El mapa es una composición visual y el cartógrafo el puente intuitivo entre la realidad y su transposición. ¿Qué sucede cuando las antiguas representaciones ya no sirven y las nuevas aún no se han consolidado? ¿Cuando el mundo bipolar de la Guerra Fría es reemplazado por una geopolítica cambiante, multipolar, compleja? El oficio del cartógrafo –en el cruce entre la ciencia, la tecnología, la ética, la política e incluso el arte– cae entonces en la tentación de capturar, gracias a la riqueza del lenguaje de sus lápices, lo nuevo, lo inesperado, lo inédito.
“¡Qué raro… Es mucho más grande que en el mapa!”, dice al observar un paisaje desesperadamente vacío el personaje que Xavier Gorce pone en escena en uno de sus dibujos. Perdido entre objetos geográficos y cambios de escala el hombre no logra recrear el vínculo entre el mapa que representa el espacio y el espacio mismo. Nada sorprendente: “La palabra no es el objeto”, así como “el mapa no es el territorio”.
Algo que Daniel Kaplan confirma a su manera: “La representación no puede ser lo que ella representa, porque su función misma es aplicar filtros para hacer que el objeto sea inteligible. Expresa una esperanza: el mundo es siempre más rico de lo que ustedes creen”. El mapa ofrece las claves para entrar en el territorio y constituye una de las grillas de lectura posibles para comprenderlo...
Texto completo en la edición impresa del mes de enero 2010
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl