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“El miedo va a cambiar de bando” en memoria de Juan Rivano Sandoval. Por Alex Ibarra

La frase entrecomillada pertenece a un graffiti que se podía observar en la pasada marcha que demandaba una educación sin políticos corruptos y sin empresariado. El sentido utópico de la frase es evidente, pero también una muy consistente sentencia para aquellos ciudadanos que creen que no se consigue nada al estar manifestándose en la “kalle”. Estos días me he sentido invadido de cierto utopismo que permite orientarse hacia una transformación política. No me cabe duda que este entusiasmo sólo se advierte donde está la ciudadanía organizada y no en aquello que la prensa ideológica que atenta invisibilizando nuestra maduración democrática. Seguro que una marcha de protesta no logra la transformación, pero muchas sí, tal vez no sea insensato la predicación de otro graffiti de este pasado 16 de abril: “la lucha es perpetua”. Por cierto que ambas frases no me parecen nada de inocentes, más bien podrían ser consideradas como programáticas para una propuesta política.

En esta sensación de optimismo político me acaba de llegar anoche un correo bastante emotivo en el que se avisaba la muerte del filósofo chileno Juan Rivano Sandoval en Lund, Suecia, lugar en que vivía exiliado desde que tuvo que salir del país después de haber sido encarcelado y torturado por los organismos de represión de la dictadura pinochetista. El correo me lo enviaba Rogelio Rodríguez uno de los fieles discípulos de este maestro, aquí se hablaba de él como un pensador social. Sin duda que lo era, pero en este texto queremos mencionar algunos matices sobre el legado político que nos deja.

Rivano fue un filósofo muy activo desde la década del 50 hasta el golpe de Estado. Algunos especialistas en filosofía chilena, tales como Cecilia Sánchez en su conocido libro Una disciplina a la distancia del año 1992, en sus páginas recuerda de que algunos estudiantes universitarios de aquella época se autodenominaban “rivanistas”, aquí se recuerda que hasta se peinaban y se vestían como él. Lo cierto es que el “rivanismo” no era una tendencia estética, sino que era una ética política. Los “rivanistas” eran un grupo de estudiantes radicalizados, muchos de ellos engrosaron las filas del MIR. Otro especialista en filosofía chilena de tendencia ideológica conservadora, Roberto Escobar, en su libro El vuelo de los búhos del año 2008 devaluaba el pensamiento filosófico de Rivano por ser comprometido ideológicamente con la izquierda radicalizada de los años sesenta. Pero tal vez, el más ajustado testimonio sea el de Iván Jaksic en su libro Rebeldes académicos del año 1989 en lengua inglesa y reeditado en lengua hispana el 2013, en este libro el autor recuerda la actitud rebelde de Rivano para el prototipo del ser académico en Chile de la época, incluso podríamos decir de la actualidad.

En algunos artículos he sostenido que Juan Rivano debe ser considerado como un filósofo de la liberación no sólo por su práctica política sino que también por una parte importante de su producción escrita. Aquí podemos mencionar libros como Entre Hegel y Marx del año 62, que es parte del debate con Jorge Millas que publica el mismo año El desafío espiritual de la sociedad de masas. Años más tarde también se hará parte del debate Humberto Giannini con su libro Reflexiones acerca de la convivencia humana del año 1965. Entre Rivano y Giannini la polémica se extenderá por años a partir de la utilidad del argumento teológico de San Antelmo, el primero criticará la importancia de este argumento y el segundo la validará. Lo importante, creo, es que Rivano defiende una posibilidad para la filosofía desmarcada de la tradición teológica. Cuestión que en la década de los setenta no fue vista por la filosofía de la liberación argentina. En este intento Rivano tendría más familiaridad con el filósofo de la liberación peruano Augusto Salazar Bondy que en sus escritos que van entre los años 1966-1974, expone también un punto antiteológico para el desarrollo de las filosofías de la liberación, dichos textos fueron compilados por su esposa Helen Orvig y su discípulo David Sobrevilla; y publicados bajo el título Dominación y liberación en el año 1995. Las semejanzas más evidentes entre Rivano y Salazar Bondy tienen que ver con la lectura que hacen del texto Los condenados de la tierra de Franz Fanon. Pero, también y sobre todo en la valoración que hicieron de la filosofía marxista.

La filosofía de la liberación de Rivano va madurando en textos posteriores, tales como El punto de vista de la miseria del año 1965 y Cultura de la servidumbre del año 1967, pero auto publicado en el año 1969. En estos textos encontramos a un Rivano comprometido con el proyecto político de la UP, son los años sesenta, esos años en que como nos ha dicho Eduardo Devés hay una sensibilidad propicia al “todo es política” en su libro El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Tomo II: desde la CEPAL al neoliberalismo del año 2003. Sobre la importancia histórica de estos años ya nos han advertido investigadores chilenos como María Angélica Illanes y Tomás Moulian, y en Argentina Oscar Terán con Nuestros años sesenta. Rivano es parte de esa generación de intelectuales que vivenció la significación histórica de la Revolución Cubana y que en el plano teórico se nutrió de las nuevas perspectivas teóricas del marxismo Gramsci, Althusser, Marcuse y Gorz. Sin embargo, en su radicalización fue apartándose del marxismo eurocéntrico, con lo que viene a engrosar el listado de pensadores críticos latinoamericanos que formulaban una perspectiva marxista latinoamericanista, aquella que según los historiadores de las ideas había abierto el peruano José Carlos Mariátegui. Usando palabras de Osvaldo Fernández habría que hablar de la presencia de un marxismo herético.

No puedo dejar de mencionar que Rivano fue un gran profesor de lógica, novelista y dramaturgo. También un filósofo de la cultura como queda claro en su libro El largo contrapunto o La ronda de San Miguel, dos interesantes libros autobiográficos editados en Chile por Bravo y Allende, los cuales son una hermosa radiografía de un Chile visto con conciencia de clase. Rivano niño y adolescente maulino, obrero y estudiante perteneciente a los barrios proletarios de Santiago, que gracias a un sistema de educación superior distinto al actual sistema neoliberal que lucra con la educación se convierte en intelectual, pero también en académico, siendo formador de varias juventudes en la Universidad de Chile y en la Universidad de Concepción.

Alex Ibarra Peña. Colectivo palabra encapuchada.

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Foto de Juan Rivano

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