duró el intento, diseñando leyes e instituciones imbuidas por las ideas de debilitar, controlar e intimidar a toda la sociedad frente al poder sin control de la atrasada derecha chilena.

La concertación usó 20 años en administrar el sueño totalitario y su inevitable deshielo, presa de sus propios renuncios como clase política renovadora para refugiarse en un conservadurismo estrecho y atemorizado. La derecha ha llegado al gobierno justamente en el momento en que el deshielo llegaba a su fin y poco a poco se rearma un nuevo ciclo de expectativas en el país.

La concertación tampoco tuvo la lucidez, como ahora reconocen algunos, de percibir que su ciclo político estaba terminando no por falta de capacidad política o de personas, sino por el divorcio entre el modelo impuesto y la propia experiencia de la gente.

El retorno de la derecha al gobierno entonces es paradójico, es mas la derrota de la concertación, los números lo demuestran, más que una relegitimación política del modelo. Y de aquí surgen varios equívocos posibles.

La derecha puede creer que sus dificultades son sólo operativas, de conducción, de discurso. Y puede que ello le lleve a incrementar su voluntarismo en la defensa del modelo. Y puede suponer que su eterno enemigo y todos sus fantasmas de cambio social se han unido y están nuevamente conspirando contra su dominio. Cada vez que la derecha se enerva asoma el colmillo y con el todas sus viscerales obsesiones de orden represivo.

El hecho es que el gobierno de empresarios de Piñera, no ha logrado ensamblar su discurso sobre la nueva derecha con una imagen de derecha popular. Y no ha sido por falta de esfuerzos mediáticos, de promesas y despliegue de imágenes de un presidente cercano a la gente.

La concertación por su parte, está balbuceando un discurso que logre pegar con el malestar social que además se expresa en una mayoritaria desaprobación de ese conglomerado por la opinión. Gobierno y concertación están con altas tasas de desaprobación en la opinión según las encuestas.

En un país de cerrado monopolio informativo, de verdades oficiales y obsesivo formalismo de la clase política en torno a las instituciones, como expresión de un consenso supuestamente nacional e inamovible, frente al que la sociedad no le cabe más que tolerar y respetar, la expresión del disenso es simplemente incomprensible y temida. De allí que la preocupación sobre el clima político se difunda en la clase política. Y el punto es que el disenso se ha colado pese a todo.

Nuevas expectativas y mayoría política

El nuevo ciclo de movilización social y de expectativas abre muchas interrogantes acerca de su potencial de reconfiguración del escenario político. Es mucho lo que está en juego, en particular la construcción de una lectura mayoritaria en torno a la necesidad que una nueva mayoría política pueda poner en marcha el cambio de modelo. Los cambios en la aprobación de la opinión no debieran ser confundidos con un desplazamiento mayor de las bases sociales de la derecha y el centro.

Y en la izquierda se trata de evitar que una suerte de optimismo histórico per se tome el lugar del análisis sobre el camino a recorrer. Y ese optimismo, se desea en algunos casos, materializarlo lo mas pronto en resultados electorales en el horizonte cercano de las municipales y de mediano plazo con las presidenciales. El clima de creciente movilización social hace crecer las expectativas. Sería sin embargo simplificar establecer una relación lineal entre la resurgencia de la movilización, el cambio de percepción en la sociedad sobre el modelo y la construcción de una mayoría política pro cambios. Como también seria reductor pensar en recuperar los movimientos bajo banderas partidarias.

Hay mucho que hacer en la dirección de una mayoría política en pos del cambio de modelo pero esto puede tener tiempos y limites propios de la política. En lo inmediato, el desbalance más grave en la sociedad chilena es la ausencia de contrapesos sociales fuertes y los movimientos sociales pueden comenzar a equilibrar la balanza, si refuerzan su autonomía y su propia capacidad de negociación.

Es probable que la derecha comience a intoxicar con discursos alarmistas sobre la violencia, la conspiración, la estabilidad y los negocios. El frente amplio por construir, para el cambio de modelo, debe insistir en mas democracia, derechos e instituciones que hagan de Chile un país más igualitario, inclusivo, sostenible y menos represivo. Hay que evitar todo repliegue sectario y polarizante sobre bases ideológicas y discursos para convencidos.

La profundidad de un eventual cambio vendrá de la amplitud y consistencia de esa nueva mayoría política y también en su conformación diversa tendrá sus límites y sus tiempos. Allí habrá que contar con todos y no sólo con los propios. La cuestión es si intenciones y proyectos se moverán en un contexto político crecientemente favorable al cambio o si bien se mantendrán congelados en la conservación del estatus quo. Mas que desplazamientos telúricos se está abriendo una nueva etapa histórica con sus propios tiempos, en los que los factores de legitimidad de las causas y las movilizaciones en la sociedad son fundamentales para una nueva mayoria.

Ángel Saldomando, junio 2011

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