Un fantasma acosa a la elite política británica: el del UKIP (United Kingdom Independence Party, Partido por la Independencia del Reino Unido). En las elecciones europeas de mayo de 2014, este partido contestatario emblemático de un populismo de derecha le infligió una humillante derrota a las tres formaciones dominantes: no sólo a los partidos Conservador y Liberal Demócrata, en el poder, sino también al Partido Laborista, en la oposición. Es la primera vez desde hace un siglo que una formación destrona a laboristas y conservadores durante un escrutinio nacional. Nigel Farage, el dirigente del UKIP –que cultiva con esmero una imagen de hombre de pueblo de tono polémico y aficionado a la cerveza–, había presagiado un “terremoto político”; su profecía se hizo realidad.
El UKIP, conjunto político singular, se distingue del Frente Nacional francés o de los otros partidos de extrema derecha europeos. Fundado en 1993 por Alan Sked, un universitario que manifestaba convicciones de centroizquierda, el partido militaba esencialmente para que el Reino Unido saliera de la Unión Europea. En aquella época, la oposición al proyecto europeo no estaba confinada a la derecha radical...
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