Ecos revolucionarios hoy apagados

En el contexto de la próxima realización de dos importantes reuniones internacionales sobre el cambio climático, resulta sorprendente consultar la declaración final del coloquio acerca del medio ambiente convocado por las Naciones Unidas, en octubre de 1974, en Cocoyoc, México. La radicalidad del enfoque de entonces resulta actualmente inimaginable.

Programados con pocos meses de intervalo, dos encuentros internacionales de ecología ocupan los calendarios diplomáticos: la conferencia de Durban (Sudáfrica) sobre el cambio climático, del 28 de noviembre al 9 de diciembre de 2011, y la Cumbre de la Tierra en Río, del 4 al 6 de junio de 2012. Con la crisis económica como telón de fondo, son pocos los que se arriesgan a apostar por un resultado positivo de las negociaciones que tendrán lugar durante estos encuentros. Después de las cumbres de Copenhague (2009) y de Cancún (2010), el tema del cambio climático y la reducción de los gases de efecto invernadero se guardaron en el placard de las preocupaciones accesorias. En cuanto a las Cumbres de la Tierra, que se efectúan cada diez años, la de Estocolmo, en 1972, despertó la esperanza de una acción concertada para proteger el planeta; la de Nairobi, en 1982, comprobó el fracaso completo de la comunidad internacional, y las de Río en 1992 y Johannesburgo en 2002 saludaron la recuperación de la ecología por parte de las multinacionales. No hay dudas: un concierto de alabanzas enviadas al capitalismo “verde” escanciará la edición 2012, que una vez más será acogida por Brasil...