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El recuerdo de nuestros héroes dignifica el futuro de Chile. Por Enrique Villanueva

El mes de junio, fecha dispuesta para las elecciones de las primarias pre-presidenciales coincide con un hecho nos trae el recuerdo potente de todos los que en el pasado lucharon y entregaron sus vidas por alcanzar esta democracia que hoy vivimos y disfrutamos. Es en este mes que fueron asesinados doce militantes y algunos de ellos dirigentes del Frente Patriótico Manue Rodríguez, me refiero a la Operación Albania o “Matanza de Corpus Christi”, entre los días 15 y 16 de junio de 1987 . Una de las tantas operaciones-montajes realizadas por la Central Nacional de Informaciones (CNI), asesinatos cobardes que se presentaron a la opinión publica como enfrentamientos.

Me adelanto a escribir estas líneas, en estos días, porque fue la mañana del 2 de junio, de ese año 87, la ultima vez que vi a Bernardo, José Valenzuela Levi, quien fue el jefe del intento de ajusticiamiento al tirano en el Cajón del Maipo el día 7 de septiembre de 1986. Un extraordinario dirigente y mejor persona en quien se expresa el justo derecho a la rebelión que ejercimos frente a una dictadura terrorista, como lo fue el régimen de Pinochet.

José Valenzuela fue protagonista de uno de los tantos actos heroicos que al paso de los años y en la actual vorágine de las elecciones de pierden u olvidan. En su homenaje y en el de todos esos hermanos que murieron soñando con un Chile mejor, mas humano, es necesario hacer un alto en el agitado tiempo actual, para recordarles, porque representan la reserva moral y la dignidad de nuestro país.

Sabemos que su legado no es mencionado, menos rescatado, en los discursos de los candidatos, pero también sabemos que ellos están presentes en el recuerdo de los chilenos (as). Por eso le recordamos a los candidatos (a) a la presidencia, la inclusión en sus programas de gobierno, del justo reclamo por lo que está pendiente y que dice relación con la impunidad que favorece a los causantes de violaciones y crímenes de lesa humanidad.

La mediatizada política de “justicia en la medida de lo posible” que sigue vigente”, ha obstaculizado la construcción de la convivencia democrática y alienta a los sectores Pinochetistas, para solicitar la aplicación de la ley de amnistía a los autores de crímenes de lesa humanidad, evocando una reconciliación que nunca ha existido.

No son pocos los interesados en que nos olvidemos que Chile es una sociedad que fue víctima de violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos. En mas de dos décadas de democracia no hemos sido capaces de resolver estos temas, por lo que ya es tiempo de enfrentar el legado del pasado con valentía, porque esa es la única manera de que las expectativas de justicia y reparación por el daño ocasionado se resuelvan.

Como ha quedado de manifiesto en estas ultimas semanas, la visión normativa y cupular con la que se abordó el tema de las violaciones a los DDHH ha sido insuficiente y lo seguirá siendo, en la medida que no se considere como parte de la solución del problema, la genuina expresión de la voluntad social y de repudio a estos crímenes, eso es lo que puede asegurar que en el futuro estos hechos horribles no se vuelvan a repetir.

Las palabras y la actitud del senador, además designado, Carlos Larraín y de la Ministra Evelyn Mathei, hija de un General de la Fuerza Aérea, quien ejerció como director de la Academia de Guerra Aérea, en1974, uno de los principales centros de torturas en el país, son elocuentes. Ambos con prepotencia y desparpajo, se han burlado de una realidad que ellos bien saben que fue así, calificando el justo derecho a la reparación por parte del estado a los exonerados, como una ley hecha para defraudar al país.

Mas allá de que puedan existir corruptos que intentaron abusar y recibir los beneficios de los exonerados, o que otros usaran este derecho para alimentar el clientelismo político. Lo mas importante y lo que no se puede olvidar, es que fuimos miles a quienes nos expulsaron de nuestros trabajos y que nos marginaron de la vida laboral siendo muy jóvenes, sin que quedara alguna evidencia escrita, porque la gran mayoría nos convertimos en perseguidos políticos.

Nosotros agradecemos a los parlamentarios y a los dirigentes de partidos políticos, quienes de buena fe y haciéndose cargo de la tragedia que significó la violación del derecho al trabajo, avalaron a quienes lo necesitaron. En esos años el ser expulsado de un centro de trabajo, una fabrica, del servicio publico y de las Fuerzas Armadas, llevaba consigo la persecución, para otros la cárcel, el exilio y para una gran cantidad la desaparición y el asesinato.

Por eso es una vergüenza que personeros representantes de una derecha revanchista, intenten escudados en la protección del presupuesto del país, disminuir y ojala eliminar el beneficio, por lo demás exiguo, de la pensión de gracia que recibimos. Ellos deben recordar que hace 40 años la dictadura no discriminaba si sus objetivos eran hombres, mujeres, mujeres embarazadas, viejos, niños o jóvenes.

En total según lo respaldan los trabajos de la Comisión Rettig fueron 307 los jóvenes y niños, de 20 años y menos, que murieron o desaparecieron por acciones ejercidas por agentes del Estado durante la dictadura de Augusto Pinochet, entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990. Sin embargo y producto de los acuerdos entre cuatro paredes y la practica de la justicia en la medida de lo posible, la mayoría de los responsables de estos crímenes y sus cómplices se mantienen impunes.

Los jóvenes Rodriguitas que murieron en junio de 1986, no lucharon por esta democracia, caldo de cultivo para la hipocresía que hoy nos domina y que impide ver la realidad de un Chile que pide cambios profundos. Es tal la frivolidad política, que la misma derecha que hoy enarbola banderas de justicia y libertad, es la que creó el modelo económico y político que nos impuso la dictadura.

Nos duele ver también que este sistema y una Constitución totalitarios pudieron sobrevivir y perfeccionarse gracias al puente de plata que les construyó la Concertación, manteniendo casi intacto el marco legal que le protege y administrándolo en democracia. Es viable pensar y aceptar que esto se debió a la gradualidad de los cambios propuestos en 1990, para llegar a un verdadera democracia, pero en la realidad lo que se hace es continuar pensando en perfeccionar el sistema que subvalora y utiliza la democracia a su favor.

La derecha de ayer es la misma que hoy se modernizó, corriéndose hacia el centro, pero sin abandonar los principios que le sustentan, esencialmente económicos. Mas allá de sus posturas y promesas, como lo hacen Allamand y Longueira proclamando un Chile mas justo, ellos nunca dejarán de perfeccionar el modelo neoliberal abusivo que construyeron con Pinochet, sustentándose en la falacia de una política de los consensos, que solo es valida para las cúpulas que administran el poder.

El recuerdo de nuestros hermanos, reconstruye las aspiraciones que simbolizaron la lucha de la mayoría de los chilenos y chilenas por un régimen plenamente democrático, en lo político y en lo social. Cambios que continúan pendientes y que significan poner fin a la concentración del poder económico, hoy en unas pocas manos, distribuyéndolo equitativamente entre todos los chilenos y en especial, entre la inmensa mayoría de compatriotas que con esfuerzo viven en la línea de la sobrevivencia.

Cuando se habla de que habemos chilenos (as) renuentes a votar es porque anhelamos una verdadera participación política, no sólo concurriendo a las urnas cuando se nos convoque, sino participando con pleno derecho y en los más diversos niveles en la aprobación y elaboración de las políticas del Estado, es decir, aspiramos a una democracia plenamente participativa.

Mientras eso no suceda, mientras los gobiernos no salgan de la lógica economicista que les domina, subordinando nuestros derechos políticos y sociales al mercado, mientras no se cambie la constitución heredada de la dictadura, seremos mas y mas los que nos abstendremos de votar en una y otra elección formal, porque no tienen sentido para los intereses del pueblo.

Finalmente, el recuerdo de miles de chilenos y chilenas héroes de la lucha por la libertad de Chile, reclama junto a los cambios políticos, económicos y en educación, una agenda progresista en derechos humanos, erradicando la impunidad de los crímenes contra la humanidad perpetrados durante el terrorismo de Estado.

Los doce hermanos asesinados en junio de 1986 y los miles que perecieron antes en manos de los terroristas de Pinochet, esperan un homenaje de algún gobierno democrático, el que nunca se ha hecho. Que se les reconozca el heroísmo, la valentía y el coraje que desplegaron enfrentando a la dictadura, enarbolando el mas digno de los derechos del hombre, el de la rebelión contra un gobierno dictatorial y totalitario, transformándose en un gran aporte a la libertad que vivimos hoy.

PATRICIO RICARDO ACOSTA CASTRO, 26 años.
ESTHER ANGÉLICA CABRERA HINOJOSA, 22 años,
ELIZABETH EDELMIRA ESCOBAR MONDACA, 29 años,
JULIO ARTURO GUERRA OLIVARES, 30 años,
JUAN WALDEMAR HENRÍQUEZ ARAYA 28, años,
WILSON DANIEL HENRÍQUEZ GALLEGOS, 26 años,
PATRICIA ANGÉLICA QUIROZ NILO, 29 años,
RICARDO HERNAN RIVERA SILVA, 24 años,
RICARDO CRISTIAN SILVA SOTO, 28 años,.
MANUEL EDUARDO VALENCIA CALDERÓN. 20 años,
JOSÉ JOAQUIN VALENZUELA LEVI, 29 años,
RECAREDO IGNACIO VALENZUELA POHORECKY, 31 años,

El corazón se nos llena de ternura al pensar en estos hombres y mujeres gigantes, por su ejemplo e inmensa bondad, “son héroes los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarle a otro pueblo sus tierras, no son héroes, sino criminales.” José Martí.

Dr. Enrique Villanueva Molina Ex Dirigente Rodriguista

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